Élite y Gobierno Mundial
El Club de Roma y la Agenda Globalista: Cómo el Miedo al Cambio Climático Justifica la Esclavitud Global
Publicado
hace 2 añosel
Por
ANWO
En la década de 1970, Estados Unidos y gran parte del mundo occidental se enfrentaban a una crisis económica estancada. Nixon eliminó por completo el estándar oro del dólar en 1971 con la ayuda de la Reserva Federal (o tal vez bajo la dirección de la Fed), lo que finalmente aumentó las presiones inflacionarias. El auge de la posguerra en Europa llegó a su fin abruptamente, mientras que los precios de los bienes (y del petróleo/gasolina) en Estados Unidos se dispararon hasta 1981-1982, cuando la Reserva Federal aumentó drásticamente las tasas de interés hasta alcanzar alrededor del 20% y provocó una recesión intencional.
Curiosamente, el Fondo Monetario Internacional había creado el sistema de Derechos Especiales de Giro (DEG) en 1969, justo antes de que se eliminara el patrón oro (el mismo DEG que el FMI está preparado para utilizar como base de un mecanismo global de moneda digital). Además, el Foro Económico Mundial fue fundado en 1971.
Esta época a menudo se representa en películas como una era despreocupada de música disco, drogas, hippies y rock and roll, pero la realidad es que a principios de la década de 1970 fue el comienzo del fin para Occidente: fue el momento en que nuestros cimientos económicos fueron saboteados y la prosperidad de la clase media fue robada lentamente, pero de manera segura mediante la inflación.
En medio de esta «crisis económica», a la que Jimmy Carter se refirió más tarde como una «crisis de confianza», las Naciones Unidas y los grupos asociados de élites globalistas estaban trabajando arduamente para desarrollar un plan para convencer a la población de que aceptara la centralización del poder a nivel mundial. Sus objetivos eran bastante directos. Querían:
- Una justificación para el control gubernamental sobre el número de población humana.
- El poder para limitar la industria.
- El poder para controlar la producción de energía y dictar las fuentes de energía.
- El poder para controlar o limitar la producción de alimentos y la agricultura.
- La capacidad de microgestionar la vida de las personas en nombre de un «bienestar» posteriormente definido.
- Una sociedad socializada en la que se abandonaran los derechos individuales de propiedad.
- Un sistema económico mundial que ellos manejarían.
- Un sistema monetario mundial.
- Un gobierno mundial que gestionara un puñado de regiones separadas.
Una de las citas más reveladoras sobre esta agenda proviene del ex subsecretario de Estado de la administración Clinton, Strobe Talbot, quien declaró en la revista Time lo siguiente:
«En el próximo siglo, las naciones, tal como las conocemos, serán obsoletas; todos los estados reconocerán una autoridad global única… La soberanía nacional no fue una idea tan genial después de todo».
Para comprender cómo funciona esta agenda, cito una frase del miembro globalista del Consejo de Relaciones Exteriores, Richard Gardner, en un artículo de la revista Foreign Affairs en 1974 titulado «El difícil camino hacia un orden mundial»:
«En resumen, la ‘casa del orden mundial’ tendrá que construirse desde abajo hacia arriba en lugar de desde arriba hacia abajo. Se verá como una gran ‘confusión bulliciosa y vibrante’, para usar la famosa descripción de William James de la realidad, pero una estrategia que evite la soberanía nacional erosionándola poco a poco logrará mucho más que un asalto frontal al estilo antiguo».
En otras palabras, los globalistas sabían que el incrementalismo sería la única forma de lograr una estructura de poder mundial que gobernara abiertamente, en lugar de esconder el dominio de las élites detrás de organizaciones clandestinas y políticos títeres. Quieren un imperio global en el que se conviertan en los «Reyes Filósofos» ungidos descritos en La República de Platón. Sus egos narcisistas no pueden evitar anhelar la adoración de las masas a las que secretamente odian.
Pero incluso con el incrementalismo, saben que eventualmente el público descubrirá el plan y buscará resistir a medida que nuestras libertades se erosionen. Establecer un imperio es una cosa; mantenerlo es otra. ¿Cómo podrían los globalistas salir de su armario autoritario, eliminar las libertades individuales y gobernar el mundo sin una rebelión que finalmente los destruya?
La única forma en que un plan así funcionaría es si la gente, los campesinos en este imperio, ACEPTAN su propia esclavitud. El público tendría que ver la esclavitud como un deber solemne y una cuestión de supervivencia, no solo para ellos mismos, sino para toda la especie. De esta manera, si alguien se rebela, sería visto como un monstruo por la comunidad. Estarían poniendo en peligro al colectivo al desafiar la estructura de poder.
Así, los globalistas ganan. No solo por hoy, sino para siempre, porque ya no habría nadie que se les oponga.
Experimentamos un gran ejemplo de este tipo de guerra psicológica durante el miedo pandémico, en el que se nos dijo que un virus con una tasa de mortalidad por infección de solo el 0,23% era suficiente para eliminar la mayoría de nuestros derechos humanos. Afortunadamente, un grupo lo suficientemente grande de personas se levantó y luchó contra los mandatos y pasaportes. Sin embargo, hay una agenda de un «bienestar mayor» mucho más amplia en juego que los globalistas planean explotar, conocida como la llamada «crisis climática».
Queda claro que no hay EVIDENCIA ALGUNA de una crisis climática causada por las emisiones de carbono hechas por el hombre o las emisiones de gases de efecto invernadero. No hay eventos climáticos que estén fuera de lo común en términos de la línea de tiempo climática histórica de la Tierra. No hay evidencia que respalde las teorías de «puntos de inflexión» en las temperaturas. Además, la temperatura de la Tierra ha aumentado menos de 1°C en 100 años. El registro oficial de temperatura solo se remonta a la década de 1880, y esta línea de tiempo limitada es la que los científicos del clima financiados por la ONU utilizan como referencia para sus afirmaciones.
Explico por qué esta ciencia es fraudulenta en mi artículo «El engaño de la estufa de gas es una creación de los autoritarios del cambio climático». El punto es que la ONU ha estado promoviendo la histeria sobre un escenario climático apocalíptico falso, al igual que el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) promovieron el miedo y la histeria sobre una amenaza inexistente como el COVID-19. Y todo comenzó en la década de 1970 con un grupo vinculado a la ONU llamado El Club de Roma.
Los globalistas han estado planeando utilizar el ambientalismo como una excusa para la centralización desde al menos 1972, cuando el Club de Roma publicó un tratado titulado «Los límites del crecimiento». Financiando un estudio limitado sobre la industria y los recursos en colaboración con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), los hallazgos parecían estar escritos de antemano: el fin del planeta estaba cerca a menos que las naciones e individuos sacrificaran su soberanía. ¡Qué conveniente para los globalistas que financiaron el estudio!
Veinte años después, publicaron un libro titulado «La primera revolución global». En ese documento, discuten específicamente el uso del calentamiento global como vehículo para establecer una gobernanza supranacional:
«Al buscar un enemigo común contra el cual podamos unirnos, se nos ocurrió la idea de que la contaminación, la amenaza del calentamiento global, la escasez de agua, el hambre y cosas por el estilo podrían servir. En su totalidad y en sus interacciones, estos fenómenos constituyen una amenaza común que debe enfrentarse todos juntos. Pero al designar estos peligros como enemigos, caemos en la trampa, de la cual ya hemos advertido a los lectores, de confundir síntomas con causas. Todos estos peligros son causados por la intervención humana en los procesos naturales, y solo a través de cambios de actitud y comportamiento se pueden superar. Entonces, el verdadero enemigo es la humanidad misma».
Al hacer de la existencia misma de la humanidad una gran amenaza, los globalistas pretendían unificar al público en torno a la idea de controlarse a sí mismos. Es decir, el público tendría que sacrificar sus libertades y someterse al control en la creencia de que la especie humana es demasiado peligrosa para permitirle tener libertad.
¿Qué podemos deducir de esta transmisión y su mensaje? Los globalistas desean dos resultados específicos por encima de todo: el fin de la soberanía nacional y el fin de la propiedad privada a través del minimalismo socialmente incentivado. Los mismos objetivos que el Club de Roma delineó en la década de 1970 son las políticas impulsoras de la ONU y el Foro Económico Mundial hoy en día. El concepto de «economía compartida» que Klaus Schwab y el WEF a menudo promueven con orgullo no fue inventado por ellos, fue ideado por el Club de Roma hace 50 años.
Es una profecía auto cumplida: pasaron medio siglo inventando una crisis, generando terror público y luego ofreciendo las soluciones que querían imponer décadas atrás.
En última instancia, la agenda climática no tiene nada que ver con el medio ambiente y tiene todo que ver con la economía. El plan comenzó en medio de una verdadera crisis de estanflación, un momento en el que la población de la clase media tenía más miedo por el futuro y los precios subían rápidamente. Esta crisis no fue causada por la escasez de recursos, sino por la mala gestión del sistema financiero. No es una coincidencia que la culminación del esquema del calentamiento global esté teniendo lugar hoy, justo cuando nos enfrentamos a otro desastre de estanflación.
El Club de Roma es ahora una sombra de lo que fue en el pasado, llena de hippies absurdos, probablemente porque las Naciones Unidas y otros grupos de pensamiento globalista han asumido el papel que solía desempeñar. Sin embargo, la sombra del Club original está presente y su estrategia de sembrar el miedo sobre el clima se está utilizando ahora mismo para justificar una mayor supresión gubernamental en el ámbito energético y agrícola.
Si no son detenidos por el público, los mandatos totalitarios sobre las emisiones de carbono se convertirán en la norma. La próxima generación, que vivirá en la pobreza planificada, aprenderá desde temprana edad que los globalistas «salvaron al mundo» de una calamidad que nunca existió realmente. Se les dirá que la esclavitud de la humanidad es algo de lo que deben enorgullecerse, un regalo que mantiene viva a la especie, y cualquiera que cuestione esa esclavitud será considerado un villano egoísta que desea la destrucción del planeta.
En conclusión, detrás de la retórica del cambio climático y la histeria mediática se esconde una agenda globalista de control y centralización del poder. Los globalistas han utilizado la crisis climática como una excusa para erosionar la soberanía nacional, limitar las libertades individuales y promover una sociedad socializada en la que la propiedad privada sea abandonada. Es importante que la sociedad esté informada y vigilante ante estas manipulaciones, y que defienda la libertad, la soberanía y la verdad científica frente a las agendas ocultas de aquellos que buscan el poder y el control global.
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Élite y Gobierno Mundial
Manual del NOM: Cap. 2 “El andamiaje del poder”
Publicado
hace 1 mesel
24 de septiembre de 2025Por
ANWO
(Organismos que no elegiste, pero te gobiernan)
El poder que nadie eligió
Vivimos en un mundo donde la narrativa oficial sostiene que las decisiones más importantes son tomadas por gobiernos democráticamente electos. Sin embargo, muchas de las políticas que afectan tu salud, economía, alimentación, educación o libertad digital no provienen de tu congreso ni de tu presidente. Se diseñan en escritorios que no conoces, bajo sellos institucionales que suenan benévolos: FMI, OMS, ONU, WEF…
Y es aquí donde comienza el engaño.
Estos organismos no fueron creados por los pueblos, sino por élites que necesitaban un sistema global de control, camuflado de cooperación internacional. Se presentan como árbitros, pacificadores, asesores técnicos o expertos científicos, pero operan como ingenieros sociales con licencia para rediseñar sociedades enteras.
No tienes voto en sus decisiones.
No los puedes auditar.
No los puedes remover.
Y sin embargo, dictan las reglas del juego global.
Así funciona el “Nuevo Orden Mundial”: no como una dictadura visible, sino como una red de instituciones disfrazadas de autoridad moral, que moldean políticas nacionales bajo presión diplomática, condicionamientos financieros o chantajes ideológicos.
Organismos internacionales: entre ayuda y sometimiento
Estos son los grandes arquitectos del NOM. Analizarlos no significa negar que tengan algunas funciones útiles, sino evidenciar cómo han sido cooptados y pervertidos por intereses supranacionales. Vamos por partes:
🟦 ONU (Organización de las Naciones Unidas)
Narrativa oficial: promotor de la paz, los derechos humanos y la cooperación internacional.
Realidad funcional: laboratorio ideológico, promotor de agendas globales y legitimador de intervenciones políticas.
- Se fundó en 1945 como reemplazo de la Liga de las Naciones, con el discurso de evitar otra guerra mundial.
- Hoy funciona como una plataforma simbólica para consensos manipulados. La Asamblea General sirve de escaparate político, pero el poder real lo tiene el Consejo de Seguridad, controlado por las potencias nucleares (EE.UU., China, Rusia, Francia y Reino Unido).
- Promueve abiertamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que si bien suenan nobles, han sido usados para imponer agendas educativas, tecnológicas y de salud que no se someten a votación popular.
- Organismos derivados como la UNESCO, UN Women, UNICEF o ACNUR tienen misiones legítimas, pero su uso político ha sido denunciado incluso por países miembros que no comulgan con la agenda progresista occidental.
La ONU ya no busca paz, sino consenso para la uniformidad ideológica mundial.
🟩 OMS (Organización Mundial de la Salud)
Narrativa oficial: autoridad en salud pública global.
Realidad funcional: brazo ejecutor del biocontrol, aliado de farmacéuticas y gobiernos autoritarios.
- Se convirtió en actor central durante la pandemia de COVID-19, dictando lineamientos que fueron adoptados sin debate por cientos de países.
- Su financiamiento depende en gran parte de fundaciones privadas como la de Bill & Melinda Gates, lo que pone en duda su autonomía científica.
- Ha promovido tratados sanitarios internacionales que permitirían intervenir en la soberanía nacional de los países en futuras “emergencias de salud pública”.
- Fue acusada de inconsistencias, ocultamiento de información y colaboración política con China al inicio de la pandemia.
- El nuevo “Tratado Pandémico” que impulsa busca legalizar que la OMS tenga poderes ejecutivos supranacionales en caso de brotes sanitarios, incluyendo imposición de vacunas, restricciones de movilidad y control de información.
La OMS ha mutado de guía sanitaria a instrumento de control biomédico global.
🟨 FMI y Banco Mundial
Narrativa oficial: ayuda financiera a países en desarrollo.
Realidad funcional: deudores eternos, reformas impuestas, extractivismo disfrazado.
- El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial fueron creados en Bretton Woods (1944) para “reconstruir” el mundo tras la guerra.
- A partir de los años 80, se convirtieron en instrumentos de recolonización económica: prestan dinero a cambio de “ajustes estructurales”.
- ¿Qué significa eso? Privatizar recursos públicos, eliminar subsidios, despedir empleados estatales, abrir mercados a corporaciones extranjeras y reducir gasto social.
- En la práctica, los países pierden soberanía fiscal y legislativa al someterse a las condicionalidades del FMI.
- El Banco Mundial financia proyectos de infraestructura, pero muchos de ellos han resultado en despojos territoriales, desplazamientos forzados y endeudamiento eterno.
No prestan dinero para salvar naciones, sino para convertirlas en colonias económicas al servicio del capital financiero.
🟥 WEF (Foro Económico Mundial)
Narrativa oficial: espacio para discutir el futuro global.
Realidad funcional: club elitista donde se pactan los hilos del poder sin escrutinio alguno.
- Fundado por Klaus Schwab, este foro reúne cada año en Davos a presidentes, CEOs, banqueros y celebridades para “dialogar” sobre el mundo.
- En realidad, se trata de un espacio cerrado para imponer visiones tecnocráticas como el famoso “Gran Reinicio” (“The Great Reset”).
- En sus propios documentos se afirma que en el futuro “no tendrás nada, y serás feliz”, promoviendo una economía sin propiedad privada, pero controlada digitalmente.
- El WEF ha sido el impulsor clave de la digitalización de la vida humana, el avance del crédito social, el control mediante inteligencia artificial y la transformación de los derechos individuales en “privilegios condicionales”.
No es un think tank, es un centro de planificación del totalitarismo tecnológico.
Tratados globales: El nuevo campo de batalla
Los tratados internacionales solían ser acuerdos entre Estados soberanos, firmados con el objetivo de cooperación mutua. Pero en el marco del Nuevo Orden Mundial, se han transformado en instrumentos de imposición unilateral, donde las verdaderas decisiones se toman fuera del alcance ciudadano y se imponen con la excusa de “urgencias globales”.
📜 De la firma a la sumisión
- Los tratados actuales se diseñan bajo el pretexto de protegernos: del cambio climático, de las pandemias, del terrorismo, del crimen cibernético o de las crisis financieras.
- En teoría, los gobiernos los firman voluntariamente. En la práctica, hay presiones diplomáticas, económicas o geopolíticas para alinearse o quedar excluido del sistema.
- Una vez firmados, los congresos nacionales rara vez modifican el contenido. Y aunque lo aprueben formalmente, el pueblo jamás es consultado.
🌎 Ejemplos clave:
🔹 Tratado Pandémico (OMS)
- Busca otorgar poder supranacional a la OMS para tomar decisiones de salud pública en nombre de los países.
- Implicaría aceptar vacunación obligatoria, confinamientos, censura digital y control biométrico sin necesidad de legislación nacional.
- Los gobiernos podrían ser forzados a adoptar normas sin opción a rechazarlas.
🔹 Acuerdos climáticos (Agenda 2030, Acuerdo de París)
- Más allá del discurso verde, se imponen restricciones productivas, energéticas y de movilidad que afectan desproporcionadamente a países en desarrollo.
- Mientras las potencias contaminantes siguen operando, se exige a los países pobres que reduzcan emisiones sacrificando crecimiento y soberanía energética.
🔹 Tratados de gobernanza digital
- Proponen regular el internet y la información bajo estándares globales (como los impulsados por la ONU y el WEF).
- Buscan crear “identidades digitales universales”, limitar contenidos “peligrosos” (aka disidencia), y conectar toda tu vida a un sistema de puntaje social.
⚠️ La trampa legal
- Una vez firmado, un tratado tiene rango constitucional en muchos países.
- Si las cláusulas contradicen tu constitución… prevalece el tratado.
- Es la puerta trasera perfecta para legalizar lo que los pueblos nunca aceptarían abiertamente.
Gobierno sin rostro: ¿quién da las órdenes?
Detrás de los logos relucientes y las palabras diplomáticas, existe una red transnacional de poder no electo, formado por élites corporativas, financieras, filantrópicas y tecnocráticas que han aprendido a gobernar sin mostrar el rostro… y sin recibir castigo.
🧠 Think Tanks: las mentes del NOM
- Instituciones como el Council on Foreign Relations (CFR), Trilateral Commission, Chatham House, Brookings Institution, Club de Roma, entre otras, elaboran la doctrina que luego los organismos implementan.
- No legislan ni ejecutan, pero definen qué debe ocurrir. Son el cerebro gris del sistema.
🧬 Fundaciones privadas: filantropía con fines de control
- Fundación Bill y Melinda Gates: no solo financia vacunas, sino también medios, universidades y políticas públicas.
- Open Society Foundations (George Soros): financia movimientos ideológicos, reformas judiciales, educación con sesgo y control electoral.
- Fundación Rockefeller: impulsó desde los años 70 conceptos como el control poblacional, los pasaportes sanitarios y el gobierno global.
Estas fundaciones no rinden cuentas a ningún parlamento, pero intervienen directamente en decisiones soberanas de múltiples países.
🏦 Corporaciones: los gobiernos reales
- Google, BlackRock, Vanguard, Pfizer, Meta, Amazon, Microsoft…
- No están sujetas a votación. Sus CEOs no te representan.
- Pero poseen más poder que muchos Estados-nación. Pueden censurar presidentes, colapsar economías, financiar campañas políticas y rediseñar el futuro digital del planeta.
👤 La élite oculta
- Klaus Schwab, Larry Fink, George Soros, Bill Gates, Elon Musk, los Rothschild, los Rockefeller… No importa si crees que son parte de una conspiración.
- Lo son, pero legalizada.
- Son los nodos visibles de una estructura interconectada de influencia, que opera con total impunidad desde el lenguaje de la “innovación”, la “sostenibilidad” o la “salud pública”.
🕳️ Y tú… en qué momento votaste por ellos?
- ¿Decidiste que tu economía dependiera del FMI?
- ¿Que tu información de salud la controle la OMS?
- ¿Que tu privacidad digital esté en manos de Google y Meta?
- ¿Que el mundo se rediseñe desde Davos?
Nadie votó por eso.
Nadie fue consultado.
Y sin embargo, la maquinaria avanza.
Resistencia estructurada: ¿hay salida?
Hablar del Nuevo Orden Mundial puede generar dos reacciones extremas:
🔹 Por un lado, el fatalismo: “No se puede hacer nada. Todo está perdido.”
🔹 Por otro, el negacionismo ingenuo: “Eso no existe, todo es conspiración barata.”
Pero entre ambos extremos hay un campo real: la resistencia consciente, estructurada, informada. Y aunque no es fácil, existe.
🌍 1. Bloques que han dicho NO… aunque con matices
Algunos países o coaliciones han enfrentado directa o indirectamente el andamiaje del NOM:
🔸 Rusia y China
- Han rechazado abiertamente ciertas imposiciones del FMI, de la ONU y del WEF.
- Han creado sistemas financieros alternativos (como el CIPS en China) para competir con SWIFT.
- También promueven su propia narrativa sobre soberanía digital, valores tradicionales y multipolaridad.
- Cuidado: su resistencia no siempre es sinónimo de libertad. A veces simplemente ofrecen su propia versión de control centralizado.
🔸 BRICS
- Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (más países invitados) han conformado una alianza con el objetivo de romper el dominio del dólar y crear instituciones paralelas al FMI y al Banco Mundial.
- Promueven una visión multipolar del mundo, más allá del eje Washington–Bruselas–Londres.
- Sin embargo, aún no consolidan un modelo alternativo verdaderamente ciudadano ni transparente.
🔸 Países disidentes (con distintos grados de autonomía)
- Hungría (Orbán) se ha opuesto a la agenda LGBTIQ+ y migratoria de la UE.
- El Salvador (Bukele) desafió la lógica del FMI adoptando bitcoin como moneda legal.
- Bolivia, Irán, Corea del Norte, Siria y otros han rechazado la hegemonía occidental, aunque con claros matices autoritarios.
Conclusión parcial: Hay focos de resistencia, pero aún están contaminados por intereses estatales, ideológicos o geoestratégicos.
No hay una resistencia desde los pueblos organizada y globalizada.
🧠 2. ¿Y la ciudadanía? El rol del individuo consciente
Aquí entra el lector. Aquí entras tú.
La verdadera resistencia no comienza en cumbres ni tratados. Comienza en la mente informada de los ciudadanos.
Pero no basta con “estar despierto”. Se necesita estructura. Acción. Redes. Estrategia.
🛠️ Estrategias posibles:
- Informar y formar redes autónomas de análisis: sitios como ANWO, canales alternativos, medios independientes, foros sin censura.
- Desconectarte del sistema en lo posible: huir del crédito, del control digital, del consumo compulsivo. Salir de la rueda sin avisar.
- Rechazar tratados y estructuras globales: exigir que no se ratifiquen convenios sin consulta popular. Volver la soberanía nacional un tema de conversación cotidiana.
- Recuperar la política local y comunitaria: desde alcaldías, sindicatos, cooperativas, educación alternativa, comunidades autosuficientes.
- Exponer a las élites con humor, datos y arte: memes, sátira, periodismo, libros, video. La narrativa es una batalla que podemos dar desde abajo.
⚠️ Advertencia final: el sistema también absorbe la disidencia
Muchos movimientos supuestamente “antiglobalistas” son falsas banderas. Simulan ser resistencia pero solo sirven para canalizar la rabia hacia callejones sin salida o figuras controladas.
Desde sectas libertarias hasta influencers antivacunas que terminan vendiéndote suplementos milagro.
El NOM es experto en reciclar la disidencia.
Por eso, la resistencia real debe ser filosófica, estratégica y estructural. No solo emocional.
🔚 ¿Hay salida?
Sí, pero no fácil.
No es política. No es económica.
Es estructural.
Mientras no entendamos que el poder real está en estructuras no electas, invisibles y simbólicas, seguiremos peleando contra marionetas…
…sin ver al titiritero.
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Élite y Gobierno Mundial
La patente del fenómeno OVNI: evidencia de que no vienen de otros mundos
Publicado
hace 1 mesel
23 de septiembre de 2025Por
ANWO
En los cielos del mundo se han reportado miles de avistamientos de naves triangulares. Desde las misteriosas luces de Phoenix en 1997 hasta los famosos “triángulos negros” sobre Bélgica en los noventa, la narrativa popular asegura que se trata de visitantes de otros mundos. Pero hay un detalle incómodo que rara vez se menciona: esas mismas naves aparecen registradas en documentos oficiales de Estados Unidos, no en relatos de ciencia ficción, sino en patentes del sistema de propiedad intelectual.
La patente US20060145019A1, presentada en 2004 y publicada en 2006, describe un “espacio-nave triangular” que coincide casi punto por punto con lo que los testigos han visto en el cielo: forma de triángulo equilátero, esquinas cargadas eléctricamente y un sistema de propulsión basado en campos electromagnéticos. En otras palabras, el “OVNI triangular” tiene número de serie y está archivado en Washington.
Este hallazgo abre la puerta a una lectura incómoda: ¿y si gran parte del fenómeno OVNI no es más que tecnología terrestre camuflada bajo la etiqueta de “extraterrestre”?

El caso central: la patente del OVNI triangular
En 2006 la Oficina de Patentes de Estados Unidos publicó el documento US20060145019A1, titulado “Triangular Spacecraft” e inscrito por John St. Clair. A primera vista podría confundirse con un guion de ciencia ficción, pero en realidad es un texto legal que detalla la construcción y funcionamiento de una nave en forma de triángulo equilátero.
La patente describe un casco triangular con placas conductoras en cada esquina, dos cargadas positivamente y una cargada de forma negativa. Este diseño genera un campo eléctrico horizontal muy intenso, paralelo a los costados de la nave. En los laterales se ubica un sistema de antenas ranuradas, capaces de emitir ondas electromagnéticas verticales. La interacción de ambos campos —electrostático y electromagnético— produciría, según el propio documento, una curvatura espacio-temporal que se traduce en fuerzas de sustentación y propulsión simultáneas.
En otras palabras: el famoso “OVNI triangular” que la gente ha visto en el cielo durante décadas está descrito con detalle técnico y matemático en una patente registrada en Washington. Ya no hablamos de rumores ni de teorías conspirativas, sino de un documento oficial que coincide de manera inquietante con los reportes de avistamientos.



Patrón global de patentes “OVNI-like” (EE. UU., Rusia, Europa/Alemania, otros)
EE. UU. (Navy/DoD & antecedentes civiles)
- US20060145019A1 – “Triangular Spacecraft” (2006): casco triangular con cargas en vértices + antenas; propone lift y thrust sin propulsor clásico. Google Patents
- “UFO patents” de la Marina de EE. UU. (Salvatore C. Pais):
- Craft using an inertial mass reduction device (solicitud US20170313446; concedida como US10144532B2, 2018/2019): cavidad resonante y microondas para reducir “masa inercial”. Google Patents+1
- High-Frequency Gravitational Wave Generator (US20180229864A1). Google Patents
- Plasma Compression Fusion Device (US20190295733A1). Cobertura periodística la agrupó como parte de las “UFO patents”. Google Patents+1
- Antecedente histórico (electrogravitics/Biefeld-Brown): pruebas y revisiones técnicas de asymmetric capacitor thrusters en NTRS/NASA (2004). NASA Technical Reports Server
Rusia (PCT/RU con equivalentes domésticos)
- WO2002095225A1 / RU2185526C1 – “Method for producing propulsion in a vacuum… (field engine)”: propone empuje por redistribución de la “densidad cuántica del vacío” mediante campos eléctricos/magnéticos rotatorios; familia PCT originada en Rusia (2001–2002). Google Patents
- WO2002095451A1 (PCT/RU) – Method for generating and receiving gravity waves…: misma cohorte de inventores rusos, orientado a ondas gravitacionales. Google Patents
Europa/Alemania (vía EPO; cobertura DE por fase nacional)
- EP2688803A1 – “Electromagnetic Thruster” (familia con entradas en US/JP/CN/RU; prioridad 2011): cavidad resonante asimétrica que generaría empuje neto sin masa de reacción; la vía EP cubre Alemania por jurisdicción EPO (solicitud posteriormente retirada, pero documenta el intento de protección en Europa). Google Patents
Otros indicios y ecos recientes
- FOIA/briefs de NAVAIR sobre el HFGWG y materiales de soporte técnico. NAVAIR
- Cobertura y perfiles recientes sobre Pais y el interés comparativo (incluida mención a investigación china). The Times
Qué muestra el patrón
Esto debilita la narrativa “extraterrestre” para este tipo de naves: si existen patentes y memorandos técnicos, la hipótesis humana (militar/experimental) gana tracción como explicación parsimoniosa de los “triángulos negros”.
Hay documentos oficiales en múltiples jurisdicciones que describen propulsión no convencional (cavidades resonantes, campos EM, “ondas gravitacionales”, asimetría de capacitores).
El vector no es únicamente estadounidense: existe literatura patentaria rusa y europea (EPO) sobre ideas similares.




El mito OVNI como cortina de humo
Si algo ha quedado claro al revisar las patentes es que las naves con apariencia de “OVNI” no son invenciones alienígenas, sino proyectos humanos que, en muchos casos, incluso están documentados en oficinas de patentes. Sin embargo, la narrativa popular insiste en asociar estos objetos con seres de otros mundos. ¿Por qué?
La respuesta más lógica es que el mito extraterrestre funciona como cortina de humo. Al etiquetar lo desconocido como “alienígena”, los gobiernos y ejércitos consiguen varios beneficios:
- Encubrimiento tecnológico: cualquier testigo puede reportar lo que vio, pero si la explicación pública es “OVNI”, no hay obligación de revelar el verdadero proyecto militar.
- Desvío de atención: la fascinación por lo extraterrestre desplaza la discusión sobre presupuestos militares, contratistas y experimentación tecnológica secreta.
- Gestión psicológica: el mito genera miedo y expectativa, dos herramientas útiles para manipular a la opinión pública y mantenerla ocupada en enigmas cósmicos, no en auditorías terrenales.
De este modo, el alien se convierte en la coartada perfecta. Cuando un ciudadano graba un triángulo volando sobre su ciudad, los titulares hablan de “naves ET” en lugar de “nuevas armas experimentales del Pentágono”. El resultado: se preserva el secretismo militar mientras se alimenta una narrativa cultural que vende libros, películas y documentales, pero oculta la raíz del fenómeno.

¿Qué podemos concluir?
El fenómeno OVNI ha sido presentado durante décadas como una evidencia de visitas extraterrestres. Sin embargo, los documentos oficiales cuentan otra historia. Si existen patentes que describen naves triangulares, dispositivos de reducción de masa inercial y motores de campo en vacío, entonces la hipótesis más sólida no es que “los aliens nos visitan”, sino que las potencias militares llevan años desarrollando y probando tecnologías no convencionales.
Los extraterrestres no necesitan registrar patentes. Los gobiernos y los inventores sí. Y esa sola diferencia cambia la narrativa: lo que se ve en los cielos puede ser extraordinario, pero no necesariamente viene de otros mundos. El verdadero misterio no está en Marte ni en Andrómeda, sino en los laboratorios ocultos del Pentágono, en los archivos de patentes de Moscú y en las oficinas de la Agencia Europea de Patentes.
La próxima vez que un triángulo negro surque el cielo nocturno, habrá que preguntarse menos por los alienígenas y más por los contratos de defensa y los presupuestos secretos que, amparados en el mito OVNI, han convertido a la ciencia ficción en tecnología militar de carne y hueso.

Fuentes en medios internacionales
- The Drive – The War Zone
- Artículos de Joseph Trevithick y Tyler Rogoway sobre las “UFO Patents” de Salvatore Pais y la Marina de EE.UU.
- Ejemplo: “Navy’s Mysterious ‘UFO Patents’” (2019).
- Popular Mechanics
- Cobertura sobre las patentes de Pais y su potencial tecnológico.
- Ejemplo: “The Navy’s Patent for a Compact Nuclear Fusion Reactor Is Wild” (2019).
- The Guardian
- Reportajes sobre avistamientos de OVNIs y documentos oficiales liberados por el Pentágono.
- The New York Times
- Artículo clave de 2017: “Glowing Auras and ‘Black Money’: The Pentagon’s Mysterious U.F.O. Program”.
- BBC News
- Notas sobre la desclasificación de documentos OVNI en Reino Unido y EE.UU.
📑 Fuentes en medios especializados
- Aviation Week & Space Technology
- Cobertura de proyectos aeroespaciales experimentales y patentes militares.
- Jane’s Defence Weekly
- Publicaciones sobre tecnologías militares y proyectos secretos.
- Scientific American
- Artículos críticos sobre “propulsión exótica” y análisis de plausibilidad.
- MIT Technology Review
- Análisis de tecnologías disruptivas y experimentales (incluyendo patentes polémicas).
🌍 Fuentes de contexto histórico
- Reportajes históricos sobre proyectos secretos nazis y su relación con los OVNIs (Die Glocke).
- History Channel (HISTORY.com)
- Cobertura de los “Black Triangles” y series documentales sobre OVNIs.
- National Geographic
- Documentales y artículos sobre el fenómeno OVNI y proyectos militares secretos.
- Der Spiegel (Alemania)
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Actualidad
Calentamiento global S.A.: cómo lucrar con el fin del mundo
Publicado
hace 2 mesesel
10 de septiembre de 2025Por
ANWO
El calentamiento global se transformó en el miedo universal del siglo XXI. No importa dónde vivas, qué idioma hables o a qué partido político sigas: la narrativa es la misma —“la Tierra está en peligro y tú eres el culpable”.

La estrategia psicológica
Este discurso no es nuevo: en la historia se ha usado el miedo al castigo divino, el miedo al comunismo, el miedo al terrorismo… Hoy, el miedo climático cumple la misma función.
El ciudadano común se siente responsable de sequías, huracanes y derretimiento de glaciares, aunque en realidad su huella sea insignificante frente a la de corporaciones, ejércitos y grandes industrias.
El truco consiste en internalizar la culpa: hacer que la gente piense que por usar popote o no reciclar está condenando al planeta entero.
Del miedo al consumo
Cuando el miedo ya está instalado, se ofrece la redención.
- ¿Sientes culpa por contaminar? Compra bolsas de tela.
- ¿Temes al plástico? Compra botellas “biodegradables”.
- ¿Quieres salvar al planeta? Paga más por un empaque eco-friendly.
Se crea así un mercado de la conciencia tranquila, donde los productos no se venden por lo que son, sino por el alivio moral que generan.
Impacto real vs. impacto comercial
El problema es que muchas de estas soluciones son más marketing que ecología:
- Un popote de metal requiere tanta energía en su producción que necesita cientos de usos para compensar un popote de plástico.
- Los plásticos “biodegradables” se degradan solo en plantas industriales, no en tiraderos comunes.
- La ropa reciclada muchas veces es solo una mezcla mínima de fibras plásticas, pero se vende a precio premium.
En otras palabras: el planeta sigue ardiendo, pero el negocio crece. El miedo no se resuelve, se administra como un recurso renovable para mantener el consumo constante.
El caso del “popote”
En 2018, millones de personas alrededor del mundo se convencieron de que el popote de plástico era el gran enemigo del planeta. Campañas virales, fotos de tortugas con popotes en la nariz, videos desgarradores.
El mensaje fue claro: si usas popote, destruyes la vida marina.
¿Resultado? Gobiernos prohibieron los popotes, restaurantes los retiraron y las marcas aprovecharon la ola para vender popotes metálicos, de bambú o de vidrio a precios mucho más altos.
El detalle: los popotes representan menos del 0.025% del plástico en los océanos. La mayor parte proviene de redes de pesca, transporte marítimo y basura industrial. Pero esos sectores no se tocan porque son negocios intocables.
En otras palabras, se trasladó la culpa al consumidor común y se creó un mercado millonario de popotes alternativos, mientras el problema real quedó intacto.
La moda “verde” corporativa
Algo similar ocurre con las grandes marcas de bebidas y comida rápida:
Las compañías de ropa producen “colecciones recicladas” que representan apenas un porcentaje mínimo de su producción total, pero sirven para construir imagen y subir precios.
Sacan botellas con 30% de plástico reciclado y las venden como revolución sustentable.
Lanzan ediciones limitadas “eco” que cuestan más, aunque la producción global siga siendo igual de contaminante.
El miedo climático funciona como un producto en sí mismo: se vende la idea de que el consumidor individual puede salvar al planeta con compras simbólicas, mientras los verdaderos responsables mantienen intactas sus prácticas.
Al final, lo que menos cambia es el planeta… lo que más crece son los márgenes de ganancia.

Los nuevos gigantes verdes
Si el miedo es el producto, los gigantes corporativos son los que monopolizan la venta de la salvación. En nombre del calentamiento global, las grandes empresas han encontrado la forma de presentarse como héroes del planeta, al tiempo que crean nuevos imperios económicos.
Autos eléctricos: la promesa de “cero emisiones”
El auto eléctrico es el símbolo máximo de la transición verde. Se vende como “cero emisiones”, pero detrás de esa imagen hay una realidad mucho menos limpia:
- La extracción de litio, cobalto y níquel para baterías destruye ecosistemas completos y deja comunidades enteras sin agua.
- La mayor parte de la electricidad que los recarga proviene todavía de carbón, gas o petróleo.
- Las baterías usadas generan un nuevo problema de desechos tóxicos para el que aún no existe solución global.
Aun así, gobiernos de todo el mundo subsidian su compra, beneficiando principalmente a las grandes automotrices. No es salvar el planeta, es crear un nuevo mercado cautivo.
Créditos de carbono: contaminar pagando
Los llamados “créditos de carbono” son la genialidad del capitalismo verde: una empresa altamente contaminante puede seguir emitiendo CO₂ siempre que pague por proyectos compensatorios, como plantar árboles o financiar energías renovables en otro país.
El resultado:
- Empresas siguen contaminando igual.
- Los gobiernos presumen reducciones en papel.
- Se abre un mercado especulativo de bonos y certificados que se comercian como acciones en Wall Street.
En otras palabras, se convirtió en un negocio global donde contaminar es legal si pagas lo suficiente.
Energías renovables: sol y viento… con dueño
La transición energética es otra bandera verde. Paneles solares y aerogeneradores se presentan como la panacea, pero:
- Los megaproyectos solares y eólicos requieren miles de hectáreas, muchas veces en tierras comunales o ejidales, donde las comunidades terminan desplazadas.
- Los beneficios económicos se concentran en grandes corporaciones extranjeras, no en los habitantes locales.
- La fabricación de paneles solares y turbinas también depende de materiales que contaminan en su extracción.
Así, el “futuro limpio” tiene dueño y factura miles de millones, aunque la justicia ambiental sea mínima.
Los gigantes verdes no están resolviendo el problema, lo están reconfigurando en un mercado global. Cada solución se convierte en un producto, cada producto en un negocio, y cada negocio en una oportunidad de control. El planeta arde, pero los nuevos titanes verdes no buscan apagar el fuego: buscan vendernos el extinguidor.

Fondos, subsidios e impuestos “verdes”
La industria del calentamiento global no solo se sostiene con productos de consumo masivo, sino con un andamiaje financiero y político que asegura flujos de dinero constantes. Es el negocio institucionalizado: gobiernos que subsidian, bancos que invierten y ciudadanos que pagan.
Fondos verdes: trillones en juego
El cambio climático abrió una de las mayores oportunidades de inversión del siglo XXI: los bonos climáticos y los fondos de inversión verdes.
- Según la Climate Bonds Initiative, el mercado de bonos verdes supera ya los 2.5 billones de dólares a nivel global.
- Empresas y gobiernos los emiten para financiar proyectos supuestamente sustentables, pero muchas veces los fondos acaban en megaproyectos polémicos (presas, parques eólicos, minería “verde”).
- Al final, Wall Street y los bancos internacionales encuentran en el “planeta en peligro” un motor financiero estable y de largo plazo.
Subsidios estatales: el dinero público al rescate
Los gobiernos destinan miles de millones en subsidios y estímulos fiscales para las llamadas “tecnologías limpias”:
- Compra de autos eléctricos.
- Instalación de paneles solares.
- Incentivos fiscales a corporaciones energéticas.
El problema: gran parte de estos beneficios no llegan al ciudadano común, sino a empresas que ya son gigantescas. Tesla, por ejemplo, construyó su imperio inicial gracias a subsidios estatales en EE. UU. y China. Lo que parece política ambiental es en realidad transferencia de riqueza pública hacia corporaciones privadas.
Impuestos verdes: la carga al consumidor
Bajo el argumento de “cuidar el planeta”, se han creado nuevas figuras fiscales:
- Impuestos al carbono en combustibles y transporte.
- Cobros extra por empaques no reciclables.
- Tarifas ambientales en turismo y aviación.
En la práctica, estas medidas no modifican las prácticas de los grandes contaminadores, pero sí encarecen la vida cotidiana del ciudadano. El consumidor paga más por productos “eco” mientras las corporaciones continúan operando sin cambios estructurales.
Los fondos, subsidios e impuestos “verdes” son la columna vertebral de la industria del calentamiento global. Se presenta como política ambiental, pero es en realidad un sistema financiero paralelo que canaliza dinero público y privado hacia quienes han sabido monetizar el miedo climático. El planeta sigue esperando resultados; los balances contables, en cambio, no paran de crecer.

Lo que queda fuera del discurso
En cada cumbre internacional, en cada campaña oficial y en cada reportaje sobre el calentamiento global, hay grandes ausentes. Son sectores tan poderosos que se mantienen fuera del radar mediático y político, aunque sean responsables de una parte sustancial de las emisiones globales.
El transporte marítimo y aéreo: la excepción invisible
- El transporte marítimo internacional mueve más del 80% del comercio mundial y es responsable de cerca del 3% de las emisiones globales de CO₂, lo mismo que un país entero como Alemania.
- La aviación comercial, con millones de vuelos al año, representa casi otro 2.5% de las emisiones globales.
- Sin embargo, en los acuerdos climáticos internacionales, estos sectores aparecen apenas con compromisos voluntarios, sin regulaciones estrictas ni impuestos proporcionales.
El mensaje es claro: puedes multar al ciudadano por usar bolsas de plástico, pero no tocas al buque carguero que trae 10 mil contenedores de China.
La industria militar: el intocable mayor contaminado
El ejército de EE. UU. es considerado el mayor consumidor institucional de petróleo en el mundo. Su gasto energético supera al de países enteros.
- Aviones de combate, tanques, portaaviones y bases militares generan una huella de carbono monumental.
- Aun así, la industria militar queda fuera de las negociaciones climáticas internacionales: no aparece en los compromisos de reducción de emisiones ni en los informes globales.
En otras palabras: se puede culpar al ciudadano por usar un auto viejo, pero los ejércitos pueden seguir contaminando sin que nadie los cuestione.
Las corporaciones que se “pintan de verde
Grandes compañías de petróleo, gas y minería lanzan campañas millonarias para mostrar su compromiso ambiental. Pero:
- Siguen expandiendo proyectos de extracción.
- Financian investigaciones y ONGs que suavizan su imagen.
- Pagan bonos de carbono para legitimarse como “net zero” sin modificar su modelo de negocios.
Es un lavado verde de imagen: contaminan a gran escala mientras trasladan la culpa y el costo al consumidor común.
El discurso climático oficial está diseñado para señalar lo que conviene y silenciar lo que amenaza al negocio. Los sectores más poderosos —transporte global, industria militar y megacorporaciones— permanecen intocables.
La narrativa del calentamiento global no es solo ciencia: es también un guion político y económico donde los verdaderos responsables nunca aparecen en escena.

Salvar al planeta o salvar bolsillos
El calentamiento global existe y es un fenómeno real, pero su gestión se ha convertido en un negocio multimillonario disfrazado de salvación ambiental. La confusión intencional entre cambio climático (natural) y calentamiento global (atribuido al humano) ha permitido construir un guion político y económico que funciona con tres pasos muy claros:
- Instalar el miedo: el mundo se va a acabar.
- Culpabilizar al ciudadano: tu consumo, tus bolsas, tus popotes.
- Ofrecer la redención: compra productos verdes, paga impuestos, acepta subsidios que terminan en manos corporativas.
El resultado es un sistema perfecto de transferencia de riqueza:
- Gobiernos que recaudan nuevos impuestos ambientales.
- Corporaciones que facturan con el sello “eco”.
- Bancos que especulan con bonos climáticos.
- Y ciudadanos que pagan más caro por todo mientras el planeta sigue en crisis.
La gran ironía es que lo único verdaderamente sustentable es el negocio mismo, no el futuro de la Tierra. El discurso ambiental se convierte en un escaparate de marketing donde lo verde no significa limpio, sino rentable.
“Calentamiento global S.A.” no es solo un juego de palabras: es la realidad. Una industria que lucra con el miedo, que convierte la culpa en dinero y que asegura que, aunque el planeta siga ardiendo, sus bolsillos nunca dejen de crecer.
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