Esa bestia a la que llamamos “Sistema”, tiene una presencia cada vez menos abstracta, es decir, ya empieza a ser un ente con unas características bien definidas y reconocibles. Y una de ellas es un lenguaje propio, con unas lógicas propias y con una intencionalidad final concreta.
Un lenguaje que ha sido inoculado en nuestras mentes y que nos ha programado a todos sin que nos demos ni cuenta, para que seamos partícipes directos de la eliminación de nuestra propia identidad individual y de nuestra conversión en meras piezas de la maquinaria. Así pues, el “Sistema” actúa como si fuera una especie de maquinaria psíquica, que está instalada en nuestras psiques, programando todas nuestras acciones de forma semi-inconsciente.
Es muy difícil identificarlo correctamente, pues no tiene nombre, ni cara, ni cuerpo, ni podemos hacernos una imagen clara de él; se refleja en todas nuestras expresiones culturales, en lo que creemos que son nuestros anhelos y sueños, en nuestras leyes, en nuestras creencias e ideologías. Solo podemos detectar su presencia poderosa y omnisciente en los resultados, constatando que efectivamente está ahí, oculto en cada gesto y en cada uno de nuestros actos, dirigiendo la orquesta humana desde las sombras del inconsciente colectivo.
Pero desde hace un tiempo, relativamente corto, ha dado un salto adelante. Ha salido de las sombras y ha empezado a hablar con una voz propia cada vez más reconocible. El suyo es un lenguaje explícito, frío y eficiente, pero también, es extremadamente sincero. Nos dice, sin rodeos, que no nos considera seres humanos individuales, sino simples números susceptibles de ser sumados, restados o borrados en cualquier momento.
Lo podemos percibir en la profusión de lenguaje estadístico que inunda nuestras existencias y que nos ha convertido a todos en cifras abstractas parametrizables. Un ejemplo claro de cómo ese lenguaje está calando en nuestras mentes y en nuestra visión del mundo y de la realidad, lo podemos encontrar en los medios de comunicación y más concretamente al escuchar cualquier noticiero en la TV.
El principal idioma del Sistema: “La Televisión”
Fijémonos, por ejemplo, en lo que encontramos en un noticiario televisivo de forma habitual. Las noticias vienen acompañadas de una amplia profusión de fríos datos estadísticos, cuyo efecto principal es la uniformización, la despersonalización y la eliminación de cualquier expresión de individualidad.
Cuando combinamos esa deshumanización estadística con un bombardeo de imágenes morbosas, en forma de grandes desastres, espectaculares accidentes, explosiones, cadáveres, dolor y muerte, eso acaba teniendo un efecto devastador sobre nuestra forma de ver el mundo, a las demás personas y a nosotros mismos. Nos hemos acostumbrado a ver morir a seres humanos y a convertirlos automáticamente en datos estadísticos en nuestro cerebro, en forma de muertos o heridos y clasificándolos según etiquetas, como si fuera la cosa más natural del mundo.
Podríamos decir que la máquina nos está “mecanizando” a nosotros también, programando nuestras mentes con su lógica fría y calculadora, para que seamos como ella.
Pongamos un ejemplo:
Supongamos que, por la televisión, en un noticiario, nos muestran uno de esos vídeos de accidentes desgraciados grabados con una cámara de vigilancia. Nos muestran a una persona que pasea tranquilamente por la calle con su perrito y de repente, vemos como el animal cruza la calle de improviso, su dueño corre tras él y lo atropella un coche. Ver una imagen como esta, puede provocarnos un impacto emocional. No importa si esa persona es china, rusa, blanca o negra. Nos identificaremos con ella porqué está haciendo algo que podríamos hacer nosotros y le sucede algo que también podría sucedernos a nosotros mismos o a algún ser querido. Eso provoca que sintamos empatía hacia esa persona y que su desgracia nos provoque un cierto grado de dolor.
¿Pero qué sucede si yo acompaño esas imágenes con una nutrida dosis de fríos datos estadísticos?
Supongamos que nos muestran esas mismas imágenes, pero una voz en off nos va diciendo que “cada año mueren 1,500 personas atropelladas por distracciones en las ciudades del país, de las cuales, un 25% fallecen” y posteriormente, nos muestran vídeos muy cortos o en multipantalla de muchos otros atropellos en diferentes países, con los datos estadísticos comparativos de víctimas en aquellos lugares, con números de muertos, heridos y porcentajes de hombres y mujeres atropellados.
Esa profusión de datos, acompañada de las imágenes impactantes, tiene un efecto demoledor en nuestra forma de ver y sentir la realidad. De repente, ya no vemos a esa persona desconocida concreta con la que podíamos identificarnos y que podía provocarnos empatía; esa empatía se ve sustancialmente reducida, porque esa persona pasa a ser el reflejo visual de un dato estadístico.
Bien, pues este efecto de programación en nuestra mente, se repite de forma incesante y constante, hora tras hora, día tras día, sin que seamos conscientes de ello, como un veneno que va calando en nuestra psique gota a gota. Esa es la función principal de los medios de comunicación de masas, son la herramienta de uniformización masiva más poderosa de todos los tiempos.
Son la antena desde la que el sistema emite constantemente los paquetes de datos que deben ser instalados en nuestros cerebros para las consiguientes actualizaciones diarias del software del Sistema.
Si los analizamos con atención, descubriremos que esta programación mental propia de una máquina, está estructurada con una serie de lógicas internas completamente perversas, de las que nadie se da ni cuenta.
*No te pierdas la siguiente semana, la segunda parte de esta interesante serie: “El Lenguaje del Sistema: La parametrización social”.
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Y recuerda… «No asumas NADA, cuestiona TODO».
Redacción Anwo.life