¿Cuántas veces hemos oído decir que alguien no tiene personalidad porque termina haciendo exactamente lo mismo que su grupo de amigos?
La psicología, acérrima enemiga de las explicaciones simples y perezosas, examinó durante el siglo pasado cuál es la influencia del grupo sobre el individuo.
Los estudios más populares e influyentes al respecto, son probablemente, los que se realizaron durante las investigaciones de Solomon Asch.
Este psicólogo social estudió el fenómeno de la conformidad, es decir, la tendencia del individuo a modificar su respuesta respecto a un objeto acercándola a aquella expresada por una mayoría de individuos dentro de un grupo, mediante una situación experimental.
Es importante puntualizar que Asch no es el primero en investigar la conformidad social dentro de un grupo. Hubo otros como Sheriff que veinte años antes la estudió utilizando estímulos ambiguos.
Formó grupos de tres personas en una habitación oscura con un solo punto de luz proyectado en una pared. Este punto parece moverse debido a los movimientos del cuerpo, pero al no tener puntos de referencia se crea la ilusión de que el punto se desplaza por sí solo. Estos tres participantes deben dar una estimación de cuánto se mueve el punto.
Dos de los participantes dan estimaciones parecidas en solitario, mientras que el tercero, estima diferente. El resultado es que este último, acerca sus estimaciones a las de sus otros dos compañeros, dado que el estímulo es ambiguo. Así, ante la incertidumbre, el individuo tiende a servirse de la opinión de la mayoría. En este sentido, Asch toma este estudio como punto de partida y va más allá utilizando un estímulo no ambiguo.
Otro precursor de los experimentos de Asch es la teoría de Leon Festinger. Según Festinger, los juicios deben tener una base sobre la que reposa su validez. Cuando se trata de juicios acerca de la realidad física, para dar una respuesta válida basta con examinar el objeto. Esto quiere decir que el individuo no necesita conocer la respuesta de los demás para saber si su propia respuesta es válida, a no ser que se trate de juicios sociales.
Los experimentos de Asch
Asch, que piensa que el fenómeno de la conformidad también ocurre ante estímulos físicos objetivos, y que Sheriff no aborda estos estímulos porque el de sus experimentos es ambiguo, entonces diseña su propia investigación en esta línea.
Primer experimento
En el experimento original, Asch forma un grupo compuesto por un estudiante y varios colaboradores del investigador que se hacen pasar por sujetos. La tarea consiste en que el investigador presenta una hoja en la que hay impresas tres barras horizontales de diferentes tamaños, y cada sujeto debe decir en voz alta cuál de ellas es la más alta. Los colaboradores están preparados para responder de forma correcta en los primeros ensayos, pero a medida que progresa la situación, empiezan a equivocarse y a apuntar a una barra que claramente no es la más alta.
El sujeto que no sabe qué está ocurriendo comienza respondiendo correctamente, tal como él piensa, pero a medida que los demás insisten en indicar la barra equivocada, sus respuestas comienzan a ser iguales que las de los demás. Así, se concluye que el fenómeno de la conformidad sí es observable en situaciones en las que el estímulo sobre el que hay que emitir un juicio es objetivo.
Al entrevistar a los sujetos que habían pasado por el experimento, explicaron que a pesar de saber con certeza cuál era la respuesta correcta, se amoldaron a las expectativas de los demás por temor a ser ridiculizados de alguna manera. Algunos de ellos incluso afirmaron pensar que las respuestas eran realmente correctas.
Experimentos siguientes
No contento con este resultado, Asch llevó a cabo experimentos parecidos con pequeñas modificaciones para ver de qué forma era posible romper con la conformidad en las respuestas. Bajo el mismo paradigma, introdujo una serie de variaciones que mostraron unos resultados muy interesantes.
En una de las condiciones, introdujo dentro del grupo a un “aliado”. Aparte del sujeto que no sabe nada, se introduce otro sujeto o un investigador que debe dar las respuestas correctas independientemente de los demás. Se observa que cuando el sujeto ve que no es el único que piensa diferente al resto, la conformidad disminuye drásticamente. De alguna forma, la presencia de otra opinión minoritaria valida la propia.
Sin embargo, cuando este aliado se retira a mitad del experimento, el sujeto vuelve a sufrir los efectos de la conformidad. Aunque durante la primera mitad del experimento haya conseguido resistir a la presión social, cuando pierde su fuente de validación vuelve a tomar la opinión mayoritaria como guía.
Además, observó que cuanto mayor el número de gente que componga el grupo, más poderosa es la conformidad. En los grupos pequeños, la opinión minoritaria no sufre tanta presión al cambio como cuando se añaden tres o cuatro personas más. Otros factores, como escribir la respuesta en lugar de decirla en voz alta y exponerse a la crítica o burla, explícita o no, favorece la resistencia a la conformidad.
¿Por qué ocurre la conformidad?
Las primeras explicaciones consideraban que la influencia social se producía a través de una imitación de la conducta de los otros, que a su vez se basaba en procesos de sugestión y contagio que ocurren en contextos de grupo. Se considera que este tipo de contextos facilitan el contagio y la difusión de ideas, y la imitación permite que lo individual se transforme en social.
Sin embargo, a partir de los experimentos de Asch, la conformidad pasa a explicarse por la asimetría entre el blanco y la fuente de influencia. El sujeto o blanco reconoce el poder de una fuente (una mayoría, por ejemplo) y depende de ella para obtener la información correcta en situaciones ambiguas y saber cuáles son las normas que debe seguir para mantener una relación positiva con los otros.
Cuando hablamos de que el sujeto se fija en la opinión de la mayoría para mantener una respuesta adaptada a la realidad porque la situación es ambigua, hablamos de dependencia informativa. Por otro lado, cuando decimos que el sujeto se fija en la opinión de la mayoría para saber cuál es el comportamiento que debe seguir para conseguir la aprobación de los otros, hablamos de dependencia normativa.
De esta forma, mientras que en los experimentos de Sheriff tiene una mayor presencia la dependencia informativa porque los estímulos son ambiguos, en los experimentos de Asch la influencia es más de tipo normativo. Aunque el sujeto conoce con certeza la información correcta, obtiene del resto del grupo información sobre qué respuesta es la aprobada por el grupo y actúa de forma coherente con esto.
Nuestra realidad
El experimento de Asch, lamentablemente, demuestra la realidad por la que atraviesa la humanidad hoy en día. Valiéndose de la conformidad del ciudadano, las élites trabajan arduamente a través de los medios de comunicación, líderes de opinión y los gobiernos para normar la opinión pública, y que aquellos que pensamos diferente y vemos la realidad tal cual es, nos sintamos confundidos y temerosos de expresar y validar la verdadera naturaleza de la situación.
Lo anterior, sin duda alguna, impide que la sociedad en conjunto pueda a hacer frente a las imposiciones de las élites, por más absurdas que estas suenen. No importa lo que si es cierto o no. La mayoría de la sociedad “está conforme con el discurso oficial”. De ahí el señalamiento de “conspiranoicos” a quienes se atreven a ver la realidad de otra manera.
A continuación, te dejamos el video del experimento, y esperamos conocer tus impresiones.
*Con información de Psicología y Mente
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Y recuerda… “No asumas NADA, cuestiona TODO”.
Redacción Anwo.life
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