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¡Europa entra en pánico! Rusia CORTA el suministro de gas a Polonia y Alemania
Publicado
hace 4 añosel
Por
ANWO
En las noticias bomba de la semana pasada, el exportador ruso de gas natural Gazprom, hizo exactamente lo que ha prometido, ha cerrado los flujos de gas a las naciones cuyos importadores de gas se niegan a pagar por el gas en rublos.
Los flujos de gas para Polonia y Alemania están detenidos a partir de hoy, confirmado por Bloomberg y otros puntos de venta. Los funcionarios de Polonia se encuentran actualmente en un estado de negación hilarante, alegando que tienen suficientes «reservas» para mantener el flujo de gas en los «hogares», pero sin mencionar que no habrá suficiente gas para alimentar los centros de generación de electricidad o clientes industriales que mantienen la economía del país fluyendo.
La situación es aún más grave en Alemania, donde los funcionarios acordaron exportar «tanques» a Ucrania, aunque en realidad ni siquiera son tanques.

Los “tanques” de Alemania que están siendo donados a Ucrania no son más que ATAÚDES DE ACERO para los soldados ucranianos. En primer lugar, estos no son tanques en absoluto. Son sistemas antiaéreos rastreados de corto alcance que NADIE en Ucrania sabe siquiera cómo operar. El tiempo de ENTRENAMIENTO para ejecutarlos es de 6 a 12 meses. NO habrá repuestos si están dañados. NADIE en Ucrania sabe cómo reparar estas unidades. Todo es una BROMA hilarante y patética por parte de Alemania.
Parece que Alemania está vaciando sus museos de guerra de hardware antiguo mientras exige que Rusia siga vendiéndole gasolina en euros, a pesar de que Alemania y otras naciones occidentales han declarado que Rusia ya no puede usar euros o dólares, debido a las sanciones económicas extremas impuestas contra Rusia (por Occidente).
Estas tácticas de intimidación de Occidente están resultando desastrosamente catastróficas para las naciones occidentales, y Alemania se enfrenta a la aniquilación casi total de su base industrial si no puede reemplazar de alguna manera las entregas de gas natural de Rusia (o encontrar una manera de pagar en rublos). El colapso de la industria alemana tardará una generación en recuperarse, si acaso, ya que el cierre de negocios de fabricación y la liquidación de sus activos generalmente implican la venta de hardware y la pérdida de la base de conocimientos humanos sobre cómo ejecutar ese hardware.
Todo esto por la virtud de señalar contra Rusia, al parecer. Alemania preferiría cometer un suicidio económico antes que permitir que Rusia obtenga otro rublo en ingresos por sus exportaciones de gas. No es que Rusia esté desesperada por obtener ingresos, por supuesto, ya que las ventas de energía rusas están en auge y los ingresos año tras año para Rusia están explotando al alza debido al fuerte aumento de los precios de la energía en el mercado global. China, Turquía, India y la mayoría de las demás naciones del mundo están felices de seguir comprando energía a Rusia, incluso si Alemania, Polonia, el Reino Unido y los EE. UU. se niegan a hacerlo.
Ucrania es el cementerio de Europa para el hardware militar obsoleto… y los soldados ucranianos están pagando con sus vidas
La realidad de esta táctica triste y patética de las naciones de la OTAN es que Ucrania se ha convertido en un vertedero (o cementerio) de equipo militar obsoleto, casi de la era de un museo, del que las naciones de la OTAN están tratando desesperadamente de deshacerse mientras afirman estar «ayudando» a Ucrania:
- Polonia está entregando una cantidad desconocida de algún tipo de tanques Ucrania.
- Alemania está entregando vehículos con orugas antiaéreos de la era de los museos a Ucrania.
- La República Checa está entregando algunos tanques T-72 obsoletos.
- Reino Unido está enviando vehículos blindados Stormer con misiles antiaéreos.
- Según los informes, Eslovenia también está enviando algunos tanques T-72.
Lo que en realidad están logrando es la muerte masiva de soldados ucranianos que morirán en estos ataúdes de acero, dadas todas las siguientes verdades innegables:
- Las fuerzas militares ucranianas tienen casi cero entrenamiento en estos extraños equipos, excepto quizás los T-72.
- Prácticamente no hay piezas de repuesto disponibles para mantener estas cosas en funcionamiento, ya que en gran medida ya no están en producción.
- Hay muy poca munición disponible para el hardware, y es casi imposible entregar munición a las líneas de batalla debido a los esfuerzos de interdicción ferroviaria de Rusia.
- No hay interoperabilidad entre todo este hardware extraño que proviene de diferentes naciones, diferentes épocas, diferentes fabricantes, etc. No usan las mismas partes, sus comunicaciones están configuradas de manera diferente, sus requisitos de mantenimiento no están unificados, sus pistas no son intercambiables, etc. Es toda una broma patética.
- Muchos de estos equipos han permanecido en almacenes durante años o décadas, experimentando oxidación interna del motor (debido a la acumulación de agua en los motores diésel) y oxidación de los componentes. Es cuestionable si estos vehículos sobrevivirán los primeros 30 días de uso real sin descomponerse y convertirse en pesos de papel de varias toneladas.
Si bien algunos de los T-72 pueden ser útiles en posiciones defensivas, la mayor parte de este hardware no es más que un tiro de pavo para los aviones rusos modernos, los sistemas de misiles y los tanques de campo de batalla bien equipados.
Sin embargo, los libtards en Estados Unidos, personas que son lo suficientemente estúpidas como para creer en los medios corporativos, piensan «¡Ucrania está ganando!» Incluso cuando la red eléctrica está a punto de experimentar apagones en Polonia y Alemania, con escasez de diésel en el Reino Unido y estantes de alimentos que comienzan a quedarse vacíos en la mayor parte de Europa Occidental.
¿Cómo, exactamente, la OTAN está ganando de nuevo? Rusia está conquistando territorio, obteniendo ingresos récord por exportaciones de energía y experimentando un gran apoyo para su moneda nacional, todo mientras el dólar continúa erosionándose y el yen japonés está al borde de un colapso total.
Tal vez esto sea «ganador» si eres el tipo de idiota que cree que los hombres también pueden quedar embarazados. En el mundo de los cuentos de hadas delirantes, supongo que los Waketards delirantes pueden torcer cualquier cosa para que parezca su opuesto. Pero en ningún universo arraigado en la realidad Rusia está “perdiendo” esta guerra. Rusia está logrando una victoria metódica y decisiva, mientras que los EE. UU. y la OTAN están parados, riéndose de haber vaciado sus viejos almacenes de equipo militar oxidado y apenas operativo con las víctimas y soldados de Ucrania que morirá en el campo de batalla (que resulta que están siendo explotados y asesinados por la OTAN y Occidente).
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Actualidad
Calentamiento global S.A.: cómo lucrar con el fin del mundo
Publicado
hace 2 mesesel
10 de septiembre de 2025Por
ANWO
El calentamiento global se transformó en el miedo universal del siglo XXI. No importa dónde vivas, qué idioma hables o a qué partido político sigas: la narrativa es la misma —“la Tierra está en peligro y tú eres el culpable”.

La estrategia psicológica
Este discurso no es nuevo: en la historia se ha usado el miedo al castigo divino, el miedo al comunismo, el miedo al terrorismo… Hoy, el miedo climático cumple la misma función.
El ciudadano común se siente responsable de sequías, huracanes y derretimiento de glaciares, aunque en realidad su huella sea insignificante frente a la de corporaciones, ejércitos y grandes industrias.
El truco consiste en internalizar la culpa: hacer que la gente piense que por usar popote o no reciclar está condenando al planeta entero.
Del miedo al consumo
Cuando el miedo ya está instalado, se ofrece la redención.
- ¿Sientes culpa por contaminar? Compra bolsas de tela.
- ¿Temes al plástico? Compra botellas “biodegradables”.
- ¿Quieres salvar al planeta? Paga más por un empaque eco-friendly.
Se crea así un mercado de la conciencia tranquila, donde los productos no se venden por lo que son, sino por el alivio moral que generan.
Impacto real vs. impacto comercial
El problema es que muchas de estas soluciones son más marketing que ecología:
- Un popote de metal requiere tanta energía en su producción que necesita cientos de usos para compensar un popote de plástico.
- Los plásticos “biodegradables” se degradan solo en plantas industriales, no en tiraderos comunes.
- La ropa reciclada muchas veces es solo una mezcla mínima de fibras plásticas, pero se vende a precio premium.
En otras palabras: el planeta sigue ardiendo, pero el negocio crece. El miedo no se resuelve, se administra como un recurso renovable para mantener el consumo constante.
El caso del “popote”
En 2018, millones de personas alrededor del mundo se convencieron de que el popote de plástico era el gran enemigo del planeta. Campañas virales, fotos de tortugas con popotes en la nariz, videos desgarradores.
El mensaje fue claro: si usas popote, destruyes la vida marina.
¿Resultado? Gobiernos prohibieron los popotes, restaurantes los retiraron y las marcas aprovecharon la ola para vender popotes metálicos, de bambú o de vidrio a precios mucho más altos.
El detalle: los popotes representan menos del 0.025% del plástico en los océanos. La mayor parte proviene de redes de pesca, transporte marítimo y basura industrial. Pero esos sectores no se tocan porque son negocios intocables.
En otras palabras, se trasladó la culpa al consumidor común y se creó un mercado millonario de popotes alternativos, mientras el problema real quedó intacto.
La moda “verde” corporativa
Algo similar ocurre con las grandes marcas de bebidas y comida rápida:
Las compañías de ropa producen “colecciones recicladas” que representan apenas un porcentaje mínimo de su producción total, pero sirven para construir imagen y subir precios.
Sacan botellas con 30% de plástico reciclado y las venden como revolución sustentable.
Lanzan ediciones limitadas “eco” que cuestan más, aunque la producción global siga siendo igual de contaminante.
El miedo climático funciona como un producto en sí mismo: se vende la idea de que el consumidor individual puede salvar al planeta con compras simbólicas, mientras los verdaderos responsables mantienen intactas sus prácticas.
Al final, lo que menos cambia es el planeta… lo que más crece son los márgenes de ganancia.

Los nuevos gigantes verdes
Si el miedo es el producto, los gigantes corporativos son los que monopolizan la venta de la salvación. En nombre del calentamiento global, las grandes empresas han encontrado la forma de presentarse como héroes del planeta, al tiempo que crean nuevos imperios económicos.
Autos eléctricos: la promesa de “cero emisiones”
El auto eléctrico es el símbolo máximo de la transición verde. Se vende como “cero emisiones”, pero detrás de esa imagen hay una realidad mucho menos limpia:
- La extracción de litio, cobalto y níquel para baterías destruye ecosistemas completos y deja comunidades enteras sin agua.
- La mayor parte de la electricidad que los recarga proviene todavía de carbón, gas o petróleo.
- Las baterías usadas generan un nuevo problema de desechos tóxicos para el que aún no existe solución global.
Aun así, gobiernos de todo el mundo subsidian su compra, beneficiando principalmente a las grandes automotrices. No es salvar el planeta, es crear un nuevo mercado cautivo.
Créditos de carbono: contaminar pagando
Los llamados “créditos de carbono” son la genialidad del capitalismo verde: una empresa altamente contaminante puede seguir emitiendo CO₂ siempre que pague por proyectos compensatorios, como plantar árboles o financiar energías renovables en otro país.
El resultado:
- Empresas siguen contaminando igual.
- Los gobiernos presumen reducciones en papel.
- Se abre un mercado especulativo de bonos y certificados que se comercian como acciones en Wall Street.
En otras palabras, se convirtió en un negocio global donde contaminar es legal si pagas lo suficiente.
Energías renovables: sol y viento… con dueño
La transición energética es otra bandera verde. Paneles solares y aerogeneradores se presentan como la panacea, pero:
- Los megaproyectos solares y eólicos requieren miles de hectáreas, muchas veces en tierras comunales o ejidales, donde las comunidades terminan desplazadas.
- Los beneficios económicos se concentran en grandes corporaciones extranjeras, no en los habitantes locales.
- La fabricación de paneles solares y turbinas también depende de materiales que contaminan en su extracción.
Así, el “futuro limpio” tiene dueño y factura miles de millones, aunque la justicia ambiental sea mínima.
Los gigantes verdes no están resolviendo el problema, lo están reconfigurando en un mercado global. Cada solución se convierte en un producto, cada producto en un negocio, y cada negocio en una oportunidad de control. El planeta arde, pero los nuevos titanes verdes no buscan apagar el fuego: buscan vendernos el extinguidor.

Fondos, subsidios e impuestos “verdes”
La industria del calentamiento global no solo se sostiene con productos de consumo masivo, sino con un andamiaje financiero y político que asegura flujos de dinero constantes. Es el negocio institucionalizado: gobiernos que subsidian, bancos que invierten y ciudadanos que pagan.
Fondos verdes: trillones en juego
El cambio climático abrió una de las mayores oportunidades de inversión del siglo XXI: los bonos climáticos y los fondos de inversión verdes.
- Según la Climate Bonds Initiative, el mercado de bonos verdes supera ya los 2.5 billones de dólares a nivel global.
- Empresas y gobiernos los emiten para financiar proyectos supuestamente sustentables, pero muchas veces los fondos acaban en megaproyectos polémicos (presas, parques eólicos, minería “verde”).
- Al final, Wall Street y los bancos internacionales encuentran en el “planeta en peligro” un motor financiero estable y de largo plazo.
Subsidios estatales: el dinero público al rescate
Los gobiernos destinan miles de millones en subsidios y estímulos fiscales para las llamadas “tecnologías limpias”:
- Compra de autos eléctricos.
- Instalación de paneles solares.
- Incentivos fiscales a corporaciones energéticas.
El problema: gran parte de estos beneficios no llegan al ciudadano común, sino a empresas que ya son gigantescas. Tesla, por ejemplo, construyó su imperio inicial gracias a subsidios estatales en EE. UU. y China. Lo que parece política ambiental es en realidad transferencia de riqueza pública hacia corporaciones privadas.
Impuestos verdes: la carga al consumidor
Bajo el argumento de “cuidar el planeta”, se han creado nuevas figuras fiscales:
- Impuestos al carbono en combustibles y transporte.
- Cobros extra por empaques no reciclables.
- Tarifas ambientales en turismo y aviación.
En la práctica, estas medidas no modifican las prácticas de los grandes contaminadores, pero sí encarecen la vida cotidiana del ciudadano. El consumidor paga más por productos “eco” mientras las corporaciones continúan operando sin cambios estructurales.
Los fondos, subsidios e impuestos “verdes” son la columna vertebral de la industria del calentamiento global. Se presenta como política ambiental, pero es en realidad un sistema financiero paralelo que canaliza dinero público y privado hacia quienes han sabido monetizar el miedo climático. El planeta sigue esperando resultados; los balances contables, en cambio, no paran de crecer.

Lo que queda fuera del discurso
En cada cumbre internacional, en cada campaña oficial y en cada reportaje sobre el calentamiento global, hay grandes ausentes. Son sectores tan poderosos que se mantienen fuera del radar mediático y político, aunque sean responsables de una parte sustancial de las emisiones globales.
El transporte marítimo y aéreo: la excepción invisible
- El transporte marítimo internacional mueve más del 80% del comercio mundial y es responsable de cerca del 3% de las emisiones globales de CO₂, lo mismo que un país entero como Alemania.
- La aviación comercial, con millones de vuelos al año, representa casi otro 2.5% de las emisiones globales.
- Sin embargo, en los acuerdos climáticos internacionales, estos sectores aparecen apenas con compromisos voluntarios, sin regulaciones estrictas ni impuestos proporcionales.
El mensaje es claro: puedes multar al ciudadano por usar bolsas de plástico, pero no tocas al buque carguero que trae 10 mil contenedores de China.
La industria militar: el intocable mayor contaminado
El ejército de EE. UU. es considerado el mayor consumidor institucional de petróleo en el mundo. Su gasto energético supera al de países enteros.
- Aviones de combate, tanques, portaaviones y bases militares generan una huella de carbono monumental.
- Aun así, la industria militar queda fuera de las negociaciones climáticas internacionales: no aparece en los compromisos de reducción de emisiones ni en los informes globales.
En otras palabras: se puede culpar al ciudadano por usar un auto viejo, pero los ejércitos pueden seguir contaminando sin que nadie los cuestione.
Las corporaciones que se “pintan de verde
Grandes compañías de petróleo, gas y minería lanzan campañas millonarias para mostrar su compromiso ambiental. Pero:
- Siguen expandiendo proyectos de extracción.
- Financian investigaciones y ONGs que suavizan su imagen.
- Pagan bonos de carbono para legitimarse como “net zero” sin modificar su modelo de negocios.
Es un lavado verde de imagen: contaminan a gran escala mientras trasladan la culpa y el costo al consumidor común.
El discurso climático oficial está diseñado para señalar lo que conviene y silenciar lo que amenaza al negocio. Los sectores más poderosos —transporte global, industria militar y megacorporaciones— permanecen intocables.
La narrativa del calentamiento global no es solo ciencia: es también un guion político y económico donde los verdaderos responsables nunca aparecen en escena.

Salvar al planeta o salvar bolsillos
El calentamiento global existe y es un fenómeno real, pero su gestión se ha convertido en un negocio multimillonario disfrazado de salvación ambiental. La confusión intencional entre cambio climático (natural) y calentamiento global (atribuido al humano) ha permitido construir un guion político y económico que funciona con tres pasos muy claros:
- Instalar el miedo: el mundo se va a acabar.
- Culpabilizar al ciudadano: tu consumo, tus bolsas, tus popotes.
- Ofrecer la redención: compra productos verdes, paga impuestos, acepta subsidios que terminan en manos corporativas.
El resultado es un sistema perfecto de transferencia de riqueza:
- Gobiernos que recaudan nuevos impuestos ambientales.
- Corporaciones que facturan con el sello “eco”.
- Bancos que especulan con bonos climáticos.
- Y ciudadanos que pagan más caro por todo mientras el planeta sigue en crisis.
La gran ironía es que lo único verdaderamente sustentable es el negocio mismo, no el futuro de la Tierra. El discurso ambiental se convierte en un escaparate de marketing donde lo verde no significa limpio, sino rentable.
“Calentamiento global S.A.” no es solo un juego de palabras: es la realidad. Una industria que lucra con el miedo, que convierte la culpa en dinero y que asegura que, aunque el planeta siga ardiendo, sus bolsillos nunca dejen de crecer.
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Editorial
¿Está el Ejército Mexicano preparándose para una intervención extranjera?
Publicado
hace 3 mesesel
28 de julio de 2025Por
ANWO
Por: Andrew Garza
En los últimos meses han comenzado a circular rumores inquietantes: ejercicios militares atípicos, discursos nuevos desde la Sedena, análisis de inteligencia informal y voces desde dentro del propio ejército que advierten que México podría estar anticipando una posible intervención extranjera.
¿Se trata solo de paranoia alimentada por redes sociales? ¿O realmente hay señales que apuntan a un giro defensivo en la doctrina militar del país?
Esta es la pregunta que hoy nos toca plantear. Porque, aunque no haya tanques en las calles ni declaraciones oficiales de guerra, algo está cambiando en el discurso, en la forma y en el fondo del aparato militar mexicano.
1. Señales que encienden las alertas
Cambios en ejercicios militares
De acuerdo con observadores y veteranos, algunas unidades del Ejército Mexicano han comenzado a realizar maniobras con lógica de defensa territorial, no solo combate urbano contra el crimen organizado. Estas prácticas incluyen:
- Simulación de control de rutas estratégicas y zonas fronterizas.
- Respuesta rápida a inserciones externas.
- Uso de armamento pesado y artillería de campaña fuera del contexto de desastres naturales.
Aunque no hay comunicados oficiales que lo confirmen, se trata de un patrón que rompe con la rutina tradicional de los planes DN-II y DN-III, enfocados en seguridad interior y atención a desastres.
Un nuevo discurso desde la Sedena
La narrativa institucional también ha cambiado sutilmente. Donde antes se hablaba de “apoyo a la población” y “seguridad pública”, ahora se comienza a escuchar:
- “Defensa de la soberanía”,
- “Protección de fronteras” y
- “Preparación ante amenazas externas”.
Estas frases no son casuales. Denotan un desplazamiento simbólico hacia una visión más geopolítica del rol de las Fuerzas Armadas.
Rumores dentro del Ejército
Algunos analistas que mantienen contacto con personal activo reportan comentarios discretos entre mandos medios y altos, quienes:
- Aseguran estar recibiendo instrucciones más orientadas a escenarios de conflicto externo.
- Advierten sobre ejercicios que incluyen la simulación de ingreso de tropas extranjeras.
- Mencionan una creciente presión política para mantener “el control territorial total”.
Si bien se trata de información no confirmada, el hecho de que estos rumores circulen dentro del Ejército es ya un dato relevante.
Lo que dicen los medios alternativos
Programas como Tras las Líneas y figuras como GAFE423 han planteado con seriedad una hipótesis incómoda:
“El Ejército Mexicano se está preparando no para invadir, sino para repeler una invasión.”
En su análisis, vinculan esta postura con las declaraciones públicas de Donald Trump y legisladores republicanos que han sugerido intervenir militarmente en México para combatir a los cárteles, incluso sin autorización del gobierno mexicano.
Según estos analistas, la Sedena podría estar anticipando un escenario de intervención “quirúrgica” por parte de Estados Unidos, y estar calibrando sus capacidades para evitarlo o, al menos, dificultarlo.
2. La realidad y los límites del discurso
Doctrina legal del Ejército Mexicano
Por Constitución, las Fuerzas Armadas están diseñadas para actuar dentro del territorio nacional. El Plan DN-I —dedicado a la defensa ante agresiones externas— nunca ha sido activado en la historia reciente, y solo puede ponerse en marcha mediante declaración oficial del Senado.
No hay despliegues defensivos reales
A pesar de los rumores y el discurso, no hay evidencia visible de una movilización militar con objetivos defensivos:
- No se han instalado cuarteles avanzados en la frontera.
- No hay reportes de compras masivas de equipo defensivo ni despliegue aéreo estratégico.
- Las acciones continúan concentradas en seguridad pública, migración y combate al crimen.
La postura del gobierno
La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara:
“Nuestro territorio es inviolable. Nuestra soberanía es inviolable. Podemos cooperar, pero nunca aceptaremos tropas estadounidenses en nuestro suelo.”
Sedena, por su parte, mantiene el discurso de colaboración, pero también ha endurecido el tono en cuanto a soberanía y autonomía operativa.
¿Y si es solo una narrativa?
Existe también otra lectura: que todo esto no es preparación real para un conflicto armado, sino una narrativa estratégica con fines internos:
- Justificar un mayor presupuesto militar.
- Expandir la militarización del territorio bajo el pretexto de seguridad nacional.
- Generar cohesión interna en el Ejército ante un escenario político volátil.
3. Entre la sospecha y la evidencia
El Ejército Mexicano no está movilizando tropas, ni hay señales claras de preparación para una guerra.
Pero sí es cierto que:
- El discurso ha cambiado.
- Los entrenamientos se están adaptando.
- Circulan rumores internos sobre escenarios de conflicto externo.
¿Es paranoia o prevención? ¿Narrativa política o preparación táctica?
Por ahora, la evidencia apunta más a lo segundo. Pero cuando las Fuerzas Armadas cambian su lógica, vale la pena al menos hacerse la pregunta.
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Pánico en Italia por la Subida de Precios de la Pasta: ¿Impactará en Estados Unidos?
Publicado
hace 2 añosel
12 de junio de 2023Por
ANWO
En Italia, la pasta es un asunto serio y fundamental en la vida diaria. Por lo tanto, no es sorprendente que los precios disparados de los espaguetis, fettuccinis, bucatinis y otros favoritos hayan causado pánico en Italia. Una inminente crisis de la pasta ha asustado tanto a los italianos que el gobierno ha convocado reuniones especiales para abordar el aumento de precios. Incluso los consumidores italianos enojados han llamado a una «huelga de pasta» para protestar contra los precios en aumento.
(más…)“AYÚDANOS A MANTENER ESTA INFORMACIÓN DISPONIBLE PARA TI Y MILES DE PERSONAS MÁS”.
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