Cada vez más gente empieza a darse cuenta. Solo cambia la nomenclatura que cada uno le da y algunos detalles sin demasiada importancia sobre sus características finales. Pero cada vez más personas son conscientes de que las élites que controlan este planeta están sentando las bases para crear una sociedad muy diferente.
Básicamente, este proceso llamado el “Nuevo Orden Mundial”, es un cambio de piel del sistema, una adaptación a las nuevas circunstancias globales derivadas del progreso tecnológico. Las élites buscan un nuevo paradigma a nivel político, social y económico, en el que se dejarán atrás las viejas estructuras del mundo actual y se sentarán las bases para un mundo global definitivamente unificado. Un mundo que probablemente conllevará a la existencia de un Gobierno Global Supranacional, una autoridad militar o policial de rango planetario, una autoridad económica centralizada y probablemente, algo parecido a una religión global, o al menos, un organismo que englobe el conjunto de la mayoría de creencias religiosas mayoritarias actuales.
En este futuro que empieza a dibujarse en el horizonte, los estados-nación se disolverán y su poder será sustituido por el de las grandes corporaciones transnacionales. Sin embargo, la implantación de todas estas estructuras depende enteramente de cómo evolucionen las nuevas tecnologías.
Y es que en el mundo que se aproxima, parece que se desarrollarán nuevas tecnologías que cambiarán la faz de la tierra: un mundo de impresoras 3D, tecnología basada en el grafeno y nuevos combustibles más eficientes y limpios que acabarán sustituyendo los actuales combustibles fósiles.
A ello se sumará el desarrollo definitivo de Internet como red mental global, sentando las bases para algo parecido a una mente de colmena para toda la humanidad, que incluirá todo el conocimiento humano y todos los artefactos tecnológicos, entre ellos los robots y la Inteligencia Artificial.
El desarrollo tecnológico promete cambiarlo todo de forma inevitable: nuestra forma de comunicarnos, nuestra sexualidad, la estructura de las sociedades y de las culturas y todos los aspectos del poder político y económico. Simplemente, cambiará la naturaleza del ser humano en sí mismo.
Todo ello parece que sucederá en muy poco tiempo, por lo que, desde un punto de vista histórico, podríamos calificarlo como un cambio muy acelerado, casi drástico.
Y esta es precisamente la clave de todo: si se produce un cambio tan rápido basado en el imparable desarrollo tecnológico… ¿cómo lo harán las élites que actualmente ostentan el poder basado en las viejas estructuras, para mantener su posición de control y privilegio cuando estas estructuras desaparezcan?
Realmente, pueden llegar a perderlo todo si no controlan adecuadamente la situación. Están cabalgando un caballo que se acerca a galope tendido a una amplia zanja; saben que el caballo va a saltarla irremediablemente, pero corren el peligro evidente de terminar por ser derribados.
La única manera de que este cambio imparable lleve a un nuevo escenario donde esas mismas élites sigan manteniendo el poder y el dominio, es que sean las propias élites las que dirijan todo el proceso de transformación. Deberán ser ellas las que realicen la demolición de las viejas estructuras y las que sienten los cimientos del nuevo paradigma que tanto les interesa.
En el mundo de las teorías alternativas, aquello que malintencionadamente vienen a llamarse “teorías de la conspiración”, se intuye desde hace tiempo que este proceso se vehiculará a través de un caos absoluto. Mucha gente en el mundo alternativo está convencida de que el viejo mundo será demolido de forma salvaje, a través de una vorágine de violencia, destrucción y muerte; un caos absoluto y aparentemente incontrolable que no solo derribará las viejas estructuras, sino que agotará la resistencia de toda la población, hasta que ésta suplique por la imposición de un nuevo orden que permita volver a la estabilidad y la paz.
¿Acaso es la pandemia este suceso?
Será entonces cuando las élites, que habrán perpetrado todo ese caos, aparecerán con la “solución” y todo el mundo, rendido y exhausto, la acabará abrazando de forma desesperada, imponiendo así las bases para el nuevo paradigma social, económico y político.
Se terminará con todo aquello que llevó al mundo al precipicio: las viejas fronteras nacionales, los poderes estatales, las ideologías, las religiones enfrentadas, las viejas divisiones étnicas. Habrá sido un “caos constructivo”, es decir, se habrá alcanzado un “orden a través del caos”.
Para entender esto de mejor manera, pongamos un buen ejemplo. Supongamos que las élites que gobiernan el planeta son como el capitán egoísta e irresponsable de un gran barco de pasajeros, que representa el viejo sistema. Así es. Un gran trasatlántico que, a pesar de estar muy bien pintado, es una auténtica chatarra.
El capitán y algunos de sus oficiales saben que el barco está en pésimas condiciones y que se hundirá tarde o temprano, pues las bodegas están llenas de vías de agua y no dan el abasto tapando los agujeros. Y lo peor es que hay muy pocos botes salvavidas para tantos pasajeros. Ante esta perspectiva, el capitán puede actuar de 2 diferentes maneras:
1. Puede cerrar los ojos a la situación y seguir navegando hasta que el barco decida naufragar por sí solo, algo que puede suceder sin avisar y en cualquier momento. Si el capitán decide actuar de esta manera, sabe que, al empezar a hundirse, los pasajeros se percatarán de lo que sucede y se desatará el pánico.
El pasaje desesperado se precipitará sobre los botes salvavidas y él y sus oficiales no podrán controlar la situación, lo que probablemente implicará que ese capitán irresponsable y egoísta se acabará hundiendo con el barco, algo que no está dispuesto a aceptar de ninguna manera.
2. Sabiendo que el barco se hundirá, el capitán puede utilizar esa información privilegiada en su propio beneficio: puede ser él mismo el que decida cómo y cuándo naufragará el navío. Esto le otorga la ventaja de organizar previamente, y sin que el pasaje se dé cuenta, los preparativos necesarios para alcanzar los botes y salvarse sin que una horda de pasajeros presa del pánico se lo impida.
Un loco que hablaría de vías de agua ocultas en las bodegas en las que nadie creería y de oficiales de alto rango que ya llevan puesto el chaleco salvavidas, lo que el pobre loco consideraría una señal evidente del naufragio que se avecina. Incluso afirmaría haber visto como, a escondidas, los oficiales llenan los botes con objetos valiosos que pretenden salvar. Pero los pasajeros lo seguirían considerando un lunático y un paranoico y seguirían bebiéndose a largos tragos, y entre risotadas, sus dulces y deliciosos cócteles.
Lamentablemente, así es como ven la realidad actual las personas del mundo alternativo. Y lo cierto es que hay muchos indicios que sustentan sus teorías.
Parece que vamos de cabeza hacia un completo colapso financiero global y hacia el estallido de una tercera guerra mundial de imprevisibles consecuencias. Un caos orquestado de magnitudes inimaginables. Las redes van llenas de pistas sobre un más que posible colapso económico, sobre el estallido de enormes burbujas financieras basadas en los derivados y en los bonos; sobre la caída del dólar como moneda de reserva mundial y las imprevisibles consecuencias que ello conllevaría.
A la vez, las noticias sobre las crecientes tensiones entre grandes potencias apuntan claramente al estallido de un gran conflicto. El conflicto en Ucrania está enfrentando a Rusia con Estados Unidos y sus aliados de la OTAN y amenaza con provocar una guerra entre potencias nucleares. Sin embargo, parece que la mayor parte de la gente, ve esto solo como una fantasía.
Todo esto está delante de nuestras narices. Los teóricos de la conspiración lo tienen clarísimo y las pruebas son casi irrefutables. Pero hay otra opción.
¿Y si todas estas amenazas “apocalípticas” no son más que una inmensa tomadura de pelo?
En los llamados “círculos conspirativos” habrá mucha gente que no querrá aceptarlo. Pero existe la posibilidad, nada desdeñable, de que todo este inminente caos que aparentemente se avecina, no sea más que una cortina de humo.
Y es que hay una opción alternativa más beneficiosa para las élites, que no necesita de un caos controlado para originar un cambio de paradigma. Esta opción alternativa consiste, no en provocar el caos, sino en hacernos creer a todos que ese caos se aproxima y evitarlo a última hora, ofreciéndonos una única alternativa para salvarnos: la solución que las élites aporten.
Algo así como llevarnos al borde de un abismo agarrados a una cuerda que se deshilacha y obligarnos a despojarnos de toda nuestra ropa y de nuestras posesiones para salvar el pellejo.
Ponernos en la disyuntiva de “¿Qué prefieres? ¿Perderlo todo y vivir desnudo y de prestado o caer al vacío con todo el equipo y morir reventado en el fondo del precipicio?”.
Te suena la frase: “En 2030 no tendrás NADA y serás Feliz”.
El mundo en 2030: un lugar sin privacidad ni propiedad privada (pide el WEF)
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*La semana próxima, no te pierdas la segunda y última parte de esta interesante serie: “La nueva sociedad mundial y el Nuevo Orden Mundial”.
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Y recuerda… “No asumas NADA, cuestiona TODO”.
Redacción Anwo.life