A nivel mundial, se utiliza en el tratamiento de niños con hiperactividad y déficit de atención. En los Estados Unidos, es la última moda que los psiquiatras les receten “Adderall”, un peligroso estimulante, a los niños de más escasos recursos, haciendo falsos diagnósticos de TDAH, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o simplemente porque ellos consideran que es necesario
El objetivo de esto es, presuntamente, promover la justicia social para mejorar el rendimiento académico de los niños en la escuela. A la cabeza de este programa, está el Dr. Michael Anderson, un pediatra del área de Atlanta. Increíblemente, Anderson declaró al New York Times en un artículo titulado “Haya trastorno de atención o no, las píldoras ayudan en la escuela”, que sus diagnósticos del TDAH estaban fabricados y que eran “una excusa” para suministrar los medicamentos.
“Hemos decidido como sociedad que es demasiado caro modificar el entorno del niño. Así que tenemos que modificar al niño”, declaró Anderson.
A reserva de que usted verifique esta información, sería difícil encontrar una declaración más clara de cuál es la pretensión de un psiquiatra en cuanto a sus pacientes, el adormecimiento de la sociedad.
Por su parte, un investigador de la Universidad de Washington en St. Louis, el Dr. Ramesh Raghavan, va aún más lejos con el cinismo haciendo el siguiente comentario:
“Estamos obligando efectivamente a los psiquiatras de las comunidades locales a que usen la única herramienta que tienen a su disposición para igualar las oportunidades en los barrios con bajos ingresos, que es suministrar medicina psicotrópica”.
Así pues, en Estados Unidos se está presionando a los psiquiatras para poner en marcha un programa de modificación de conducta atroz, usando medicamentos, contra los niños de los barrios bajos. Es importante darse cuenta de que todos los estimulantes psicotrópicos, como el Adderal o el Ritalin, pueden provocar un comportamiento agresivo o incluso violento.
Lo que estamos viendo aquí, es un programa con muchos paralelismos con un antiguo programa de la CIA de edad, sacado a la luz por el fallecido periodista “Gary Webb”, quien demostró que la CIA importaba crack (otro tipo de estimulante) a la zona del Sur de Los Ángeles para conseguir destruir esa comunidad.
Es ampliamente reconocido y admitido en el artículo del NYT, que los efectos de los medicamentos para el TDAH en el cerebro aún en desarrollo de los niños son desconocidos. Por lo tanto, los riesgos de estos medicamentos son muy elevados, o al menos, es lo que piensa un destacado psiquiatra, Peter Breggin, quien cree que hay evidencias significativas de que estos estimulantes pueden causar atrofia cerebral.
Suministrar medicamentos para el TDAH crea síntomas que entonces deben ser tratados con compuestos como el Risperdal, un poderoso anti-psicótico, que puede causar daño cerebral motor. Todo esto, en servicio de la “justicia social” para los pobres.
Pero… ¿qué se puede decir de la afirmación de estos psiquiatras según la cual los medicamentos para el TDAH pueden mejorar el rendimiento escolar?
La respuesta la podemos encontrar claramente en una publicación de 1994 en el “Textbook of Psychiatry”, publicado por la American Psychiatric Press, que contiene este extracto (Popper y Steingard): “Los estimulantes suministrados para el TDAH, no producen mejoras duraderas en la agresividad, los trastornos de conducta, la criminalidad, los logros educativos, el rendimiento en el trabajo, las relaciones de pareja o el equilibrio mental a largo plazo”.
Así que toda la base de este programa de “justicia social” en las comunidades pobres, que pretende que los medicamentos para el TDAH mejorarán el rendimiento escolar de los niños pobres y ello permitirá “igualar sus oportunidades con los niños de familias ricas”, está enteramente basado en una mentira.
Entrometerse en los cerebros de los niños a través de estos productos químicos constituye, sin duda, un asalto criminal, y ya es hora de que se reconozca como lo que es. En 1986, El Diario Internacional de las Adicciones publicó una revisión de la literatura más importante realizada por Richard Scarnati. Se llamaba, “Un esquema de los peligrosos efectos secundarios del Ritalin (metilfenidato)”. El Adderall y otros medicamentos para el TDAH están en la misma clase, es decir, son sustancias estimulantes de tipo anfetamínico.
Scarnati nos presenta un gran número de efectos adversos del Ritalin y cita publicaciones en revistas científicas que informan de cada uno de estos síntomas. Para cada uno de los siguientes efectos del Ritalin, hay al menos una fuente que los confirma en la literatura médica:
Delirios paranoides, Psicosis paranoide, Síntomas hipomaníacos y maníacos, similares a la psicosis por anfetaminas, activación de síntomas psicóticos, Psicosis tóxica, Alucinaciones visuales, Alucinaciones auditivas, puede superar al LSD en la generación de experiencias extrañas, Ataques de terror, comenzar a gritar, agresividad, insomnio, Dependencia psíquica, Disminución del sueño REM, etc.
Cuando además se usa combinado con antidepresivos, uno puede ver otras reacciones peligrosas, incluyendo hipertensión, convulsiones e hipotermia. Así pues… ¿en qué sentido estos medicamentos para el TDAH tienen que ver con la “justicia social”?
La realidad es que forman parte de una guerra química, donde depredadores con licencia, o sea los médicos, se aprovechan de los pobres. Sin embargo, éste puede parecer un caso circunscrito a los Estados Unidos, pero si usted es padre de familia y su hijo se encuentra cursando algunos de los grados de primaria o secundaria, se dará cuenta que la medicación por supuesto diagnóstico de TDAH es algo cada vez más común en México y en muchos otros países del mundo.
Para medicar, no hacen falta antecedentes
Según un artículo publicado por el prestigiado diario británico, “Daily Mail”, denominado “Chemical coshs candal: Thousands of patients with no history of mental illness needlessly given cocktail of anti-psychoticdrugs” (Escándalo Químico: Miles de pacientes sin antecedentes de enfermedad mental son suministrados con antipsicóticos), los médicos están suministrando innecesariamente potentes fármacos anti-psicóticos a miles de pacientes.
A personas con problemas de aprendizaje, demencia y autismo se les están dando medicamentos para controlar su comportamiento. Los antipsicóticos normalmente se deben utilizar para tratar enfermedades mentales como la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Sin embargo, un estudio publicado en el British Medical Journal revela que al 71% de las personas con dificultades de aprendizaje a los que se les prescriben medicamentos, no tienen antecedentes de enfermedad mental grave.
Los hallazgos impulsan la creciente preocupación de que el Reino Unido es una nación “sobre-medicalizada” (algo que podemos extender a todo occidente) y que miles de pacientes sufren efectos secundarios dañinos como resultado de ello. El uso de las medicamentos como restricción química para alterar el comportamiento de los pacientes vulnerables resulta particularmente preocupante.
El estudio, dirigido por el University College de Londres, analizó los datos de más de 33,000 personas con una discapacidad de aprendizaje, entre 1999 y 2013. Los pacientes estudiados incluyeron a personas que sufren de síndrome de Down, demencia, autismo y epilepsia. Muchos tenían dificultades con el aprendizaje, la comunicación, la vida diaria y la gestión de la información y las habilidades sociales.
Los investigadores hallaron que a 9,135 se les habían sido prescrito medicamentos anti-psicóticos, de los cuales el 71% no tenía antecedentes de enfermedad mental grave. De las 11,915 personas con un registro de conducta desafiante, el 47% había recibido medicamentos anti-psicóticos, mientras que sólo el 13% tenía antecedentes de enfermedad mental grave.
Los autores concluyeron que las personas con un historial de comportamiento desafiante tenían el doble de probabilidades de recibir antipsicóticos. Así pues, el doctor Dan Scorer afirma que:
“Lamentablemente las conclusiones del informe no son una sorpresa, ya que confirman lo que llevamos escuchando desde hace tiempo. Testimonios de familias que nos dicen que a sus seres queridos se les dan altos niveles de medicación antipsicótica o anti-depresiva, a menudo durante años.
En muchos casos estas familias reportan efectos secundarios graves y no hay evidencia de que la medicina esté ayudando a estos individuos. Esta reciente investigación publicada, muestra que esto está sucediendo, no sólo en las unidades de hospitalización, sino en toda la comunidad”.
Los efectos secundarios de los medicamentos anti-psicóticos provocan aumento de peso causado por el aumento del apetito y hacen que los pacientes sean más pasivos. La información anterior, debiera ser una advertencia para que la sociedad comience la búsqueda de alternativas en lo que respecta al tratamiento del déficit de atención e hiperactividad, si es que en verdad el niño los padece, de lo contrario, sólo se estaría fortaleciendo el adormecimiento social poniendo en riesgo la salud de la población.
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Redacción Anwo.life