Actualidad
Cuba y Taiwán: El problema NO es del bloqueo, es el “Socialismo”
Publicado
hace 4 añosel
Por
ANWO
Durante décadas, el Partido Comunista de Cuba ha culpado a Estados Unidos de la miseria y la pobreza de Cuba, aludiendo al «bloqueo» que Estados Unidos mantiene contra Cuba. Sin embargo, el supuesto bloqueo sobre la isla es en realidad un embargo comercial que sólo imposibilita a personas y a empresas de ciertos sectores dentro de los Estados Unidos a hacer negocios con Cuba, el resto del mundo puede comerciar libremente con la isla.
Incluso Estados Unidos exporta anualmente unos $277 millones de dólares en bienes a Cuba, a pesar del embargo comercial. La mayoría de estas exportaciones son productos alimenticios.
Además, a pesar de la instauración de un régimen dictatorial en Cuba que lleva más de 60 años en el poder sin ningún tipo de alternancia, elecciones o libertades básicas, el mundo entero reconoce a las autoridades comunistas y Cuba está presente en todas las organizaciones internacionales multilaterales, la principal de las cuales es la ONU.
Luego está Taiwán, que tiene características muy similares a las de Cuba, ya que también es una isla cercana a una de las dos potencias mundiales: China. En el caso de las autoridades de Taipei han sido completamente bloqueadas por el gigante asiático, ya que China reclama la soberanía sobre la isla.
Taiwán sólo es reconocido por una docena de naciones de todo el mundo, no tiene representación en las Naciones Unidas y su nombre oficial ni siquiera puede ser pronunciado en ningún evento internacional: ya sean unos Juegos Olímpicos, una Asamblea General de las Naciones Unidas o incluso por las embajadas de la mayoría de los países del mundo, incluyendo a Estados Unidos. Y, sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, la economía de Taiwán es hoy una de las más importantes del mundo, con una tasa de pobreza del 0.7%, comparada con Cuba, que tiene una de las economías más deprimidas del planeta y el 90% de su población vive en la pobreza. ¿Cuál es la diferencia entre ambas islas? El modelo económico y político que aplicaron en sus naciones.
Dos islas con historias similares
Cuba y Taiwán, a pesar de estar ubicadas en dos polos diferentes del planeta tierra, tienen características muy similares, la que más las asemeja es el hecho de estar a menos de 200 kilómetros de las dos superpotencias del mundo -Estados Unidos y China respectivamente- y sufrir embargos comerciales o bloqueos políticos por parte de las superpotencias vecinas; por otro lado, Cuba tiene poco más de 11.3 millones de habitantes, un par de millones más han huido del país, mientras que Taiwán tiene 23.5 millones de residentes, a pesar de que Cuba tiene una superficie casi tres veces mayor.
A pesar de las similitudes, ambas naciones están actualmente muy alejadas en términos de desarrollo económico, social, cultural y tecnológico, así como de libertades individuales y democracia. Hoy en día, la economía de Taiwán es cinco veces mayor que la de Cuba, pero hace cincuenta años las cosas no eran tan diferentes. En los años 70, el PIB de ambos países era similar y la mayor industria de ambos era la agricultura.
Taiwán: Capitalismo, libertad y libre mercado
Los dolorosos resultados de la revolución cultural en la China comunista de Mao Zedong, que causó la muerte por hambruna de al menos 30 millones de chinos, iluminaron el camino de los gobiernos de la región, que rápidamente comprendieron que el modelo fracasado de poner al Estado en control de los medios de producción los haría a todos más vulnerables y miserables.
Entonces los vecinos de la República Popular China iniciaron una serie de reformas económicas y políticas que cambiarían drásticamente la calidad de vida de sus habitantes; Singapur, Malasia, Corea del Sur y, por supuesto, Taiwán, comenzarían a abrir sus mercados, a fomentar la empresa privada y a transformar sus regímenes autoritarios en naciones con instituciones democráticas, y poco a poco el sol comenzó a brillar para los llamados tigres asiáticos.
A pesar de las limitaciones territoriales y del bloqueo político de China sobre la isla, las instituciones inclusivas de Taiwán abrieron el camino a la producción de tecnología para abastecer un mercado mundial muy deficitario. Los empresarios taiwaneses empezaron a especializarse en la producción de semiconductores, esos microchips que hoy encontramos en todos los aparatos eléctricos del mundo, desde ordenadores a smartphones e incluso autos y poco a poco la pobre isla del pasado se convirtió en un país rico y desarrollado.
Actualmente, Taiwán tiene la sexta economía más libre según el Índice de Libertad Económica, Singapur es la primera nación en este apartado, mientras que Malasia ocupa el puesto 22 y Corea del Sur el 24.
En un artículo publicado por la embajada de Taiwán en México, las autoridades afirman que: «Taiwán, gracias a las políticas de su gobierno, inició un rápido y arrollador desarrollo comercial, convirtiéndose en una economía industrial estable. Hoy es la 22ª economía del mundo. Esto le permitió establecer relaciones con países que buscaban buenas relaciones comerciales».
En el mismo escrito explican la transición que se produjo en Taipei:
«A pesar de haber comenzado como una dictadura militar unipartidista, en la década de 1990 inició un proceso de democratización que hoy lo tiene como uno de los países más libres del mundo, con altos índices de libertad de prensa, servicio de salud, educación pública, libertad económica y desarrollo humano. Por ello, la China comunista ve a Taiwán, y su reconocimiento internacional, como una amenaza existencial. El contraste es muy marcado. La democracia no sólo ha demostrado que puede funcionar, sino que ha aportado múltiples beneficios a la población. Los taiwaneses tienen una mejor calidad de vida y oportunidades de desarrollo personal, por encima del promedio de los ciudadanos en China. Y todo ello en un marco de libertades impensable en una China comunista que censura la disidencia y cuyo partido en el poder refuerza cada vez más su control sobre todos los aspectos del país».
Cuba: Socialismo, miseria e ideología
Al otro lado del planeta, en Cuba, decidieron taparse los ojos con los resultados de la revolución cultural perpetrada en China y con el colapso de la Unión Soviética. Mientras Taiwán despegaba con un modelo capitalista, Cuba seguía anclada en los viejos dogmas revolucionarios de Fidel Castro, que lejos de intentar cambiar, buscaba expandir su régimen de miseria al resto del continente, lográndolo con bastante éxito en países como Venezuela y Nicaragua.
La revolución cubana tomó el poder en la isla en 1959 por la fuerza y ya no lo soltó. Con consignas populares como la redistribución de la riqueza, la supuesta ayuda a los pobres y el socialismo, Fidel Castro comenzó a expropiar tierras y a empresas privadas para que fueran gestionadas por el Estado, y en poco tiempo Cuba, que solía ser uno de los mayores productores y exportadores de azúcar del mundo, se encontró con que ya ni siquiera podía producir azúcar para consumo interno y tenía que importarla.
Durante décadas, la revolución cubana pudo mantenerse en el poder exclusivamente gracias a la financiación ofrecida por la Unión Soviética con el objetivo de aumentar los enemigos ideológicos en el patio trasero de Estados Unidos. Tras la caída de la URSS, en los años 90 Cuba vivió una de las peores décadas de su historia, hasta que la astucia política de Fidel Castro consiguió poner a Hugo Chávez en el poder en Venezuela y desde entonces vivieron del petróleo de ese país, hasta que el mismo modelo socialista fracasado acabó arruinando a la nación con las mayores reservas de petróleo del mundo y Cuba se vio envuelta de nuevo en una tremenda crisis económica, con millones de ciudadanos en la extrema pobreza, lo que provocó recientemente uno de los mayores levantamientos civiles contra las autoridades comunistas.
Cuba y Taiwán comenzaron la década de los 70 con economías similares, pero hoy el PIB de la isla caribeña es cinco veces menor que el de Taiwán y el 90% de su población vive en pobreza, mientras que en la isla asiática sólo el 0.7% de su población es pobre.
Definitivamente, la culpa no es del «bloqueo», sino del socialismo.
* Emmanuel Rincón – The American
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Actualidad
Calentamiento global S.A.: cómo lucrar con el fin del mundo
Publicado
hace 3 díasel
10 de septiembre de 2025Por
ANWO
El calentamiento global se transformó en el miedo universal del siglo XXI. No importa dónde vivas, qué idioma hables o a qué partido político sigas: la narrativa es la misma —“la Tierra está en peligro y tú eres el culpable”.

La estrategia psicológica
Este discurso no es nuevo: en la historia se ha usado el miedo al castigo divino, el miedo al comunismo, el miedo al terrorismo… Hoy, el miedo climático cumple la misma función.
El ciudadano común se siente responsable de sequías, huracanes y derretimiento de glaciares, aunque en realidad su huella sea insignificante frente a la de corporaciones, ejércitos y grandes industrias.
El truco consiste en internalizar la culpa: hacer que la gente piense que por usar popote o no reciclar está condenando al planeta entero.
Del miedo al consumo
Cuando el miedo ya está instalado, se ofrece la redención.
- ¿Sientes culpa por contaminar? Compra bolsas de tela.
- ¿Temes al plástico? Compra botellas “biodegradables”.
- ¿Quieres salvar al planeta? Paga más por un empaque eco-friendly.
Se crea así un mercado de la conciencia tranquila, donde los productos no se venden por lo que son, sino por el alivio moral que generan.
Impacto real vs. impacto comercial
El problema es que muchas de estas soluciones son más marketing que ecología:
- Un popote de metal requiere tanta energía en su producción que necesita cientos de usos para compensar un popote de plástico.
- Los plásticos “biodegradables” se degradan solo en plantas industriales, no en tiraderos comunes.
- La ropa reciclada muchas veces es solo una mezcla mínima de fibras plásticas, pero se vende a precio premium.
En otras palabras: el planeta sigue ardiendo, pero el negocio crece. El miedo no se resuelve, se administra como un recurso renovable para mantener el consumo constante.
El caso del “popote”
En 2018, millones de personas alrededor del mundo se convencieron de que el popote de plástico era el gran enemigo del planeta. Campañas virales, fotos de tortugas con popotes en la nariz, videos desgarradores.
El mensaje fue claro: si usas popote, destruyes la vida marina.
¿Resultado? Gobiernos prohibieron los popotes, restaurantes los retiraron y las marcas aprovecharon la ola para vender popotes metálicos, de bambú o de vidrio a precios mucho más altos.
El detalle: los popotes representan menos del 0.025% del plástico en los océanos. La mayor parte proviene de redes de pesca, transporte marítimo y basura industrial. Pero esos sectores no se tocan porque son negocios intocables.
En otras palabras, se trasladó la culpa al consumidor común y se creó un mercado millonario de popotes alternativos, mientras el problema real quedó intacto.
La moda “verde” corporativa
Algo similar ocurre con las grandes marcas de bebidas y comida rápida:
Las compañías de ropa producen “colecciones recicladas” que representan apenas un porcentaje mínimo de su producción total, pero sirven para construir imagen y subir precios.
Sacan botellas con 30% de plástico reciclado y las venden como revolución sustentable.
Lanzan ediciones limitadas “eco” que cuestan más, aunque la producción global siga siendo igual de contaminante.
El miedo climático funciona como un producto en sí mismo: se vende la idea de que el consumidor individual puede salvar al planeta con compras simbólicas, mientras los verdaderos responsables mantienen intactas sus prácticas.
Al final, lo que menos cambia es el planeta… lo que más crece son los márgenes de ganancia.

Los nuevos gigantes verdes
Si el miedo es el producto, los gigantes corporativos son los que monopolizan la venta de la salvación. En nombre del calentamiento global, las grandes empresas han encontrado la forma de presentarse como héroes del planeta, al tiempo que crean nuevos imperios económicos.
Autos eléctricos: la promesa de “cero emisiones”
El auto eléctrico es el símbolo máximo de la transición verde. Se vende como “cero emisiones”, pero detrás de esa imagen hay una realidad mucho menos limpia:
- La extracción de litio, cobalto y níquel para baterías destruye ecosistemas completos y deja comunidades enteras sin agua.
- La mayor parte de la electricidad que los recarga proviene todavía de carbón, gas o petróleo.
- Las baterías usadas generan un nuevo problema de desechos tóxicos para el que aún no existe solución global.
Aun así, gobiernos de todo el mundo subsidian su compra, beneficiando principalmente a las grandes automotrices. No es salvar el planeta, es crear un nuevo mercado cautivo.
Créditos de carbono: contaminar pagando
Los llamados “créditos de carbono” son la genialidad del capitalismo verde: una empresa altamente contaminante puede seguir emitiendo CO₂ siempre que pague por proyectos compensatorios, como plantar árboles o financiar energías renovables en otro país.
El resultado:
- Empresas siguen contaminando igual.
- Los gobiernos presumen reducciones en papel.
- Se abre un mercado especulativo de bonos y certificados que se comercian como acciones en Wall Street.
En otras palabras, se convirtió en un negocio global donde contaminar es legal si pagas lo suficiente.
Energías renovables: sol y viento… con dueño
La transición energética es otra bandera verde. Paneles solares y aerogeneradores se presentan como la panacea, pero:
- Los megaproyectos solares y eólicos requieren miles de hectáreas, muchas veces en tierras comunales o ejidales, donde las comunidades terminan desplazadas.
- Los beneficios económicos se concentran en grandes corporaciones extranjeras, no en los habitantes locales.
- La fabricación de paneles solares y turbinas también depende de materiales que contaminan en su extracción.
Así, el “futuro limpio” tiene dueño y factura miles de millones, aunque la justicia ambiental sea mínima.
Los gigantes verdes no están resolviendo el problema, lo están reconfigurando en un mercado global. Cada solución se convierte en un producto, cada producto en un negocio, y cada negocio en una oportunidad de control. El planeta arde, pero los nuevos titanes verdes no buscan apagar el fuego: buscan vendernos el extinguidor.

Fondos, subsidios e impuestos “verdes”
La industria del calentamiento global no solo se sostiene con productos de consumo masivo, sino con un andamiaje financiero y político que asegura flujos de dinero constantes. Es el negocio institucionalizado: gobiernos que subsidian, bancos que invierten y ciudadanos que pagan.
Fondos verdes: trillones en juego
El cambio climático abrió una de las mayores oportunidades de inversión del siglo XXI: los bonos climáticos y los fondos de inversión verdes.
- Según la Climate Bonds Initiative, el mercado de bonos verdes supera ya los 2.5 billones de dólares a nivel global.
- Empresas y gobiernos los emiten para financiar proyectos supuestamente sustentables, pero muchas veces los fondos acaban en megaproyectos polémicos (presas, parques eólicos, minería “verde”).
- Al final, Wall Street y los bancos internacionales encuentran en el “planeta en peligro” un motor financiero estable y de largo plazo.
Subsidios estatales: el dinero público al rescate
Los gobiernos destinan miles de millones en subsidios y estímulos fiscales para las llamadas “tecnologías limpias”:
- Compra de autos eléctricos.
- Instalación de paneles solares.
- Incentivos fiscales a corporaciones energéticas.
El problema: gran parte de estos beneficios no llegan al ciudadano común, sino a empresas que ya son gigantescas. Tesla, por ejemplo, construyó su imperio inicial gracias a subsidios estatales en EE. UU. y China. Lo que parece política ambiental es en realidad transferencia de riqueza pública hacia corporaciones privadas.
Impuestos verdes: la carga al consumidor
Bajo el argumento de “cuidar el planeta”, se han creado nuevas figuras fiscales:
- Impuestos al carbono en combustibles y transporte.
- Cobros extra por empaques no reciclables.
- Tarifas ambientales en turismo y aviación.
En la práctica, estas medidas no modifican las prácticas de los grandes contaminadores, pero sí encarecen la vida cotidiana del ciudadano. El consumidor paga más por productos “eco” mientras las corporaciones continúan operando sin cambios estructurales.
Los fondos, subsidios e impuestos “verdes” son la columna vertebral de la industria del calentamiento global. Se presenta como política ambiental, pero es en realidad un sistema financiero paralelo que canaliza dinero público y privado hacia quienes han sabido monetizar el miedo climático. El planeta sigue esperando resultados; los balances contables, en cambio, no paran de crecer.

Lo que queda fuera del discurso
En cada cumbre internacional, en cada campaña oficial y en cada reportaje sobre el calentamiento global, hay grandes ausentes. Son sectores tan poderosos que se mantienen fuera del radar mediático y político, aunque sean responsables de una parte sustancial de las emisiones globales.
El transporte marítimo y aéreo: la excepción invisible
- El transporte marítimo internacional mueve más del 80% del comercio mundial y es responsable de cerca del 3% de las emisiones globales de CO₂, lo mismo que un país entero como Alemania.
- La aviación comercial, con millones de vuelos al año, representa casi otro 2.5% de las emisiones globales.
- Sin embargo, en los acuerdos climáticos internacionales, estos sectores aparecen apenas con compromisos voluntarios, sin regulaciones estrictas ni impuestos proporcionales.
El mensaje es claro: puedes multar al ciudadano por usar bolsas de plástico, pero no tocas al buque carguero que trae 10 mil contenedores de China.
La industria militar: el intocable mayor contaminado
El ejército de EE. UU. es considerado el mayor consumidor institucional de petróleo en el mundo. Su gasto energético supera al de países enteros.
- Aviones de combate, tanques, portaaviones y bases militares generan una huella de carbono monumental.
- Aun así, la industria militar queda fuera de las negociaciones climáticas internacionales: no aparece en los compromisos de reducción de emisiones ni en los informes globales.
En otras palabras: se puede culpar al ciudadano por usar un auto viejo, pero los ejércitos pueden seguir contaminando sin que nadie los cuestione.
Las corporaciones que se “pintan de verde
Grandes compañías de petróleo, gas y minería lanzan campañas millonarias para mostrar su compromiso ambiental. Pero:
- Siguen expandiendo proyectos de extracción.
- Financian investigaciones y ONGs que suavizan su imagen.
- Pagan bonos de carbono para legitimarse como “net zero” sin modificar su modelo de negocios.
Es un lavado verde de imagen: contaminan a gran escala mientras trasladan la culpa y el costo al consumidor común.
El discurso climático oficial está diseñado para señalar lo que conviene y silenciar lo que amenaza al negocio. Los sectores más poderosos —transporte global, industria militar y megacorporaciones— permanecen intocables.
La narrativa del calentamiento global no es solo ciencia: es también un guion político y económico donde los verdaderos responsables nunca aparecen en escena.

Salvar al planeta o salvar bolsillos
El calentamiento global existe y es un fenómeno real, pero su gestión se ha convertido en un negocio multimillonario disfrazado de salvación ambiental. La confusión intencional entre cambio climático (natural) y calentamiento global (atribuido al humano) ha permitido construir un guion político y económico que funciona con tres pasos muy claros:
- Instalar el miedo: el mundo se va a acabar.
- Culpabilizar al ciudadano: tu consumo, tus bolsas, tus popotes.
- Ofrecer la redención: compra productos verdes, paga impuestos, acepta subsidios que terminan en manos corporativas.
El resultado es un sistema perfecto de transferencia de riqueza:
- Gobiernos que recaudan nuevos impuestos ambientales.
- Corporaciones que facturan con el sello “eco”.
- Bancos que especulan con bonos climáticos.
- Y ciudadanos que pagan más caro por todo mientras el planeta sigue en crisis.
La gran ironía es que lo único verdaderamente sustentable es el negocio mismo, no el futuro de la Tierra. El discurso ambiental se convierte en un escaparate de marketing donde lo verde no significa limpio, sino rentable.
“Calentamiento global S.A.” no es solo un juego de palabras: es la realidad. Una industria que lucra con el miedo, que convierte la culpa en dinero y que asegura que, aunque el planeta siga ardiendo, sus bolsillos nunca dejen de crecer.
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Editorial
¿Está el Ejército Mexicano preparándose para una intervención extranjera?
Publicado
hace 2 mesesel
28 de julio de 2025Por
ANWO
Por: Andrew Garza
En los últimos meses han comenzado a circular rumores inquietantes: ejercicios militares atípicos, discursos nuevos desde la Sedena, análisis de inteligencia informal y voces desde dentro del propio ejército que advierten que México podría estar anticipando una posible intervención extranjera.
¿Se trata solo de paranoia alimentada por redes sociales? ¿O realmente hay señales que apuntan a un giro defensivo en la doctrina militar del país?
Esta es la pregunta que hoy nos toca plantear. Porque, aunque no haya tanques en las calles ni declaraciones oficiales de guerra, algo está cambiando en el discurso, en la forma y en el fondo del aparato militar mexicano.
1. Señales que encienden las alertas
Cambios en ejercicios militares
De acuerdo con observadores y veteranos, algunas unidades del Ejército Mexicano han comenzado a realizar maniobras con lógica de defensa territorial, no solo combate urbano contra el crimen organizado. Estas prácticas incluyen:
- Simulación de control de rutas estratégicas y zonas fronterizas.
- Respuesta rápida a inserciones externas.
- Uso de armamento pesado y artillería de campaña fuera del contexto de desastres naturales.
Aunque no hay comunicados oficiales que lo confirmen, se trata de un patrón que rompe con la rutina tradicional de los planes DN-II y DN-III, enfocados en seguridad interior y atención a desastres.
Un nuevo discurso desde la Sedena
La narrativa institucional también ha cambiado sutilmente. Donde antes se hablaba de “apoyo a la población” y “seguridad pública”, ahora se comienza a escuchar:
- “Defensa de la soberanía”,
- “Protección de fronteras” y
- “Preparación ante amenazas externas”.
Estas frases no son casuales. Denotan un desplazamiento simbólico hacia una visión más geopolítica del rol de las Fuerzas Armadas.
Rumores dentro del Ejército
Algunos analistas que mantienen contacto con personal activo reportan comentarios discretos entre mandos medios y altos, quienes:
- Aseguran estar recibiendo instrucciones más orientadas a escenarios de conflicto externo.
- Advierten sobre ejercicios que incluyen la simulación de ingreso de tropas extranjeras.
- Mencionan una creciente presión política para mantener “el control territorial total”.
Si bien se trata de información no confirmada, el hecho de que estos rumores circulen dentro del Ejército es ya un dato relevante.
Lo que dicen los medios alternativos
Programas como Tras las Líneas y figuras como GAFE423 han planteado con seriedad una hipótesis incómoda:
“El Ejército Mexicano se está preparando no para invadir, sino para repeler una invasión.”
En su análisis, vinculan esta postura con las declaraciones públicas de Donald Trump y legisladores republicanos que han sugerido intervenir militarmente en México para combatir a los cárteles, incluso sin autorización del gobierno mexicano.
Según estos analistas, la Sedena podría estar anticipando un escenario de intervención “quirúrgica” por parte de Estados Unidos, y estar calibrando sus capacidades para evitarlo o, al menos, dificultarlo.
2. La realidad y los límites del discurso
Doctrina legal del Ejército Mexicano
Por Constitución, las Fuerzas Armadas están diseñadas para actuar dentro del territorio nacional. El Plan DN-I —dedicado a la defensa ante agresiones externas— nunca ha sido activado en la historia reciente, y solo puede ponerse en marcha mediante declaración oficial del Senado.
No hay despliegues defensivos reales
A pesar de los rumores y el discurso, no hay evidencia visible de una movilización militar con objetivos defensivos:
- No se han instalado cuarteles avanzados en la frontera.
- No hay reportes de compras masivas de equipo defensivo ni despliegue aéreo estratégico.
- Las acciones continúan concentradas en seguridad pública, migración y combate al crimen.
La postura del gobierno
La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido clara:
“Nuestro territorio es inviolable. Nuestra soberanía es inviolable. Podemos cooperar, pero nunca aceptaremos tropas estadounidenses en nuestro suelo.”
Sedena, por su parte, mantiene el discurso de colaboración, pero también ha endurecido el tono en cuanto a soberanía y autonomía operativa.
¿Y si es solo una narrativa?
Existe también otra lectura: que todo esto no es preparación real para un conflicto armado, sino una narrativa estratégica con fines internos:
- Justificar un mayor presupuesto militar.
- Expandir la militarización del territorio bajo el pretexto de seguridad nacional.
- Generar cohesión interna en el Ejército ante un escenario político volátil.
3. Entre la sospecha y la evidencia
El Ejército Mexicano no está movilizando tropas, ni hay señales claras de preparación para una guerra.
Pero sí es cierto que:
- El discurso ha cambiado.
- Los entrenamientos se están adaptando.
- Circulan rumores internos sobre escenarios de conflicto externo.
¿Es paranoia o prevención? ¿Narrativa política o preparación táctica?
Por ahora, la evidencia apunta más a lo segundo. Pero cuando las Fuerzas Armadas cambian su lógica, vale la pena al menos hacerse la pregunta.
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Pánico en Italia por la Subida de Precios de la Pasta: ¿Impactará en Estados Unidos?
Publicado
hace 2 añosel
12 de junio de 2023Por
ANWO
En Italia, la pasta es un asunto serio y fundamental en la vida diaria. Por lo tanto, no es sorprendente que los precios disparados de los espaguetis, fettuccinis, bucatinis y otros favoritos hayan causado pánico en Italia. Una inminente crisis de la pasta ha asustado tanto a los italianos que el gobierno ha convocado reuniones especiales para abordar el aumento de precios. Incluso los consumidores italianos enojados han llamado a una «huelga de pasta» para protestar contra los precios en aumento.
(más…)“AYÚDANOS A MANTENER ESTA INFORMACIÓN DISPONIBLE PARA TI Y MILES DE PERSONAS MÁS”.
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