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Mitos y Teorías de la Conspiración

Black Mirror, 1984, Atlas Shrugged… ¿A cuál historia distópica se parece más el 2022?

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distópica
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Entre la cultura de la cancelación, la censura del gobierno y el estancamiento económico, las noticias pueden ser bastante distópicas. Pero, ¿qué obra de ficción se parece más a nuestra realidad?

Esta es una versión de un artículo publicado en Out of Frame Weekly, un boletín electrónico sobre la interconexión del arte, la cultura y las ideas.

Imagínate que un día te despiertas sin poder acceder a tu cuenta bancaria debido a tus creencias políticas. Imagina fingir tu expresión facial siempre que haya gente cerca para evitar cometer «delitos faciales». Imagina que la economía se detuviera como un tren que se queda sin combustible. ¿Suena lejano?

Puede sonar a hipérbole paranoica decir que vivimos en una distopía. Pero el núcleo de la ficción distópica valiosa es explorar qué elementos de nuestra sociedad tienen efectos que, si se llevan al extremo, destruirían nuestra libertad e irían en contra de la dignidad humana.

Out of Frame han analizado el significado y la relevancia de una variedad de ficción distópica: Demolition Man, Los Juegos del Hambre, Arcane, The Matrix, The Handmaid’s Tale, Brave New World, V. de Vendetta. Pero, ¿cuál es la distopía más relevante ahora mismo? He aquí tres contendientes (excluyendo los ejemplos que se asemejan por la mera presencia de una pandemia).

Black Mirror

La serie antológica de ciencia ficción está repleta de ideas tan intrigantes como pesadillescas. Pero el episodio «Nosedive» de 2016 destaca por ser relevante para nuestro mundo actual.

Con un tono más cómico que terrorífico, como la mayoría de los episodios de Black Mirror, «Nosedive» sigue a Lacie (Bryce Dallas Howard), que vive en una sociedad en la que todo el mundo se califica mediante una aplicación después de cada interacción. Los personajes pueden ver la puntuación agregada de los demás, en una escala de una a cinco estrellas, a través de implantes oculares de realidad aumentada. Si tu puntuación es demasiado baja, se restringe tu acceso a vivienda, transporte, salud y trabajo. Naturalmente, la auténtica interacción humana se borra en favor de la empalagosa búsqueda de estatus social. En la toma inicial del episodio, Lacie está literalmente practicando su sonrisa y risa falsas frente al espejo de su baño.

«Nosedive» es una metáfora bastante obvia de cómo los humanos compiten por la reputación, y de cómo las redes sociales lo han hecho aún más competitivo. Se pueden establecer paralelismos que van desde las calificaciones de Uber hasta el sistema de crédito social de la República Popular China.

Aunque el episodio no explora cómo la cultura de la conformidad se relaciona con la expresión política, es cierto que se refiere a la cultura de la cancelación y a cómo la gente autocensura sus opiniones para evitar la reacción social. El 62% de los estadounidenses tienen opiniones que no están dispuestos a compartir (el 77% entre los conservadores). Esta tendencia era evidente cuando se produjo «Nosedive», pero sólo ha empeorado desde entonces.

La visión del episodio de que a la gente se les negaría el acceso a los servicios basándose en acciones socialmente desaprobadas también se siente inquietantemente premonitoria. Recientemente, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, congeló las cuentas bancarias de las personas involucradas en la protesta de los camioneros canadienses y reprimió las donaciones a los manifestantes. No es difícil ver cómo, a medida que la tecnología vaya integrando más aspectos de nuestras vidas, surgirá la oportunidad para que las autoridades estatales y corporativas controlen nuestras acciones y traten de moldearlas.

Mil novecientos ochenta y cuatro

Sí, sé tan bien como cualquiera que la obra más famosa de George Orwell es la novela más sobre-referida cuando se trata de autoritarismo. Pero el hecho de que algunas personas golpeen a un caballo muerto no debería impedirme establecer comparaciones legítimas con el libro, especialmente cuando se va más allá de sus temas más citados: la censura, la propaganda, la vigilancia y la tortura.

Lo que hace grande a Mil novecientos ochenta y cuatro es la forma concreta en que se describen los efectos psicológicos de vivir en una sociedad autoritaria. Al igual que en «Nosedive», esto implica la conformidad social, sólo que las consecuencias son mucho más graves. Los ciudadanos de la autoritaria nación de Oceanía denuncian a sus amigos y vecinos, incluso a su familia, a la policía por las más pequeñas infracciones. Los personajes mantienen sus expresiones faciales bajo control en todo momento por miedo a cometer un «delito facial» al revelar el descontento con el sistema, ya sea a los compañeros o a las omnipresentes telepantallas.

La política domina la vida en Mil novecientos ochenta y cuatro, desde las concentraciones diarias de «Dos minutos de odio» hasta los carteles del Gran Hermano en cada esquina:

«En principio, un miembro del Partido no tenía tiempo libre y nunca estaba solo, salvo en la cama. Se asumía que cuando no estaba trabajando, comiendo o durmiendo, estaría participando en algún tipo de recreación comunitaria: hacer cualquier cosa que sugiriera un gusto por la soledad, incluso salir a pasear solo, era siempre ligeramente peligroso. Había una palabra para ello en la jerga de la prensa: OWNLIFE, se llamaba, lo que significaba individualismo y excentricidad».

La paranoia de esta realidad llena de odio al protagonista y le hace anhelar la «vida propia», un escape del dogma político que lo consume todo.

Aunque la América de 2022 se parece muy poco a la Oceanía de 1984, simpatizamos con este deseo. Con los mensajes políticos que llenan el entretenimiento, los deportes, la publicidad y el lugar de trabajo, más aspectos de la vida se están convirtiendo en campos de batalla en la «guerra cultural». Junto con la animosidad engendrada por la creciente polarización, cerca de dos tercios de los estadounidenses se sienten agotados por el grado en que se les exige prestar atención a las cuestiones políticas y sociales.

Atlas Shrugged

Tanto si se es fan de la influyente novela de Ayn Rand como de su filosofía en general, Atlas Shrugged ofrece mucho que pensar, sobre todo en lo que respecta a la difícil economía estadounidense.

A lo largo del libro, el gobierno dicta normas para resolver los problemas económicos (y para satisfacer intereses especiales), pero estas acciones sólo empeoran la situación al desalentar la competencia y la productividad. El gobierno toma cada vez más medidas autoritarias, como la congelación de los salarios y la prohibición de abandonar el trabajo. Pero esto sólo hunde más a la nación en la recesión, ya que ignora los incentivos que mantienen la economía en funcionamiento y hace que los empresarios se harten.

Rand creció en la Unión Soviética y vivió la Gran Depresión en los Estados Unidos, y es evidente que estas experiencias influyeron en Atlas Shrugged. Pero la trama también recuerda a la recesión más reciente. Por ejemplo, la actual crisis de la cadena de suministro fue causada en parte por la escasez de mano de obra, provocada por el aumento de las prestaciones de desempleo, que pretendían remediar a los trabajadores despedidos cuando el gobierno ordenó el cierre de las empresas para detener la pandemia. Como reacción al atasco de la cadena de suministro, los puertos de Los Ángeles y Long Beach impusieron multas para tratar de obligar a los transportistas a mover su carga.

Cada acción sólo crea la causa de otras acciones, y el resultado es el mismo que en Atlas Shrugged: menos productos en las estanterías y una reducción general de la calidad de vida.

Es fácil sucumbir al pensamiento catastrófico cuando se comparan los acontecimientos actuales con las distopías de ficción. Pero todo el propósito del género es señalar cómo nuestra sociedad está evolucionando de manera destructiva. Citando a Orwell:

«Se ha sugerido por parte de algunos de los críticos de Mil novecientos ochenta y cuatro que es la opinión del autor que esto, o algo así, es lo que sucederá dentro de los próximos cuarenta años en el mundo occidental. Esto no es correcto. Creo que, teniendo en cuenta que el libro es, al fin y al cabo, una parodia, podría ocurrir algo parecido a Mil novecientos ochenta y cuatro. Esta es la dirección en la que va el mundo en la actualidad, y la tendencia se encuentra en lo más profundo de los fundamentos políticos, sociales y económicos de la situación mundial contemporánea. […] La moraleja que hay que extraer de esta peligrosa situación de pesadilla es sencilla: No dejes que ocurra. Depende de ti».

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Y recuerda… «No asumas NADA, cuestiona TODO»

Redacción ANWO

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Élite y Gobierno Mundial

Manual del NOM: Cap. 2 “El andamiaje del poder”

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(Organismos que no elegiste, pero te gobiernan)

El poder que nadie eligió

Vivimos en un mundo donde la narrativa oficial sostiene que las decisiones más importantes son tomadas por gobiernos democráticamente electos. Sin embargo, muchas de las políticas que afectan tu salud, economía, alimentación, educación o libertad digital no provienen de tu congreso ni de tu presidente. Se diseñan en escritorios que no conoces, bajo sellos institucionales que suenan benévolos: FMI, OMS, ONU, WEF

Y es aquí donde comienza el engaño.

Estos organismos no fueron creados por los pueblos, sino por élites que necesitaban un sistema global de control, camuflado de cooperación internacional. Se presentan como árbitros, pacificadores, asesores técnicos o expertos científicos, pero operan como ingenieros sociales con licencia para rediseñar sociedades enteras.

No tienes voto en sus decisiones.
No los puedes auditar.
No los puedes remover.
Y sin embargo, dictan las reglas del juego global.

Así funciona el “Nuevo Orden Mundial”: no como una dictadura visible, sino como una red de instituciones disfrazadas de autoridad moral, que moldean políticas nacionales bajo presión diplomática, condicionamientos financieros o chantajes ideológicos.


Organismos internacionales: entre ayuda y sometimiento

Estos son los grandes arquitectos del NOM. Analizarlos no significa negar que tengan algunas funciones útiles, sino evidenciar cómo han sido cooptados y pervertidos por intereses supranacionales. Vamos por partes:


🟦 ONU (Organización de las Naciones Unidas)

Narrativa oficial: promotor de la paz, los derechos humanos y la cooperación internacional.
Realidad funcional: laboratorio ideológico, promotor de agendas globales y legitimador de intervenciones políticas.

  • Se fundó en 1945 como reemplazo de la Liga de las Naciones, con el discurso de evitar otra guerra mundial.
  • Hoy funciona como una plataforma simbólica para consensos manipulados. La Asamblea General sirve de escaparate político, pero el poder real lo tiene el Consejo de Seguridad, controlado por las potencias nucleares (EE.UU., China, Rusia, Francia y Reino Unido).
  • Promueve abiertamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que si bien suenan nobles, han sido usados para imponer agendas educativas, tecnológicas y de salud que no se someten a votación popular.
  • Organismos derivados como la UNESCO, UN Women, UNICEF o ACNUR tienen misiones legítimas, pero su uso político ha sido denunciado incluso por países miembros que no comulgan con la agenda progresista occidental.

La ONU ya no busca paz, sino consenso para la uniformidad ideológica mundial.


🟩 OMS (Organización Mundial de la Salud)

Narrativa oficial: autoridad en salud pública global.
Realidad funcional: brazo ejecutor del biocontrol, aliado de farmacéuticas y gobiernos autoritarios.

  • Se convirtió en actor central durante la pandemia de COVID-19, dictando lineamientos que fueron adoptados sin debate por cientos de países.
  • Su financiamiento depende en gran parte de fundaciones privadas como la de Bill & Melinda Gates, lo que pone en duda su autonomía científica.
  • Ha promovido tratados sanitarios internacionales que permitirían intervenir en la soberanía nacional de los países en futuras “emergencias de salud pública”.
  • Fue acusada de inconsistencias, ocultamiento de información y colaboración política con China al inicio de la pandemia.
  • El nuevo “Tratado Pandémico” que impulsa busca legalizar que la OMS tenga poderes ejecutivos supranacionales en caso de brotes sanitarios, incluyendo imposición de vacunas, restricciones de movilidad y control de información.

La OMS ha mutado de guía sanitaria a instrumento de control biomédico global.


🟨 FMI y Banco Mundial

Narrativa oficial: ayuda financiera a países en desarrollo.
Realidad funcional: deudores eternos, reformas impuestas, extractivismo disfrazado.

  • El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial fueron creados en Bretton Woods (1944) para “reconstruir” el mundo tras la guerra.
  • A partir de los años 80, se convirtieron en instrumentos de recolonización económica: prestan dinero a cambio de “ajustes estructurales”.
  • ¿Qué significa eso? Privatizar recursos públicos, eliminar subsidios, despedir empleados estatales, abrir mercados a corporaciones extranjeras y reducir gasto social.
  • En la práctica, los países pierden soberanía fiscal y legislativa al someterse a las condicionalidades del FMI.
  • El Banco Mundial financia proyectos de infraestructura, pero muchos de ellos han resultado en despojos territoriales, desplazamientos forzados y endeudamiento eterno.

No prestan dinero para salvar naciones, sino para convertirlas en colonias económicas al servicio del capital financiero.


🟥 WEF (Foro Económico Mundial)

Narrativa oficial: espacio para discutir el futuro global.
Realidad funcional: club elitista donde se pactan los hilos del poder sin escrutinio alguno.

  • Fundado por Klaus Schwab, este foro reúne cada año en Davos a presidentes, CEOs, banqueros y celebridades para “dialogar” sobre el mundo.
  • En realidad, se trata de un espacio cerrado para imponer visiones tecnocráticas como el famoso “Gran Reinicio” (“The Great Reset”).
  • En sus propios documentos se afirma que en el futuro “no tendrás nada, y serás feliz”, promoviendo una economía sin propiedad privada, pero controlada digitalmente.
  • El WEF ha sido el impulsor clave de la digitalización de la vida humana, el avance del crédito social, el control mediante inteligencia artificial y la transformación de los derechos individuales en “privilegios condicionales”.

No es un think tank, es un centro de planificación del totalitarismo tecnológico.

Tratados globales: El nuevo campo de batalla

Los tratados internacionales solían ser acuerdos entre Estados soberanos, firmados con el objetivo de cooperación mutua. Pero en el marco del Nuevo Orden Mundial, se han transformado en instrumentos de imposición unilateral, donde las verdaderas decisiones se toman fuera del alcance ciudadano y se imponen con la excusa de “urgencias globales”.

📜 De la firma a la sumisión

  • Los tratados actuales se diseñan bajo el pretexto de protegernos: del cambio climático, de las pandemias, del terrorismo, del crimen cibernético o de las crisis financieras.
  • En teoría, los gobiernos los firman voluntariamente. En la práctica, hay presiones diplomáticas, económicas o geopolíticas para alinearse o quedar excluido del sistema.
  • Una vez firmados, los congresos nacionales rara vez modifican el contenido. Y aunque lo aprueben formalmente, el pueblo jamás es consultado.

🌎 Ejemplos clave:

🔹 Tratado Pandémico (OMS)

  • Busca otorgar poder supranacional a la OMS para tomar decisiones de salud pública en nombre de los países.
  • Implicaría aceptar vacunación obligatoria, confinamientos, censura digital y control biométrico sin necesidad de legislación nacional.
  • Los gobiernos podrían ser forzados a adoptar normas sin opción a rechazarlas.

🔹 Acuerdos climáticos (Agenda 2030, Acuerdo de París)

  • Más allá del discurso verde, se imponen restricciones productivas, energéticas y de movilidad que afectan desproporcionadamente a países en desarrollo.
  • Mientras las potencias contaminantes siguen operando, se exige a los países pobres que reduzcan emisiones sacrificando crecimiento y soberanía energética.

🔹 Tratados de gobernanza digital

  • Proponen regular el internet y la información bajo estándares globales (como los impulsados por la ONU y el WEF).
  • Buscan crear “identidades digitales universales”, limitar contenidos “peligrosos” (aka disidencia), y conectar toda tu vida a un sistema de puntaje social.

⚠️ La trampa legal

  • Una vez firmado, un tratado tiene rango constitucional en muchos países.
  • Si las cláusulas contradicen tu constitución… prevalece el tratado.
  • Es la puerta trasera perfecta para legalizar lo que los pueblos nunca aceptarían abiertamente.

Gobierno sin rostro: ¿quién da las órdenes?

Detrás de los logos relucientes y las palabras diplomáticas, existe una red transnacional de poder no electo, formado por élites corporativas, financieras, filantrópicas y tecnocráticas que han aprendido a gobernar sin mostrar el rostro… y sin recibir castigo.

🧠 Think Tanks: las mentes del NOM

  • Instituciones como el Council on Foreign Relations (CFR), Trilateral Commission, Chatham House, Brookings Institution, Club de Roma, entre otras, elaboran la doctrina que luego los organismos implementan.
  • No legislan ni ejecutan, pero definen qué debe ocurrir. Son el cerebro gris del sistema.

🧬 Fundaciones privadas: filantropía con fines de control

  • Fundación Bill y Melinda Gates: no solo financia vacunas, sino también medios, universidades y políticas públicas.
  • Open Society Foundations (George Soros): financia movimientos ideológicos, reformas judiciales, educación con sesgo y control electoral.
  • Fundación Rockefeller: impulsó desde los años 70 conceptos como el control poblacional, los pasaportes sanitarios y el gobierno global.

Estas fundaciones no rinden cuentas a ningún parlamento, pero intervienen directamente en decisiones soberanas de múltiples países.

🏦 Corporaciones: los gobiernos reales

  • Google, BlackRock, Vanguard, Pfizer, Meta, Amazon, Microsoft…
  • No están sujetas a votación. Sus CEOs no te representan.
  • Pero poseen más poder que muchos Estados-nación. Pueden censurar presidentes, colapsar economías, financiar campañas políticas y rediseñar el futuro digital del planeta.

👤 La élite oculta

  • Klaus Schwab, Larry Fink, George Soros, Bill Gates, Elon Musk, los Rothschild, los Rockefeller… No importa si crees que son parte de una conspiración.
  • Lo son, pero legalizada.
  • Son los nodos visibles de una estructura interconectada de influencia, que opera con total impunidad desde el lenguaje de la “innovación”, la “sostenibilidad” o la “salud pública”.

🕳️ Y tú… en qué momento votaste por ellos?

  • ¿Decidiste que tu economía dependiera del FMI?
  • ¿Que tu información de salud la controle la OMS?
  • ¿Que tu privacidad digital esté en manos de Google y Meta?
  • ¿Que el mundo se rediseñe desde Davos?

Nadie votó por eso.
Nadie fue consultado.
Y sin embargo, la maquinaria avanza.

Resistencia estructurada: ¿hay salida?

Hablar del Nuevo Orden Mundial puede generar dos reacciones extremas:
🔹 Por un lado, el fatalismo: “No se puede hacer nada. Todo está perdido.”
🔹 Por otro, el negacionismo ingenuo: “Eso no existe, todo es conspiración barata.”

Pero entre ambos extremos hay un campo real: la resistencia consciente, estructurada, informada. Y aunque no es fácil, existe.

🌍 1. Bloques que han dicho NO… aunque con matices

Algunos países o coaliciones han enfrentado directa o indirectamente el andamiaje del NOM:

🔸 Rusia y China

  • Han rechazado abiertamente ciertas imposiciones del FMI, de la ONU y del WEF.
  • Han creado sistemas financieros alternativos (como el CIPS en China) para competir con SWIFT.
  • También promueven su propia narrativa sobre soberanía digital, valores tradicionales y multipolaridad.
  • Cuidado: su resistencia no siempre es sinónimo de libertad. A veces simplemente ofrecen su propia versión de control centralizado.

🔸 BRICS

  • Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (más países invitados) han conformado una alianza con el objetivo de romper el dominio del dólar y crear instituciones paralelas al FMI y al Banco Mundial.
  • Promueven una visión multipolar del mundo, más allá del eje Washington–Bruselas–Londres.
  • Sin embargo, aún no consolidan un modelo alternativo verdaderamente ciudadano ni transparente.

🔸 Países disidentes (con distintos grados de autonomía)

  • Hungría (Orbán) se ha opuesto a la agenda LGBTIQ+ y migratoria de la UE.
  • El Salvador (Bukele) desafió la lógica del FMI adoptando bitcoin como moneda legal.
  • Bolivia, Irán, Corea del Norte, Siria y otros han rechazado la hegemonía occidental, aunque con claros matices autoritarios.

Conclusión parcial: Hay focos de resistencia, pero aún están contaminados por intereses estatales, ideológicos o geoestratégicos.
No hay una resistencia desde los pueblos organizada y globalizada.


🧠 2. ¿Y la ciudadanía? El rol del individuo consciente

Aquí entra el lector. Aquí entras tú.

La verdadera resistencia no comienza en cumbres ni tratados. Comienza en la mente informada de los ciudadanos.
Pero no basta con “estar despierto”. Se necesita estructura. Acción. Redes. Estrategia.

🛠️ Estrategias posibles:

  • Informar y formar redes autónomas de análisis: sitios como ANWO, canales alternativos, medios independientes, foros sin censura.
  • Desconectarte del sistema en lo posible: huir del crédito, del control digital, del consumo compulsivo. Salir de la rueda sin avisar.
  • Rechazar tratados y estructuras globales: exigir que no se ratifiquen convenios sin consulta popular. Volver la soberanía nacional un tema de conversación cotidiana.
  • Recuperar la política local y comunitaria: desde alcaldías, sindicatos, cooperativas, educación alternativa, comunidades autosuficientes.
  • Exponer a las élites con humor, datos y arte: memes, sátira, periodismo, libros, video. La narrativa es una batalla que podemos dar desde abajo.

⚠️ Advertencia final: el sistema también absorbe la disidencia

Muchos movimientos supuestamente “antiglobalistas” son falsas banderas. Simulan ser resistencia pero solo sirven para canalizar la rabia hacia callejones sin salida o figuras controladas.
Desde sectas libertarias hasta influencers antivacunas que terminan vendiéndote suplementos milagro.

El NOM es experto en reciclar la disidencia.
Por eso, la resistencia real debe ser filosófica, estratégica y estructural. No solo emocional.

🔚 ¿Hay salida?

Sí, pero no fácil.
No es política. No es económica.
Es estructural.

Mientras no entendamos que el poder real está en estructuras no electas, invisibles y simbólicas, seguiremos peleando contra marionetas…
…sin ver al titiritero.

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Élite y Gobierno Mundial

La patente del fenómeno OVNI: evidencia de que no vienen de otros mundos

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En los cielos del mundo se han reportado miles de avistamientos de naves triangulares. Desde las misteriosas luces de Phoenix en 1997 hasta los famosos “triángulos negros” sobre Bélgica en los noventa, la narrativa popular asegura que se trata de visitantes de otros mundos. Pero hay un detalle incómodo que rara vez se menciona: esas mismas naves aparecen registradas en documentos oficiales de Estados Unidos, no en relatos de ciencia ficción, sino en patentes del sistema de propiedad intelectual.

    La patente US20060145019A1, presentada en 2004 y publicada en 2006, describe un “espacio-nave triangular” que coincide casi punto por punto con lo que los testigos han visto en el cielo: forma de triángulo equilátero, esquinas cargadas eléctricamente y un sistema de propulsión basado en campos electromagnéticos. En otras palabras, el “OVNI triangular” tiene número de serie y está archivado en Washington.

    Este hallazgo abre la puerta a una lectura incómoda: ¿y si gran parte del fenómeno OVNI no es más que tecnología terrestre camuflada bajo la etiqueta de “extraterrestre”?

    El caso central: la patente del OVNI triangular

    En 2006 la Oficina de Patentes de Estados Unidos publicó el documento US20060145019A1, titulado “Triangular Spacecraft” e inscrito por John St. Clair. A primera vista podría confundirse con un guion de ciencia ficción, pero en realidad es un texto legal que detalla la construcción y funcionamiento de una nave en forma de triángulo equilátero.

    La patente describe un casco triangular con placas conductoras en cada esquina, dos cargadas positivamente y una cargada de forma negativa. Este diseño genera un campo eléctrico horizontal muy intenso, paralelo a los costados de la nave. En los laterales se ubica un sistema de antenas ranuradas, capaces de emitir ondas electromagnéticas verticales. La interacción de ambos campos —electrostático y electromagnético— produciría, según el propio documento, una curvatura espacio-temporal que se traduce en fuerzas de sustentación y propulsión simultáneas.

    En otras palabras: el famoso “OVNI triangular” que la gente ha visto en el cielo durante décadas está descrito con detalle técnico y matemático en una patente registrada en Washington. Ya no hablamos de rumores ni de teorías conspirativas, sino de un documento oficial que coincide de manera inquietante con los reportes de avistamientos.

    Patrón global de patentes “OVNI-like” (EE. UU., Rusia, Europa/Alemania, otros)

    EE. UU. (Navy/DoD & antecedentes civiles)

    • US20060145019A1 – “Triangular Spacecraft” (2006): casco triangular con cargas en vértices + antenas; propone lift y thrust sin propulsor clásico. Google Patents
    • “UFO patents” de la Marina de EE. UU. (Salvatore C. Pais):
      • Craft using an inertial mass reduction device (solicitud US20170313446; concedida como US10144532B2, 2018/2019): cavidad resonante y microondas para reducir “masa inercial”. Google Patents+1
      • High-Frequency Gravitational Wave Generator (US20180229864A1). Google Patents
      • Plasma Compression Fusion Device (US20190295733A1). Cobertura periodística la agrupó como parte de las “UFO patents”. Google Patents+1
    • Antecedente histórico (electrogravitics/Biefeld-Brown): pruebas y revisiones técnicas de asymmetric capacitor thrusters en NTRS/NASA (2004). NASA Technical Reports Server

    Rusia (PCT/RU con equivalentes domésticos)

    • WO2002095225A1 / RU2185526C1 – “Method for producing propulsion in a vacuum… (field engine)”: propone empuje por redistribución de la “densidad cuántica del vacío” mediante campos eléctricos/magnéticos rotatorios; familia PCT originada en Rusia (2001–2002). Google Patents
    • WO2002095451A1 (PCT/RU)Method for generating and receiving gravity waves…: misma cohorte de inventores rusos, orientado a ondas gravitacionales. Google Patents

    Europa/Alemania (vía EPO; cobertura DE por fase nacional)

    • EP2688803A1 – “Electromagnetic Thruster” (familia con entradas en US/JP/CN/RU; prioridad 2011): cavidad resonante asimétrica que generaría empuje neto sin masa de reacción; la vía EP cubre Alemania por jurisdicción EPO (solicitud posteriormente retirada, pero documenta el intento de protección en Europa). Google Patents

    Otros indicios y ecos recientes

    • FOIA/briefs de NAVAIR sobre el HFGWG y materiales de soporte técnico. NAVAIR
    • Cobertura y perfiles recientes sobre Pais y el interés comparativo (incluida mención a investigación china). The Times

    Qué muestra el patrón

    Esto debilita la narrativa “extraterrestre” para este tipo de naves: si existen patentes y memorandos técnicos, la hipótesis humana (militar/experimental) gana tracción como explicación parsimoniosa de los “triángulos negros”.

    Hay documentos oficiales en múltiples jurisdicciones que describen propulsión no convencional (cavidades resonantes, campos EM, “ondas gravitacionales”, asimetría de capacitores).

    El vector no es únicamente estadounidense: existe literatura patentaria rusa y europea (EPO) sobre ideas similares.

    El mito OVNI como cortina de humo

    Si algo ha quedado claro al revisar las patentes es que las naves con apariencia de “OVNI” no son invenciones alienígenas, sino proyectos humanos que, en muchos casos, incluso están documentados en oficinas de patentes. Sin embargo, la narrativa popular insiste en asociar estos objetos con seres de otros mundos. ¿Por qué?

    La respuesta más lógica es que el mito extraterrestre funciona como cortina de humo. Al etiquetar lo desconocido como “alienígena”, los gobiernos y ejércitos consiguen varios beneficios:

    • Encubrimiento tecnológico: cualquier testigo puede reportar lo que vio, pero si la explicación pública es “OVNI”, no hay obligación de revelar el verdadero proyecto militar.
    • Desvío de atención: la fascinación por lo extraterrestre desplaza la discusión sobre presupuestos militares, contratistas y experimentación tecnológica secreta.
    • Gestión psicológica: el mito genera miedo y expectativa, dos herramientas útiles para manipular a la opinión pública y mantenerla ocupada en enigmas cósmicos, no en auditorías terrenales.

    De este modo, el alien se convierte en la coartada perfecta. Cuando un ciudadano graba un triángulo volando sobre su ciudad, los titulares hablan de “naves ET” en lugar de “nuevas armas experimentales del Pentágono”. El resultado: se preserva el secretismo militar mientras se alimenta una narrativa cultural que vende libros, películas y documentales, pero oculta la raíz del fenómeno.

    ¿Qué podemos concluir?

    El fenómeno OVNI ha sido presentado durante décadas como una evidencia de visitas extraterrestres. Sin embargo, los documentos oficiales cuentan otra historia. Si existen patentes que describen naves triangulares, dispositivos de reducción de masa inercial y motores de campo en vacío, entonces la hipótesis más sólida no es que “los aliens nos visitan”, sino que las potencias militares llevan años desarrollando y probando tecnologías no convencionales.

    Los extraterrestres no necesitan registrar patentes. Los gobiernos y los inventores sí. Y esa sola diferencia cambia la narrativa: lo que se ve en los cielos puede ser extraordinario, pero no necesariamente viene de otros mundos. El verdadero misterio no está en Marte ni en Andrómeda, sino en los laboratorios ocultos del Pentágono, en los archivos de patentes de Moscú y en las oficinas de la Agencia Europea de Patentes.

    La próxima vez que un triángulo negro surque el cielo nocturno, habrá que preguntarse menos por los alienígenas y más por los contratos de defensa y los presupuestos secretos que, amparados en el mito OVNI, han convertido a la ciencia ficción en tecnología militar de carne y hueso.

    Fuentes en medios internacionales

    1. The Drive – The War Zone
      • Artículos de Joseph Trevithick y Tyler Rogoway sobre las “UFO Patents” de Salvatore Pais y la Marina de EE.UU.
      • Ejemplo: “Navy’s Mysterious ‘UFO Patents’” (2019).
    2. Popular Mechanics
      • Cobertura sobre las patentes de Pais y su potencial tecnológico.
      • Ejemplo: “The Navy’s Patent for a Compact Nuclear Fusion Reactor Is Wild” (2019).
    3. The Guardian
      • Reportajes sobre avistamientos de OVNIs y documentos oficiales liberados por el Pentágono.
    4. The New York Times
      • Artículo clave de 2017: “Glowing Auras and ‘Black Money’: The Pentagon’s Mysterious U.F.O. Program”.
    5. BBC News
      • Notas sobre la desclasificación de documentos OVNI en Reino Unido y EE.UU.

    📑 Fuentes en medios especializados

    1. Aviation Week & Space Technology
      • Cobertura de proyectos aeroespaciales experimentales y patentes militares.
    2. Jane’s Defence Weekly
      • Publicaciones sobre tecnologías militares y proyectos secretos.
    3. Scientific American
      • Artículos críticos sobre “propulsión exótica” y análisis de plausibilidad.
    4. MIT Technology Review
      • Análisis de tecnologías disruptivas y experimentales (incluyendo patentes polémicas).

    🌍 Fuentes de contexto histórico

    • Reportajes históricos sobre proyectos secretos nazis y su relación con los OVNIs (Die Glocke).
    • History Channel (HISTORY.com)
    • Cobertura de los “Black Triangles” y series documentales sobre OVNIs.
    • National Geographic
    • Documentales y artículos sobre el fenómeno OVNI y proyectos militares secretos.
    • Der Spiegel (Alemania)

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    Actualidad

    Calentamiento global S.A.: cómo lucrar con el fin del mundo

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    El calentamiento global se transformó en el miedo universal del siglo XXI. No importa dónde vivas, qué idioma hables o a qué partido político sigas: la narrativa es la misma —“la Tierra está en peligro y tú eres el culpable”.

    La estrategia psicológica

    Este discurso no es nuevo: en la historia se ha usado el miedo al castigo divino, el miedo al comunismo, el miedo al terrorismo… Hoy, el miedo climático cumple la misma función.
    El ciudadano común se siente responsable de sequías, huracanes y derretimiento de glaciares, aunque en realidad su huella sea insignificante frente a la de corporaciones, ejércitos y grandes industrias.
    El truco consiste en internalizar la culpa: hacer que la gente piense que por usar popote o no reciclar está condenando al planeta entero.

    Del miedo al consumo

    Cuando el miedo ya está instalado, se ofrece la redención.

    • ¿Sientes culpa por contaminar? Compra bolsas de tela.
    • ¿Temes al plástico? Compra botellas “biodegradables”.
    • ¿Quieres salvar al planeta? Paga más por un empaque eco-friendly.

    Se crea así un mercado de la conciencia tranquila, donde los productos no se venden por lo que son, sino por el alivio moral que generan.

    Impacto real vs. impacto comercial

    El problema es que muchas de estas soluciones son más marketing que ecología:

    • Un popote de metal requiere tanta energía en su producción que necesita cientos de usos para compensar un popote de plástico.
    • Los plásticos “biodegradables” se degradan solo en plantas industriales, no en tiraderos comunes.
    • La ropa reciclada muchas veces es solo una mezcla mínima de fibras plásticas, pero se vende a precio premium.

    En otras palabras: el planeta sigue ardiendo, pero el negocio crece. El miedo no se resuelve, se administra como un recurso renovable para mantener el consumo constante.

    El caso del “popote”

    En 2018, millones de personas alrededor del mundo se convencieron de que el popote de plástico era el gran enemigo del planeta. Campañas virales, fotos de tortugas con popotes en la nariz, videos desgarradores.
    El mensaje fue claro: si usas popote, destruyes la vida marina.

    ¿Resultado? Gobiernos prohibieron los popotes, restaurantes los retiraron y las marcas aprovecharon la ola para vender popotes metálicos, de bambú o de vidrio a precios mucho más altos.

    El detalle: los popotes representan menos del 0.025% del plástico en los océanos. La mayor parte proviene de redes de pesca, transporte marítimo y basura industrial. Pero esos sectores no se tocan porque son negocios intocables.

    En otras palabras, se trasladó la culpa al consumidor común y se creó un mercado millonario de popotes alternativos, mientras el problema real quedó intacto.

    La moda “verde” corporativa

    Algo similar ocurre con las grandes marcas de bebidas y comida rápida:

    Las compañías de ropa producen “colecciones recicladas” que representan apenas un porcentaje mínimo de su producción total, pero sirven para construir imagen y subir precios.

    Sacan botellas con 30% de plástico reciclado y las venden como revolución sustentable.

    Lanzan ediciones limitadas “eco” que cuestan más, aunque la producción global siga siendo igual de contaminante.

    El miedo climático funciona como un producto en sí mismo: se vende la idea de que el consumidor individual puede salvar al planeta con compras simbólicas, mientras los verdaderos responsables mantienen intactas sus prácticas.


    Al final, lo que menos cambia es el planeta… lo que más crece son los márgenes de ganancia.

    Los nuevos gigantes verdes

    Si el miedo es el producto, los gigantes corporativos son los que monopolizan la venta de la salvación. En nombre del calentamiento global, las grandes empresas han encontrado la forma de presentarse como héroes del planeta, al tiempo que crean nuevos imperios económicos.

    Autos eléctricos: la promesa de “cero emisiones”

    El auto eléctrico es el símbolo máximo de la transición verde. Se vende como “cero emisiones”, pero detrás de esa imagen hay una realidad mucho menos limpia:

    • La extracción de litio, cobalto y níquel para baterías destruye ecosistemas completos y deja comunidades enteras sin agua.
    • La mayor parte de la electricidad que los recarga proviene todavía de carbón, gas o petróleo.
    • Las baterías usadas generan un nuevo problema de desechos tóxicos para el que aún no existe solución global.

    Aun así, gobiernos de todo el mundo subsidian su compra, beneficiando principalmente a las grandes automotrices. No es salvar el planeta, es crear un nuevo mercado cautivo.

    Créditos de carbono: contaminar pagando

    Los llamados “créditos de carbono” son la genialidad del capitalismo verde: una empresa altamente contaminante puede seguir emitiendo CO₂ siempre que pague por proyectos compensatorios, como plantar árboles o financiar energías renovables en otro país.
    El resultado:

    • Empresas siguen contaminando igual.
    • Los gobiernos presumen reducciones en papel.
    • Se abre un mercado especulativo de bonos y certificados que se comercian como acciones en Wall Street.

    En otras palabras, se convirtió en un negocio global donde contaminar es legal si pagas lo suficiente.

    Energías renovables: sol y viento… con dueño

    La transición energética es otra bandera verde. Paneles solares y aerogeneradores se presentan como la panacea, pero:

    • Los megaproyectos solares y eólicos requieren miles de hectáreas, muchas veces en tierras comunales o ejidales, donde las comunidades terminan desplazadas.
    • Los beneficios económicos se concentran en grandes corporaciones extranjeras, no en los habitantes locales.
    • La fabricación de paneles solares y turbinas también depende de materiales que contaminan en su extracción.

    Así, el “futuro limpio” tiene dueño y factura miles de millones, aunque la justicia ambiental sea mínima.


    Los gigantes verdes no están resolviendo el problema, lo están reconfigurando en un mercado global. Cada solución se convierte en un producto, cada producto en un negocio, y cada negocio en una oportunidad de control. El planeta arde, pero los nuevos titanes verdes no buscan apagar el fuego: buscan vendernos el extinguidor.

    Fondos, subsidios e impuestos “verdes”

    La industria del calentamiento global no solo se sostiene con productos de consumo masivo, sino con un andamiaje financiero y político que asegura flujos de dinero constantes. Es el negocio institucionalizado: gobiernos que subsidian, bancos que invierten y ciudadanos que pagan.

    Fondos verdes: trillones en juego

    El cambio climático abrió una de las mayores oportunidades de inversión del siglo XXI: los bonos climáticos y los fondos de inversión verdes.

    • Según la Climate Bonds Initiative, el mercado de bonos verdes supera ya los 2.5 billones de dólares a nivel global.
    • Empresas y gobiernos los emiten para financiar proyectos supuestamente sustentables, pero muchas veces los fondos acaban en megaproyectos polémicos (presas, parques eólicos, minería “verde”).
    • Al final, Wall Street y los bancos internacionales encuentran en el “planeta en peligro” un motor financiero estable y de largo plazo.

    Subsidios estatales: el dinero público al rescate

    Los gobiernos destinan miles de millones en subsidios y estímulos fiscales para las llamadas “tecnologías limpias”:

    • Compra de autos eléctricos.
    • Instalación de paneles solares.
    • Incentivos fiscales a corporaciones energéticas.

    El problema: gran parte de estos beneficios no llegan al ciudadano común, sino a empresas que ya son gigantescas. Tesla, por ejemplo, construyó su imperio inicial gracias a subsidios estatales en EE. UU. y China. Lo que parece política ambiental es en realidad transferencia de riqueza pública hacia corporaciones privadas.

    Impuestos verdes: la carga al consumidor

    Bajo el argumento de “cuidar el planeta”, se han creado nuevas figuras fiscales:

    • Impuestos al carbono en combustibles y transporte.
    • Cobros extra por empaques no reciclables.
    • Tarifas ambientales en turismo y aviación.

    En la práctica, estas medidas no modifican las prácticas de los grandes contaminadores, pero sí encarecen la vida cotidiana del ciudadano. El consumidor paga más por productos “eco” mientras las corporaciones continúan operando sin cambios estructurales.


    Los fondos, subsidios e impuestos “verdes” son la columna vertebral de la industria del calentamiento global. Se presenta como política ambiental, pero es en realidad un sistema financiero paralelo que canaliza dinero público y privado hacia quienes han sabido monetizar el miedo climático. El planeta sigue esperando resultados; los balances contables, en cambio, no paran de crecer.

    Lo que queda fuera del discurso

    En cada cumbre internacional, en cada campaña oficial y en cada reportaje sobre el calentamiento global, hay grandes ausentes. Son sectores tan poderosos que se mantienen fuera del radar mediático y político, aunque sean responsables de una parte sustancial de las emisiones globales.

    El transporte marítimo y aéreo: la excepción invisible

    • El transporte marítimo internacional mueve más del 80% del comercio mundial y es responsable de cerca del 3% de las emisiones globales de CO₂, lo mismo que un país entero como Alemania.
    • La aviación comercial, con millones de vuelos al año, representa casi otro 2.5% de las emisiones globales.
    • Sin embargo, en los acuerdos climáticos internacionales, estos sectores aparecen apenas con compromisos voluntarios, sin regulaciones estrictas ni impuestos proporcionales.

    El mensaje es claro: puedes multar al ciudadano por usar bolsas de plástico, pero no tocas al buque carguero que trae 10 mil contenedores de China.

    La industria militar: el intocable mayor contaminado

    El ejército de EE. UU. es considerado el mayor consumidor institucional de petróleo en el mundo. Su gasto energético supera al de países enteros.

    • Aviones de combate, tanques, portaaviones y bases militares generan una huella de carbono monumental.
    • Aun así, la industria militar queda fuera de las negociaciones climáticas internacionales: no aparece en los compromisos de reducción de emisiones ni en los informes globales.

    En otras palabras: se puede culpar al ciudadano por usar un auto viejo, pero los ejércitos pueden seguir contaminando sin que nadie los cuestione.

    Las corporaciones que se “pintan de verde

    Grandes compañías de petróleo, gas y minería lanzan campañas millonarias para mostrar su compromiso ambiental. Pero:

    • Siguen expandiendo proyectos de extracción.
    • Financian investigaciones y ONGs que suavizan su imagen.
    • Pagan bonos de carbono para legitimarse como “net zero” sin modificar su modelo de negocios.

    Es un lavado verde de imagen: contaminan a gran escala mientras trasladan la culpa y el costo al consumidor común.


    El discurso climático oficial está diseñado para señalar lo que conviene y silenciar lo que amenaza al negocio. Los sectores más poderosos —transporte global, industria militar y megacorporaciones— permanecen intocables.


    La narrativa del calentamiento global no es solo ciencia: es también un guion político y económico donde los verdaderos responsables nunca aparecen en escena.

    Salvar al planeta o salvar bolsillos

    El calentamiento global existe y es un fenómeno real, pero su gestión se ha convertido en un negocio multimillonario disfrazado de salvación ambiental. La confusión intencional entre cambio climático (natural) y calentamiento global (atribuido al humano) ha permitido construir un guion político y económico que funciona con tres pasos muy claros:

    1. Instalar el miedo: el mundo se va a acabar.
    2. Culpabilizar al ciudadano: tu consumo, tus bolsas, tus popotes.
    3. Ofrecer la redención: compra productos verdes, paga impuestos, acepta subsidios que terminan en manos corporativas.

    El resultado es un sistema perfecto de transferencia de riqueza:

    • Gobiernos que recaudan nuevos impuestos ambientales.
    • Corporaciones que facturan con el sello “eco”.
    • Bancos que especulan con bonos climáticos.
    • Y ciudadanos que pagan más caro por todo mientras el planeta sigue en crisis.

    La gran ironía es que lo único verdaderamente sustentable es el negocio mismo, no el futuro de la Tierra. El discurso ambiental se convierte en un escaparate de marketing donde lo verde no significa limpio, sino rentable.


    Calentamiento global S.A.” no es solo un juego de palabras: es la realidad. Una industria que lucra con el miedo, que convierte la culpa en dinero y que asegura que, aunque el planeta siga ardiendo, sus bolsillos nunca dejen de crecer.

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