Cuando uno tiene hambre y todavía falta algún tiempo para la hora de la comida, puede que nuestros primeros pensamientos no sean el morderle un brazo o una pierna a un compañero de trabajo, pero seguro que más de una vez te has preguntado qué sabor y qué aspecto tiene la carne humana.
A caso… ¿podríamos confundirla en la carnicería?
Al parecer, según testimonios, aunque la carne humana es una carne de aspecto rojiza, su sabor es similar a la carne de cerdo.
El aspecto de la carne humana
Se podría decir que la carne humana entra dentro del campo de las carnes rojas, como lo es el de la carne de res, pero… ¿a qué se debe esto?
El color rojo del músculo se debe a la presencia de una proteína llamada mioglobina ricamente pigmentadas, y más específicamente, a los hemos, compuestos químicos que utiliza la mioglobina para unirse y almacenar oxígeno como una fuente de combustible para los músculos activos.
Tomando en cuenta que carnes como la de cerdo, oveja y vaca tienen entre dos y ocho miligramos de mioglobina por gramo de músculo; la concentración de mioglobina en el músculo humano es muy alta: 20 miligramos por gramo de carne en algunas fibras musculares.
La concentración de mioglobina en los tejidos musculares humanos es relativamente alta, incluso en relación con los cerdos, ovejas y vacas, llegando a cerca de 20 mg por gramo de ciertas fibras musculares, o una concentración de 2% de la mioglobina, lo que hace que la carne humana sea la más roja por sobre todas las carnes.
El sabor de la carne humana
Asesinos seriales –como, por ejemplo, Armin Meiwes– y caníbales de la Polinesia han sido los encargados de describir a qué sabe la carne humana, y la conclusión general, es que su sabor no coincide con el color rojo en lo absoluto. Lo más cercano en sabor sería la carne de cerdo, solo que un poco más fuerte; aunque William Seabrook, un escritor y periodista que viajó a África, en 1920, describió el sabor de la carne humana como similar al de la ternera.
Su muy descriptiva narración habla de una carne suave, imposible de distinguir su origen, un poco fibrosa y sin un sabor característico como puede tenerlo la carne de cerdo o el pescado. Sin embargo, versiones posteriores indican que las tribus donde estuvo nunca lo dejaron participar de sus costumbres.
Una cosa sí que queda clara: el sabor de la carne humana dependerá del corte y de cómo esté preparado, como en otras carnes. En definitiva, no es lo mismo el estofado humano de la tribu Azende, que los genitales humanos fritos al perejil preparados por una muy excéntrica artista japonesa, quien sirvió este platillo para deleitar a sus invitados.
Al final, tanto la carne de cerdo como la de ternera podrían ser aproximaciones precisas del sabor de la carne humana, aunque, eso esperamos, la mayoría de nosotros nunca podremos comprobarlo.
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Y recuerda… “No asumas NADA, cuestiona TODO”.
Redacción Anwo.life