Una pregunta crucial que debería hacerse cualquier persona que quiera cambiar el mundo es… ¿realmente estoy dispuesto a dar el primer paso?
Y… ¿estoy dispuesto a dejar de ver la realidad tal y como me han dicho que es, para empezar a verla tal y como es realmente?
Porque en eso consiste precisamente este primer paso para cambiar el mundo: “en cambiar nuestra percepción de la realidad”.
Lamentablemente, vivimos en una realidad paralela que solo existe en el interior de nuestras cabezas. Cualquier persona que realmente quiera cambiar el mundo, debe comprender la existencia de esta realidad paralela y conocer los pilares que la sostienen en pie.
Es por esto que, en esta serie de artículos, expondremos ciertos conceptos que necesitamos entender, mismos que resultan cruciales para empezar a distinguir esa ficción y conseguir separarla de la auténtica realidad. Y para realizar esta tarea, vamos a poner como ejemplo un asunto del que todo el mundo se habló durante el año 2016 y que provocó horas y horas de debates, discusiones y opiniones escritas de todo tipo. Estamos hablando de la prohibición del Burkini en algunas playas francesas.
Hablar sobre la prohibición o no del burkini, en los términos en que lo ha hecho la mayoría de la gente, resulta infructuoso, es decir, entran en juego los prejuicios ideológicos y la mayoría de las personas muestran una incapacidad evidente para volar por encima de los muros que compartimentan su mente.
Así pues, vamos a abordar el tema desde un punto de vista radicalmente diferente, porque, de hecho, lo que sucedió hace 5 años en esas playas francesas y la discusión que se generó a su alrededor, en la que se han utilizado los habituales términos grandilocuentes para estos casos, como “libertad”, “ley”, “cultura”, “discriminación”, “racismo”, “derechos”, etc., es un reflejo perfecto de lo que es en realidad el Sistema y cómo domina por completo todas nuestras acciones y pensamientos.
El espectro de visión de los acontecimientos cambia radicalmente dependiendo de si los observamos “desde dentro” del Sistema o “desde fuera” de él. Analizar los hechos desde dentro del Sistema, lo que ha hecho todo el mundo, implica sumergirse en una realidad abstracta virtual que sólo existe dentro de nuestra mente, mientras que analizarlo desde fuera, sin embargo, significa tomar conciencia de todas esas abstracciones ficticias e ir a la auténtica raíz del asunto.
Por esa razón, intentaremos analizarlo todo desde la segunda opción, “desde fuera”. Sin embargo, para poder hacerlo, antes debemos poner sobre la mesa algunos conceptos.
Los sistemas que influyen en nuestra “realidad”
Para empezar, debemos tomar conciencia de la influencia que tienen sobre nosotros los sistemas de creencias, sean de carácter político o religioso, y nuestros hábitos y costumbres, de carácter cultural. Lo primero que debemos comprender es que las creencias, las ideologías y la identidad cultural, solo existen dentro de nuestra psique.
Son paquetes de información muy parecidos a un programa informático instalado en una computadora, es decir, son meros mecanismos psíquicos de programación mental y la percepción distorsionada que tenemos de ellos y de su relación con nosotros, es muy parecida a la percepción distorsionada que tenemos de un programa informático instalado en una computadora.
Por ejemplo, pensemos por un momento en un programa como el célebre Photoshop, un editor de gráficos que nos permite retocar fotos. De forma inconsciente, tendemos a pensar que la computadora, por ser un elemento físico tangible, es la que utiliza el Photoshop para editar las imágenes.
Pero en realidad no es así: es el Photoshop, el programa informático, el que utiliza a la computadora, un dispositivo físico, para cumplir con su función. Puede parecer una tontería, pero verlo de una forma u otra, cambia por completo la visión de la realidad.
Pensémoslo bien. La computadora no ha sido creada con la función de retocar fotos o editar imágenes; es un dispositivo complejo, repleto de grandes posibilidades, pero que solo tiene la opción de retocar imágenes si alguien instala en su interior el programa informático adecuado, creado para esa función específica.
En cambio, el programa Photoshop sí ha sido creado con dicha función. Es su razón de ser y de existir: editar imágenes. Y aunque no esté instalado en una computadora, ese software llamado Photoshop, sigue existiendo y conservando todas las capacidades potenciales para las que fue creado.
Puede estar “inerte”, guardado en un CD, en un DVD, en un pendrive, en un disco duro, o en un servidor en la nube, esperando a que alguien lo instale. Pero esté donde esté, el programa ya tiene todo lo que necesita para SER lo que ES, porque, aunque no tiene conciencia de sí mismo, sí dispone de una función específica que cumplir, que determina su existencia.
En todo caso, la computadora, con su enorme capacidad de procesamiento, es el elemento subyugado, aunque indispensable, para que ese programa informático pueda plasmar circunstancialmente sus funciones en la realidad tangible.
En definitiva, las computadoras “crean” programas informáticos con los que programar a otras computadoras o a sí mismas; y esos programas, permiten realizar determinadas funciones, que finalmente se plasman en la realidad a través de las propias computadoras.
Pero una vez creados esos programas, una vez que EXISTEN en forma de paquetes de información, ya no son las computadoras las que los utilizan para realizar determinadas funciones, sino que son los programas los que UTILIZAN a las computadoras, como un instrumento para plasmar sus capacidades en el entorno real.
Puede ser que, a muchos de nuestros lectores, lo que acabamos de decir les parezca un giro absurdo, un conjunto de elucubraciones sin sentido o una forma de ver las cosas retorcida que no lleva a ninguna parte. Pero como decíamos antes, ver las cosas de una forma o de otra, cambia radicalmente la concepción de nuestra realidad.
Lo que estamos diciendo, es que nosotros (las computadoras), creamos todas nuestras creencias, nuestras ideologías e identidades culturales (programas de software) y que, una vez creadas, esas ideologías, creencias y conceptos culturales NOS UTILIZAN para expresarse en el entorno real y no al revés.
Dicho de otra manera, somos esclavos de nuestras propias creaciones psíquicas, que toman control de nuestras vidas y nos usan como instrumentos a su servicio, para intervenir sobre la realidad de forma tangible. Sí, es una visión chocante, anti-intuitiva y que incluso puede parecer absurda, fantasiosa o hasta terrorífica, pero si lo analizamos bien, veremos que es la auténtica realidad en la que vivimos.
Pongamos un ejemplo:
Imaginemos a dos personas, A y B, educadas desde pequeñas (es decir, programadas mentalmente) con dos ideologías opuestas. Por ejemplo, A ha sido educado para ser un fascista, mientras que B ha sido educado para ser un comunista.
Cuando esas personas A y B coinciden y empiezan a intercambiar información, es altamente probable que sientan rechazo o incluso odio el uno por el otro… ¿y por qué?
Bien, pues porque los programas que llevan instalados en su mente (fascismo y comunismo), entre sus funciones principales tienden a luchar o rechazar a la ideología opuesta, a la que consideran una competencia directa, o en este caso, directamente “un enemigo”.
A lo anterior, se le ha denominado en la actualidad como “POLARIZACIÓN”.
Ahora, supongamos que esa misma persona B, en lugar de haber sido educada como comunista, ha sido educada desde pequeña como fascista, al igual que A… ¿qué sucederá cuando se encuentren A y B y empiecen a intercambiar información?
Pues que muy posiblemente tenderán a considerarse “colegas” y ese odio cerval que surgía en el primer caso por razones políticas, no existirá, porque sus programaciones mentales son similares… ¿y qué demuestra eso?
Pues que la raíz del rechazo o el odio entre A y B, no surge de la naturaleza de los propios individuos A o B; los individuos en sí mismos, no son la fuente original de esos sentimientos de odio o rechazo mutuo.
A y B no se odian, sino que son el programa “fascismo” y el programa “comunismo” los que se rechazan entre sí y UTILIZAN a las personas A y B, en las que han sido “instalados”, como instrumentos para expresar su rechazo mutuo en un entorno físico real, llegando a inducir en las mentes de A y B un sentimiento de odio del uno hacia el otro. Es decir, es la programación mental la que UTILIZA a la persona para manifestarse y no al revés.
De la misma manera que es el programa Photoshop el que utiliza a la computadora para plasmar sus funciones en un entorno real y no al revés.
Sí, es difícil de asimilar, porque es anti-intuitivo. Estamos hablando de simples conglomerados de información, en forma de programa mental, sin voluntad propia ni aparente conciencia de sí mismos, que son capaces de dominar a seres pensantes y conscientes, hasta convertirlos en esclavos a su servicio.
Lo más sorprendente, es que son precisamente individuos pensantes y conscientes los que, gracias a sus mentes creativas, han engendrado de la nada esas programaciones mentales que al final los acaban dominando.
Interesante… ¿no lo crees? Espera la siguiente semana a leer lo que sigue…
*La semana próxima, no te pierdas la segunda parte de esta interesante serie: “¿Qué nos impide cambiar al mundo?… El mecanismo de identificación«.
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Y recuerda… «No asumas NADA, cuestiona TODO».
Redacción Anwo.life