Al comienzo de esta “pandemia” se habló de cuatro experimentos e investigaciones separados llevados a cabo por el ejército de los EE.UU. durante la gripe española. Estos experimentos demostraron que la gripe española no podía transmitirse de personas muy enfermas a personas sanas, incluso, para que una persona sana se contagiara, era necesario que ésta bebiera la flema caliente de un enfermo.
La pregunta radica en el por qué no se está llevando a cabo una investigación similar sobre la transmisión del COVID-19.
A lo anterior, el Departamento de Salud y Asistencia Social (DHSC) de Inglaterra, en una primera respuesta a la cuestión del aislamiento del virus, admitió que no tenían “ninguna información relacionada con el aislamiento de Sars-Cov-2”. La asombrosa declaración eleva a Sars-Cov-2 al mismo estatus mítico que el del unicornio, algo extraordinario que nadie ha visto nunca.
La principal diferencia entre un unicornio y Sars-Cov-2 es que nadie ha inventado todavía una prueba “científica” de supuestas partes constituyentes que “demuestre” la existencia de un unicornio, lo cual es una gran vergüenza, ya que sería muy interesante cuántas personas estarían convencidas de la existencia del mítico ser, si una “prueba de unicornio” alguna vez arrojara un resultado “positivo”.
A una solicitud de información hecha por la redacción de este medio al DHSC de Inglaterra, no pudo ofrecer información sobre la transmisibilidad o contagio. Sin embargo, se nos dirigió con el Public Health England (PHE) quien al parecer tampoco dio luz al respecto.
A la pregunta expresa de si esta institución contaba con cualquier información relacionada con evidencia experimental que demostrara que el COVID-19 es transmisible de persona a persona, el PHE confirma que no tiene información alguna al respecto.
Lo que esto significa es que no se ha llevado a cabo ninguna investigación específica sobre el supuesto más central que ha impulsado la “respuesta” global a esta supuesta pandemia.
Sin duda, sería una cuestión sencilla probar o refutar el contagio experimentalmente, es decir, el contagio a través de gotitas transmitidas. Creemos que NO HAY EXCUSA para no investigar esto directamente. La ciencia podría resolver fácilmente creencias contradictorias sobre esto, de una forma u otra.
Y ya lo ha hecho. Es por eso que la falta de investigación es, en sí misma, evidencia de mala fe y la aplicación de una mentira diabólica.
Los artículos científicos que demuestran la inutilidad de los encierros y el uso de mascarillas para proteger a las personas contra la “infección” por COVID ofrecen más evidencia indirecta de que las enfermedades similares a la gripe NO son transmisibles de persona a persona. Simplemente no es así como funcionan estas enfermedades. Otros factores, externos e internos, definen quién se enferma y cuándo.
En una segunda solicitud de información, recibimos la siguiente respuesta:
Si no existe tal evidencia experimental para COVID-19, ¿podría enviar cualquier evidencia disponible recopilada, dirigida a este tema en particular durante los últimos 150 años, que demuestre la transmisibilidad de persona a persona para cualquier otra enfermedad de tipo influenza?
Respuesta:
“El PHE puede confirmar que tiene esta información. Sin embargo, la información está exenta bajo la sección 21 de la Ley de Libertad de Información porque es razonablemente accesible por otros medios, y los términos de la exención significan que no tenemos que considerar si sería de interés público que usted tenga la información. Sin embargo, para su conveniencia, hemos incluido un enlace al informe ‘Impacto de las reuniones masivas sobre la influenza’”.
La primera parte de la respuesta indica claramente que los PHE están admitiendo que tienen o son conscientes de la evidencia científica recopilada durante la gripe española, que solía estar en línea en “The US Surgeon General’s Report 1919”, documento que desapareció el pasado mes de octubre.
Al referirse a no tener que considerar “si es de interés público o no” que divulguen esta información, están admitiendo encubiertamente que saben que la investigación demostró no contagio y que esto podría ser “de interés público”.
De hecho, bajo nuestro nuevo sistema “Comunitario” global lo que se define como “el interés público” es decidido por los gobernantes. Esto, cualquier persona con “dos dedos de frente” debería darse cuenta ya a estas alturas.
La verdad, o incluso lo que entendemos como interés público, es decir, el bien común, ya no tiene nada que ver con nada, como los votantes estadounidenses descubrieron recientemente por las malas.
El informe titulado “Impact of Mass Gatherings on an Influenza Pandemic”, tiene poco que ver con nuestra solicitud de libertad de información.
La “conclusión” débil de “El impacto de las reuniones masivas sobre la influenza” sugiere una correlación sin demostrar nada en absoluto. Las probabilidades sugeridas en la Conclusión se basan, una vez más, en suposiciones que el autor ni siquiera se preocupa por definir.
La correlación entre la infección futura y las reuniones masivas sin investigación de otros factores inherentes a las reuniones masivas (por ejemplo, todos están aproximadamente en el mismo lugar y, por lo tanto, están sujetos a múltiples influencias ambientales idénticas al mismo tiempo) seguramente no significa nada científicamente. El informe admite que no hay pruebas de causalidad, pero sugiere que es “prudente” desalentarlos.
Uno se pregunta ¿por qué no sugiere que sería prudente investigar el supuesto principal de la propia comunidad científica de que estas enfermedades son de alguna manera contagiosas?
Por si usted no desea ver el estudio completo, aquí transcribimos la “conclusión” del estudio:
“En conclusión, hay datos limitados que indican que las reuniones masivas están asociadas con la transmisión de la influenza y este tema continúa con la inclusión de nueva evidencia para la actualización.
Ciertos eventos únicos como el Hajj (peregrinación que realizan los fieles musulmanes a La Meca), entornos especializados que incluyen barcos civiles y militares, lugares cerrados y lugares al aire libre abarrotados, proporcionan la base de evidencia principal para sugerir que las reuniones masivas pueden estar asociadas con los brotes de influenza.
Alguna evidencia sugiere que restringir las reuniones masivas junto con otras medidas de distanciamiento social puede ayudar a reducir la transmisión. Sin embargo, la evidencia aún no es lo suficientemente sólida como para justificar la defensa de restricciones legisladas.
Por lo tanto, en una situación de pandemia, una política cautelosa de evitar voluntariamente las reuniones masivas sería todavía el mensaje más prudente. Se deben considerar cuidadosamente las consideraciones operativas, incluidas las implicaciones prácticas de la política dirigida a restringir los eventos de reunión masiva”.