El cambio de paradigma del nuevo mundo a través del caos sería la versión “hard”. Sin embargo, la versión “soft”, como veremos a continuación, puede llegar a ser mucho más efectiva.
Si retomamos la metáfora del barco para explicar esta maniobra alternativa, veremos que las élites, encarnadas en ese viejo capitán abyecto y egoísta, disponen de una tercera opción que se suma a las dos opciones anteriores.
Recordemos que la opción 1 del capitán era no hacer nada y dejar que el barco se hunda por sí solo, corriendo el riesgo de perecer ahogado con gran parte de los pasajeros.
La opción 2 del capitán era ocultar al pasaje la realidad de la situación y hundir el barco en el momento oportuno para garantizarse el fácil acceso a los botes, aunque ello implicara la muerte de casi todos los pasajeros.
Pero hay una OPCIÓN 3: El capitán no le dice a ningún pasajero que el barco se puede hundir en cualquier momento, pero deja pistas no concluyentes al respecto. Y esas pistas no tardan en ser detectadas por el pasajero lunático y paranoico, ese que encarna a los “teóricos de la conspiración”.
Ese “lunático”, advierte al resto del pasaje y les dice que el capitán quiere hundir el navío y para demostrarlo les presenta todas esas pistas no concluyentes que ha encontrado, lo que provoca que el resto de los pasajeros no sepan qué creer. Aunque nadie le cree, poco a poco se extiende la incertidumbre entre el pasaje, no obstante, el capitán y los oficiales actúan con completa normalidad.
Hay indicios que apuntan a que el barco efectivamente puede hundirse, hay sospechas, rumores y chismorreos sin sentido entre los viajeros, pero también hay muchos indicios que apuntan a que el barco navega perfectamente y a toda máquina y que todos esos rumores no tienen ninguna base.
Nadie sabe lo que puede suceder, pero todo el pasaje acepta la posibilidad, aunque sea remota, de que el barco pueda llegar a hundirse y de que el capitán pueda ser una persona perversa capaz de hundir el navío y dejarlos morir a todos, tal y como advierte el pasajero lunático.
Mientras tanto, el capitán junto con los oficiales, prepara disimuladamente los botes y toma posiciones sin que nadie se dé cuenta.
Y es entonces, cuando todo está preparado, el capitán, megáfono en mano, advierte a los pasajeros: “El barco se va a hundir, vamos a evacuarlo. Mantengan la calma, sigan mis instrucciones y todos se salvarán”. El viejo capitán es el que dirige la operación de evacuación y da las instrucciones que cada pasajero debe obedecer estrictamente.
Él es el que impone las condiciones para salvarse: quien obedece al capitán vive, quien desobedece se queda en el barco y muere ahogado.
No hay pues, ninguna alternativa más que acatar sus órdenes. Las condiciones que impone el capitán son muy estrictas. Solo el capitán y los oficiales pueden permanecer en los botes; los demás pasajeros, tendrán que conformarse con agarrarse precariamente a los costados de los botes para no hundirse, con el cuerpo sumergido en el agua.
Los pasajeros estarán mojados, pasarán frío, sed y hambre y si alguno de ellos intenta encaramarse al bote sin permiso, recibirá un golpe de remo de algún oficial, o directamente un tiro. Pero lidiará con la situación, pues será la única manera de sobrevivir, aunque sea precariamente. Incluso muchos se conformarán, pensando que es una situación comprensible, puesto que no había botes para todos.
Sin embargo, aquel lunático paranoico que denunció que el capitán pretendía hundir el barco y matarlos a todos, quedará desacreditado a ojos de los demás y los otros pasajeros le espetarán con rabia: “¡Eres un maldito paranoico: el capitán nos ha salvado a todos y aunque estamos mojados y lo pasamos mal, ¡gracias a él aún estamos vivos!”.
Pasará el tiempo y los pasajeros más débiles que permanecen en el agua, no tardarán en rendirse y ahogarse, mientras que los más fuertes sobrevivirán.
Y será así como, poco a poco, éstos se acostumbrarán a ir agarrados al costado de los botes. Entonces llegará un momento en el que el capitán y los oficiales les dirán: “Ya que están en el agua… ¿por qué no mueven los pies y nos ayudan a empujar la lancha? Así llegaremos antes a tierra”.
Esta será la situación tras el hundimiento del trasatlántico: el viejo capitán egoísta y sus despreciables oficiales permanecerán secos y cómodos en sus botes, conservando su poder y su dominio, recibiendo además la gratitud de esos pasajeros que malviven en el agua, que les agradecerán haberles salvado la vida.
Y lo que es mejor: ni el capitán ni los oficiales tendrán que remar para que los botes avancen.
Para mantener esta situación indefinidamente, el capitán solo necesitará hacer creer dos cosas a todos esos pasajeros que están en el agua. La primera es que existe una isla perdida a la que se puede llegar si impulsan el bote con los pies; la segunda es que a aquellos que impulsen con más esfuerzo, se les dejará subir al bote un rato para secarse y tomar el sol.
Con esta maniobra, las élites conseguirían un triunfo absoluto, sin tener que destruirlo todo. La guerra mundial y el colapso económico masivo solo serían amenazas que nunca llegarán a materializarse.
A todo esto… ¿Cuál de las 3 opciones anteriores preferirías que ocurriera?
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Y recuerda… «No asumas NADA, cuestiona TODO».
Redacción Anwo.life