En el artículo anterior, hemos expuesto un ejemplo metafórico y simplificado, en el que teníamos a dos individuos, A y B, educados (o programados) como un fascista y un comunista, respectivamente.
Si te perdiste el artículo anterior, puedes echarle un vistazo en el siguiente link:
Decíamos que las programaciones mentales de carácter ideológico-político instaladas en sus psiques, eran las que les inducían a generar en su interior un sentimiento de odio mutuo.
Y nos preguntábamos… ¿cómo pueden conseguir simples mecanismos de programación mental, es decir, meros conglomerados de información sin voluntad propia, que los individuos se odien y se maten los unos a los otros, sin que los propios individuos se percaten de que sus acciones han sido inducidas por mecanismos mentales implantados, ajenos a su propia naturaleza?
Bien, pues se consigue generando un mecanismo de IDENTIFICACIÓN.
Los individuos “programados” con ideologías o creencias, se identifican plenamente con ellas, borrando en su mente, de forma inconsciente, las fronteras entre su propia identidad individual y aquello “en lo que creen”.
¿Qué nos dice alguien que ha abrazado el comunismo como ideología política? Nos dice: “YO SOY COMUNISTA”.
¿Qué nos dice alguien que ha abrazado el cristianismo como religión? Nos dice: “YO SOY CRISTIANO”.
No se limitan a decirle: “yo sigo circunstancialmente las doctrinas comunistas o cristianas”, trazando una frontera entre su yo y la programación mental recibida, sino que se IDENTIFICAN con el programa instalado en su psique, y al hacerlo, pasan a considerarse a sí mismos como una MANIFESTACIÓN FÍSICA del propio programa mental.
Así es como estos mecanismos psíquicos, consiguen convertirnos en sus esclavos. Esclavos físicos de un mecanismo psíquico.
Una vez el mecanismo de programación ideológica instalado en la mente de A (en nuestro ejemplo, el fascismo), consigue que A se identifique como “Fascista”, es decir, como “representación física del fascismo”, pasa a identificar a B como un “comunista”, es decir, una “representación física del Comunismo” y entonces desaparece toda restricción, tanto en A como en B, para destruirse físicamente el uno al otro.
Esto permite que los distintos mecanismos de programación mental (en este caso ideologías políticas), puedan combatirse los unos a los otros a través de sus subyugados (las personas programadas), en el entorno físico; de esta manera, los individuos pasan a convertirse en algo parecido a piezas sobre un tablero, en lo que vendría a ser una partida de ajedrez entre dos mecanismos de programación mental; ambos mecanismos de programación tratan de eliminar físicamente las fichas controladas por el oponente, porque cada una de esas piezas representa una posibilidad de propagación de la ideología opuesta, en el mundo real.
Por eso es tan importante el mecanismo de IDENTIFICACIÓN y es lo primero que “se instala” en nuestra mente cuando somos programados (educados) culturalmente, religiosamente, o cuando somos inducidos a abrazar una ideología política concreta.
Si no existiera este mecanismo de identificación, en cualquier momento, tanto A como B, podrían tomar conciencia de que ellos y las creencias que tienen instaladas en la cabeza, no son la misma cosa; y entonces, podrían tomar conciencia de que el presunto opositor al que tanto “odian”, en realidad es una persona como ellos, que simplemente, ha sido programada con otra ideología y que, por lo tanto, no hay ninguna justificación real para odiarlo, combatirlo o hacerle daño físico.
La función del mecanismo de IDENTIFICACIÓN pues, es impedir que pueda producirse esa toma de conciencia. Este es un paso crucial, porque si no existiera este mecanismo las guerras por ideologías, patrias, o religiones, serían imposibles.
De hecho, sería imposible que el Sistema siguiera en pie, al menos mediante las estructuras que hasta ahora hemos conocido. Pero la importancia capital del mecanismo de Identificación no termina aquí, pues genera una serie de efectos colaterales que cambian por completo nuestra visión de la realidad.
La identificación como precursor de una realidad paralela abstracta
En el mismo momento en el que firmamos ese contrato psíquico de IDENTIFICACIÓN, (algo parecido a venderle el alma al diablo), en el que aceptamos identificarnos a nosotros mismos como una manifestación física de un programa mental instalado (recordemos esas expresiones de identificación tan típicas: “yo soy comunista”, “soy cristiano”, “soy francés”, “soy heavy metal”, “soy merengue”, etc.), en ese preciso instante, abandonamos el mundo real para entrar en un mundo abstracto de ficción que solo existe en el interior de nuestra mente.
Pero… ¿por qué? Pues porque el mecanismo de identificación no nos lo aplicamos solo a nosotros mismos, sino a todo lo que nos rodea. Es así como todas las personas únicas, con identidades individuales y diferenciadas que vemos a nuestro alrededor, pasan a ser identificadas, en el interior de nuestra mente, como “árabes”, “conservadores”, “argentinos”, “gringos”, “ciudadanos de clase media”, “inmigrantes”, etc.
Se genera así un mundo paralelo en el que las personas son clasificadas mediante multitud de estereotipos y etiquetas superpuestas de toda índole, que conforman una nueva realidad abstracta, una suerte de “realidad aumentada” que solo existe en el interior de nuestra psique y que confundimos con la auténtica realidad tangible.
Pero por si eso fuera poco, esa realidad paralela del Sistema, viene acompañada de una amplísima gama de conceptos que sirven para justificar todas esas ficciones y cuya lógica interna depende por completo de que permanezcamos sumergidos en esa realidad ficticia, en la que ahora creemos vivir.
Es algo parecido a lo que sucede con la lógica interna de un sueño: que solo tiene sentido mientras estás soñando. El propio sueño incorpora todo un paquete de mecanismos lógicos inherentes que le dan sentido a algo que en realidad no lo tiene. Lo que dentro de la realidad ficticia del Sistema nos parece “completamente lógico y razonable”, desde fuera del Sistema lo veríamos como “totalmente absurdo e insensato”.
Es algo parecido a cuando despiertas del sueño y recuerdas asombrado lo contradictoria que era la “lógica onírica” en la que estabas sumergido y que tanto sentido parecía tener. Pues bien, este “despertar” es muy similar al que experimentaríamos si de repente tomamos conciencia plena de lo que es en realidad el Sistema y de lo absurdos que son sus presuntos “principios lógicos de funcionamiento”, por los que la gente entrega literalmente la vida.
Así pues, a modo de resumen, el proceso de dominio que tienen los mecanismos de programación mental sobre nosotros, evoluciona mediante las siguientes fases:
1. Instalación. Se “instala” en nuestra mente un mecanismo de programación mental (creencia religiosa, ideológica, cultural, etc…), generalmente a través de un proceso educativo o por influencia del entorno social o familiar.
2. Identificación. A medida que somos programados con este mecanismo de programación mental, se va desarrollando en nuestra mente un proceso de identificación con el programa mental, y se difuminan las fronteras entre nuestro yo y la programación mental instalada.
Con ello, el programa mental obtiene un dominio completo sobre nosotros, pues pasamos a considerarnos de forma inconsciente como una Manifestación Física del programa mental.
Así pues, este proceso de identificación está compuesto de diversos niveles, mismos de los que hablaremos en el siguiente artículo. Por lo pronto, vale la pena reflexionar un poco respecto a lo anteriormente expuesto… ¿no lo crees?
*La semana próxima, no te pierdas la segunda parte de esta interesante serie: “¿Qué nos impide cambiar al mundo?… Niveles de mecanismo de identificación«.
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Y recuerda… «No asumas NADA, cuestiona TODO».
Redacción Anwo.life
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