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La tiranía digital, el “Pasaporte Digital” y la Tercera Guerra Mundial
Publicado
hace 4 añosel
Por
ANWO
Alguna vez te has preguntado… ¿qué es la infame Agenda ID2020? Detrás de su desarrollo está la Fundación Bill y Melinda Gates, con el apoyo de la Fundación Rockefeller, y otras que pertenecen a la siniestra agenda de la digitalización, la despoblación y la eugenesia.
Así pues, la agenda es una alianza de socios público-privados, incluidas las agencias de la ONU y la sociedad civil. Además, comprende un programa de identificación electrónica que utiliza la vacunación generalizada contra Covid-19 como plataforma para la identidad digital.
Es una identificación totalmente electrónica que vincula de todo a todo lo de cada individuo, registros de salud, criminales, bancarios, personales y privados, etc., siendo administrada por una agencia estatal o in extremis, por el sector privado. Imagínese, una compañía de seguros o un banco que maneja sus registros privados, convertidos en una identificación electrónica y eventualmente un «chip».
La privatización de sus registros personales puede parecer inverosímil, pero el gobierno suizo intentó que la gente pasara silenciosamente una Agenda ID2020 privatizada. Pero la gente se enteró y lanzó un referéndum contra la Agenda ID2020. La idea fue rechazada con un margen de 2 a 1 en julio de 2021.
¿Qué pasará después? ¿Respetará el gobierno suizo el voto de la gente, o siguiendo el mandato del Dark Deep State?
Alemania, Austria y Francia, y probablemente otros, implementaron ID2020 a través del Parlamento o por decreto, la mayoría de la gente no tiene idea.
La implementación de la Agenda ID2020 enlaza con, o surgió de, el infame «Covid-19 – The Great Reset« de Klaus Schwab (WEF), que, por cierto, está disponible en Amazon. Si ha sido quitado y censurado, tal vez por el mismo autor, no sería una sorpresa.
Escenario de la Tercera Guerra Mundial
Mientras tanto, vivimos literalmente en un escenario de Tercera Guerra Mundial, donde las Constituciones de los países están prohibidas o simplemente invalidadas por medidas dictatoriales que avanzan tan rápido que para los movimientos civiles en muchos casos es demasiado tarde para intervenir, incluso muchos no se han siquiera percatado.
Sólo sucede silenciosamente. Ya sea por decreto, o por parlamentos cooptados y/o coaccionados. Una especie de Ley Marcial de la Salud se está implementando básicamente en todo el mundo, con énfasis en Occidente.
Y la mayoría del público en general, NO tiene idea.
El pasaporte certificado patrocinado por la OMS y financiado por Rockefeller-Gates
Las Fundaciones Gates y Rockefeller están financiando las directrices de la OMS para un Certificado de Vacunación internacional digital, también llamado “Pasaporte de Vacunación”.
En el contexto de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), se propone el concepto de Documentación digital de certificados COVID-19 (DDCC) como un mecanismo mediante el cual los datos de salud relacionados con el COVID-19 de una persona pueden documentarse digitalmente a través de un sistema electrónico certificado.
Un certificado de vacunación digital que documente el estado de vacunación actual de una persona para protegerse contra el COVID-19 se puede usar para la continuidad de la atención o como prueba de vacunación para fines distintos a la atención médica. El artefacto resultante de este enfoque se conoce como la documentación digital de los certificados COVID-19: estado de vacunación (DDCC: VS).
Sorprendentemente o quizás no tanto, el “certificado / pasaporte Vaxx” internacional no está financiado por los países miembros de la OMS, como cabría esperar, sino por Gates y Rockefeller. Eso es significativo.
La OMS ha publicado y distribuido a todos los países miembros el 27 de agosto de 2021 las directrices para la introducción de un «Certificado / Pasaporte de Vacunación» digital internacional, así como las Directrices de Implementación.

El mandato All-Vaxx de Joe Biden
Como consecuencia aparente, la Administración de Biden emitió un mandato solicitando a todas las empresas con 100 o más empleados que exigieran que sus empleados fueran vacunados, o de lo contrario, por incumplimiento, serían acreedores a multas elevadas. Lo mismo para los más de dos millones de empleados del gobierno. En total, unos 100 millones de estadounidenses se ven afectados por este mandato draconiano. Biden sigue las órdenes de Rockefeller al pie de la letra.
Este requisito se aplicará a más de 80 millones de trabajadores en empresas del sector privado, dijo la Casa Blanca.
Los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) requerirán vacunas COVID-19 para los trabajadores en la mayoría de las instalaciones de atención médica. Este requisito afectará a más de 17 millones de trabajadores de la salud en los hospitales y otras instalaciones que reciben a estos pacientes.
La administración requerirá que los maestros y el personal de los programas Head Start, las escuelas del Departamento de Defensa y las escuelas operadas por la Oficina de Educación para Indígenas sean vacunados.
Biden también pedirá a todos los estados que adopten requisitos de vacunas para todos los empleados escolares.
El plan de Biden requiere lugares de entretenimiento como estadios deportivos, grandes salas de conciertos y otros donde grandes grupos de personas se reúnen para exigir que los clientes se vacunen o muestren una prueba de coronavirus negativa para poder ingresar.
La Unión Europea (UE) y Suiza
Suiza y otros países de la UE también como resultado del pasaporte / certificado vaxx emitido por la OMS, ordenan la prohibición del acceso a la mayoría de las actividades en interiores, incluidos restaurantes, gimnasios y cines, a partir del 13 de septiembre, sin un certificado vaxx.
Esto está totalmente en contra del Código de Nuremberg (pruebas en animales de medicamentos y vacunas antes de aplicarlas en humanos) y contradice todas las Constituciones democráticas. Las constituciones de los países de todo el mundo están invadidas y «inhabilitadas» por una tiranía que funciona con un poder enorme: amenazas mortales y recompensas posiblemente muy seductoras y corruptas.
Nunca en la memoria de la historia de la humanidad ha existido tal dictadura mundial. Surgió en menos de 12 meses y ha subyugado a los 193 países miembros de la ONU, incluido todo el sistema de la ONU a la vez.
El Certificado / Pasaporte de Vacunación puede eventualmente ser incrustado en el cuerpo de las personas (Klaus Schwab, WEF, en una entrevista de 2016 con Swiss TV Geneva – recientemente “borrado” de Internet).
El certificado Vaxx puede constituir la base para un registro de identidad digital en todo el mundo.
A manera de paréntesis, las dos fundaciones de financiación de certificados vaxx de la OMS están encabezadas por los eugenistas más visibles del mundo en la actualidad: Gates y Rockefeller, que utilizan a la OMS para promover su agenda.
La mayoría de los estados miembros de la OMS no participan directamente.
Cabe mencionar también que la creación de la OMS en 1948 fue idea de Rockefeller, con todo el dinero que había acumulado con su monopolio Standard Oil de hidrocarburos (principalmente gasolina y gas), la creación y posterior integración de la OMS al sistema de Naciones Unidas fue relativamente “fácil”. El dinero también compra la ONU.
Con la OMS como parte de la ONU, una institución oficial de la ONU está a cargo de la salud mundial, o las enfermedades, exactamente lo que quieren los eugenistas.
El Banco Mundial también es un actor importante en este colosal plan criminal, porque tiene el poder sobre los llamados «países en desarrollo» más pobres, para presionarlos con «condicionalidades» a cambio de apoyo financiero. Lo normal. Al igual que el FMI, sus funciones son esencialmente intercambiables.
Una Tercera Guerra Mundial sin bombas y armas
En resumen, estamos viviendo en un escenario de Tercera Guerra Mundial, sin bombas ni armas, dirigido contra toda la Humanidad.
Un virus invisible y nunca aislado: la propaganda, la campaña del miedo y la “vacuna” son sus armas de destrucción masiva: las armas de destrucción masiva.
Lo que hacen estas medidas – “Certificado / Pasaporte de Vacunación” para los vacunados, es separar a la sociedad en los “buenos”, los “vacunados”; y los «malos», los que no están vacunados y no tienen la intención de recibir la inyección mortal y, por lo tanto, no merecen el certificado o pasaporte de vacunas.
Según los gobiernos mentirosos, los 193 países miembros de la ONU cuyos gobiernos han cooperado en un largo período de preparación, les gustaría que creyera que los no vacunados son un peligro para la sociedad.
Esto es una tontería, porque según el CDC, y repetido por los mismos países miembros de la ONU, las personas inyectadas también transmiten el virus. Pero… ¿qué virus?
La separación de la sociedad es una estrategia de guerra milenaria (al menos desde el Imperio Romano): «Divide et Impera», «Divide y vencerás», para que la gente se divida y luche entre sí, en lugar de su enemigo común, que en este “fake covid-case” son nuestros mismos gobiernos, los 193 gobiernos miembros de la ONU.
La Agenda ID2020 es el principal instrumento para implementar el Gran Reinicio del WEF
El progreso de la implementación avanza rápidamente. Así es como lo harán:
Según el equipo de investigación español de la Quinta Columna, alrededor del 90% o más del «fluido vaxx» en la fórmula de ARNm consiste en grafeno. El grafeno es el secreto de la Agenda ID2020, que fue patentado por Gates con una patente (luciferina) No. 666.
Triple-seis, 666, es también la fórmula química del grafeno en sí: 6 moléculas unidas en un anillo, unidas a otros anillos similares. El símbolo que están usando son 3 anillos adjuntos.
El grafeno inoculado por la inyección de ARNm forma inmediatamente una red neuronal en el cerebro. Es una red gruesa de una molécula que crece espontáneamente alrededor del cerebro a partir del grafeno contenido en la vacuna.
Se supone que las ondas electromagnéticas que emanan de las, pronto, millones de antenas 5G / 6G en todo el mundo, convertirán a los humanos en «transhumanos» (término utilizado por Klaus Schwab, en su entrevista con la televisión suizo-francesa en 2016. El enlace de Internet a la entrevista desde entonces ha sido «verificado».
Esto puede explicar la enorme presión de tiempo detrás del vaxx-drive; porque una vez que le inyectan el brebaje de ARNm, se ve afectado de una forma u otra. O su salud está en peligro o, como lo describe Klaus Schwab (video a continuación), puede convertirse en un «transhumano» que puede ser manipulado por robots y / o inteligencia artificial (IA).
Una versión más corta del video está disponible aquí.
El Estado Profundo
Entonces, podemos preguntarnos: ¿»Genocidio» o «Esclavitud»? ¿Qué planean las élites o Estado Profundo para nosotros?
Las élites son miembros o asociados y adherentes al WEF y a la filosofía del WEF, las élites bancarias y corporativas.
La respuesta es ambas.
Mortalidad y morbilidad resultantes de los pinchazos de ARNm junto con la «esclavitud» o «transhumanización», para los supervivientes.
Está todo bien pensado. Desde hace más de 70 años. Solo podemos esperar que no sea demasiado tarde para detener este ataque masivo.
La vacuna si no es inmediatamente «mortal», puede tener innumerables «efectos secundarios» graves (defectos de salud que tal vez nunca se curen) y, sobre todo, la inoculación de modificación genética experimental del ARNm puede hacer que tanto las mujeres como los hombres sean infértiles. Este último coincide con la agenda de los eugenistas.
No está solo: aproximadamente la mitad de la población del mundo occidental no ha sido vacunada.
Conocen los riesgos; Temen el riesgo de la inyección, pero no temen enfermarse con Covid-19, alias SARS-CoV-2, que, según las propias palabras del Dr. Anthony Fauci en un artículo científico revisado por pares, es comparable a una gripe común (“Covid-19 – Navigating the Uncharted”, New England Journal of Medicine – NEJM, 26 de marzo de 2020).
Se necesita desarrollar un movimiento de solidaridad popular en todo el mundo que integre a todos los sectores de la sociedad (entre los vacíos y los no vacíos) con el apoyo de las fuerzas del orden público (policía) y miembros de las fuerzas armadas.
Una vez que los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley (policía) y los miembros del ejército se den cuenta de que ellos y sus familias también están amenazados, ejercerán su verdadero papel, que consiste en defender los intereses del pueblo, en lugar de los de los políticos apoderados de los gobiernos y «criminales» que tienen un solo objetivo globalista. Este último consiste en convertir países soberanos en un Orden Mundial Único, gobernado por una pequeña élite sumamente adinerada en detrimento de los supervivientes que esta élite pretende manipular y transformar con ondas electromagnéticas y el óxido de grafeno inyectado en “transhumanos”.
Tenemos que evitar que su estrategia de guerra de «Divide y vencerás» se afiance. En cambio, los que están «vacunados» deben unirse con los no vacunados en solidaridad para luchar contra el enemigo común.
No tenemos mucho tiempo, pero podemos hacerlo. Podemos borrar el impulso de la Agenda ID2020 en un estado de solidaridad despierta. En una mentalidad elevada. No uno de sumisión a la “agenda diabólica” de la élite, sino uno de júbilo, uno de esperanza y luz. Venceremos.
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Y recuerda… «No asumas NADA, cuestiona TODO».
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Mundo
Francia, Alemania y Polonia se preparan para defender a Europa… mientras Turquía juega a dos bandos
Publicado
hace 2 mesesel
22 de septiembre de 2025Por
ANWO
Por: D. Ricardo Noguerón S.
Europa creyó que la guerra era un asunto del pasado. Durante tres décadas, desde la caída del Muro de Berlín, el continente vivió bajo la ilusión de que la integración económica y la interdependencia global serían suficientes para conjurar los fantasmas de las dos guerras mundiales. Pero esa inocencia murió en 2022 con la invasión rusa a Ucrania, y terminó de sepultarse en 2023, cuando Trump volvió a la Casa Blanca.
Trump no habla en el lenguaje de los viejos tratados. No promete compromisos eternos ni se presenta como “garante” de la seguridad europea. Su discurso es simple y brutal: “América primero, el resto que pague lo suyo”. Desde entonces, Europa sabe que su seguridad depende menos de Washington y más de lo que pueda sostener con sus propios recursos.
La consecuencia es clara: mientras en Bruselas abundan los discursos burocráticos, en París, Berlín y Varsovia la preparación es real. Hospitales militares listos para recibir decenas de miles de heridos. Reservistas convocados y entrenados. Programas de rearmamento acelerados con presupuestos que rompen tabúes históricos. Y sobre todo, una nueva mentalidad: la guerra ya no es improbable, es probable.
Europa no enfrenta la amenaza de un solo conflicto, sino de múltiples frentes encendiéndose a la vez: desde Ucrania hasta los Balcanes, desde el Sahel hasta el Ártico. Y mientras tanto, Turquía —la bisagra estratégica del continente— sonríe y juega sus cartas como potencia independiente.
1. Francia no improvisa, Alemania no juega, Polonia no finge
El verdadero eje militar europeo no está en Bruselas, ni siquiera en la OTAN. Está en tres capitales: París, Berlín y Varsovia. Son los únicos gobiernos que han asumido de manera tangible que el escenario bélico puede estallar en cualquier momento.
- Francia se prepara no solo para pelear, sino para sostener la retaguardia de un conflicto prolongado. Macron ordenó fortalecer la capacidad hospitalaria, con planes para atender hasta 50,000 heridos en caso de guerra mayor. Además, Francia ha reforzado el entrenamiento de reservistas y busca modernizar su arsenal nuclear como último disuasivo. París entiende que, sin el compromiso incondicional de EE.UU., el continente debe tener autonomía estratégica.
- Alemania, tras décadas de vivir en el confort del pacifismo, rompió su propio tabú. Berlín anunció el plan de rearme más ambicioso desde 1945: más de 100,000 millones de euros destinados a reconstruir su ejército. Nuevos cazas, blindados y sistemas de defensa aérea forman parte de un programa que busca devolver a la Bundeswehr relevancia militar. Pero no se trata solo de armas: el giro es político y cultural. Trump exige que Europa pague su seguridad, y Alemania ha decidido que no puede quedarse atrás.
- Polonia se ha convertido en la verdadera muralla oriental. Con un gasto militar cercano al 5 % del PIB —uno de los más altos de la OTAN—, compra masivamente tanques Abrams, sistemas de defensa Patriot y artillería surcoreana. Sus alianzas con EE.UU. siguen siendo fuertes, pero Varsovia actúa como si tuviera que enfrentar sola una posible embestida rusa. La memoria histórica de las ocupaciones pasadas y su ubicación geográfica le han dado un papel central: es el centinela de Europa del Este.
Estos tres países no improvisan. No fingen discursos vacíos ni esperan a que Bruselas dicte resoluciones. Se preparan como si el futuro inmediato fuera la guerra.

2. Los tres pilares: Francia, Alemania y Polonia
El papel de estos tres actores va más allá de su capacidad militar. Representan tres enfoques distintos, pero complementarios, para la defensa de Europa:
- Francia: la visión estratégica y nuclear
Francia se asume como potencia nuclear de referencia en el continente. No solo rearma sus fuerzas convencionales, sino que refuerza la idea de que su arsenal atómico es el seguro último contra la expansión rusa. Macron insiste en que Europa debe tener “soberanía estratégica” y no depender de las fluctuaciones políticas de Washington. Francia quiere ser el pilar de la independencia militar europea, aunque sabe que eso implica más gasto y más sacrificios internos. - Alemania: el despertar económico convertido en poder militar
Alemania siempre fue el gigante económico dormido. Pero Trump rompió la comodidad germana. La exigencia estadounidense de “pagar lo suyo” dejó a Berlín sin margen: o rearmaba, o quedaba como parásito de la alianza atlántica. Hoy, Alemania destina recursos masivos a modernizar sus fuerzas y busca liderar consorcios militares europeos. Sin embargo, el rearme también despierta tensiones internas: el crecimiento del partido ultraderechista AfD muestra cómo el nacionalismo militar puede colarse en la política alemana con más fuerza que en décadas. - Polonia: el escudo del Este
Polonia no habla de diplomacia abstracta. Habla de trincheras, tanques y fronteras. Su narrativa es clara: si Europa no detiene a Rusia en Ucrania, el próximo objetivo será Varsovia. Por eso, Polonia multiplica su ejército, fortalece sus alianzas regionales y se convierte en el socio más confiable de Washington en Europa. Pero a diferencia de otros países, lo hace con convicción propia, no solo por presión de Trump. Varsovia entiende que su destino es ser el muro de contención.
Juntas, Francia, Alemania y Polonia forman un triángulo de hierro. No siempre están de acuerdo, pero hoy son la única garantía de que Europa no quedará desnuda frente al Kremlin.

3. Los que no lucharán
El resto de Europa —y hasta Estados Unidos— ya no son pilares firmes de defensa. Lo que antes parecía una alianza automática, hoy está marcado por dudas, limitaciones y fatiga.
- Estados Unidos bajo Trump
Trump dejó claro desde su primera administración que los aliados europeos se habían acostumbrado a vivir bajo un “paraguas gratis” de seguridad financiado por Washington. En su segundo mandato, esa postura es todavía más contundente: exige a los países de la OTAN gastar hasta un 5 % del PIB en defensa, amenaza con reducir la presencia militar estadounidense en Europa si no cumplen y ha condicionado explícitamente la ayuda a Ucrania a los intereses de su política interna. En otras palabras: Estados Unidos ya no es el guardián automático de Europa. Su apoyo depende del cálculo político de la Casa Blanca y del beneficio directo para Washington. Esto deja a Europa frente a una pregunta incómoda: ¿qué pasa si Trump decide que Ucrania no merece más armas, o que los soldados norteamericanos no deben morir por las fronteras europeas? - Reino Unido
El Reino Unido, tradicionalmente el puente entre Europa y EE.UU., está hoy sumido en crisis internas. El Brexit fracturó su posición, debilitó su economía y lo aisló políticamente. Su capacidad militar se ha reducido y, aunque Londres mantiene una voz fuerte en la retórica, ya no tiene la fuerza ni la influencia para liderar en solitario. En el tablero continental, juega más a mantener relevancia que a encabezar la defensa. - Italia y España
Son los grandes ausentes. Con sistemas políticos desgastados, economías frágiles y sociedades poco dispuestas a asumir los costos de una guerra, carecen tanto de la voluntad como de los recursos para actuar. Sus ejércitos son pequeños, sus presupuestos limitados y su posición geográfica los mantiene lejos de la primera línea. En el sur de Europa no habrá resistencia significativa: su papel será marginal.
El resultado es evidente: mientras Trump presiona, Reino Unido se reduce y el sur permanece ausente, Europa depende casi exclusivamente de Francia, Alemania y Polonia.

4. Turquía: la bisagra estratégica
Ningún actor condiciona tanto el equilibrio europeo como Turquía. Erdogan ha convertido a su país en el jugador impredecible del tablero euroasiático: parte de la OTAN, pero también aliado táctico de Moscú; socio comercial de Europa, pero con ambiciones de potencia independiente.
- Poder militar y geografía decisiva
Turquía tiene el segundo ejército más grande de la OTAN, con casi medio millón de efectivos. Su posición geográfica le permite controlar los estrechos del Bósforo y los Dardanelos, paso obligado hacia el Mar Negro. Esa sola ventaja convierte a Ankara en árbitro de la logística militar y comercial en la región. - Relación ambigua con Rusia
Erdogan ha demostrado que no ve contradicción en negociar con Zelenski y Putin al mismo tiempo. Compra sistemas antimisiles rusos, permite vuelos y comercio con Moscú, pero también participa en operaciones de la OTAN. Turquía puede abrir o cerrar rutas, permitir avances o bloquear operaciones según sus intereses. - Herencia imperial y ambición personal
Erdogan alimenta la nostalgia del Imperio Otomano. Su narrativa interna habla de recuperar el prestigio perdido en 1918, cuando el califato fue abolido y Turquía reducida a Estado menor. Para él, la guerra en Europa no es solo un asunto estratégico: es también la oportunidad de presentarse como líder de un nuevo bloque islámico y euroasiático.
En este contexto, Turquía no es un aliado fiable para Europa. Es un actor autónomo, un jugador que espera el momento justo para inclinar la balanza hacia el lado que más le convenga.

5. Frentes activos, latentes y ocultos
Europa no encara un frente único, sino un sistema de frentes interconectados donde la presión en un punto altera el equilibrio en los demás. El mapa realista luce así:
🟥 Frente Oriental (Ucrania–Bielorrusia–Báltico–Kaliningrado–Moldavia)
- Ucrania como trinchera prolongada. El conflicto ya consolidó una guerra de desgaste con picos de alta intensidad. La clave no es sólo territorial: es logística (munición, defensa aérea, reparación de blindados) y energética (ataques a infraestructura crítica).
- Bielorrusia y la frontera polaca. Minsk funciona como multiplicador de riesgo: ejercicios combinados, traslado de unidades, y uso de su territorio como plataforma coercitiva contra Polonia y Lituania.
- Kaliningrado, enclave disruptivo. Bastión con capacidad A2/AD (anti-acceso/negación de área) que bloquea el corredor Suwałki (Polonia–Lituania), vital para sostener a los Bálticos. Una chispa allí reconfigura toda la defensa OTAN en el noreste.
- Moldavia/Transnistria. Vulnerabilidad política, dependencia energética y presencia de fuerzas no alineadas convierten a Moldavia en punto de palanca: una crisis allí obligaría a Europa a dividir su atención.
- Países bálticos. Estonia, Letonia y Lituania ya operan en modo preventivo: reforzamiento de fronteras, defensa civil, ciberseguridad. Cualquier incidente híbrido (drones, sabotaje, “migración instrumentalizada”) puede forzar activaciones de planes OTAN.
Lectura estratégica: Este frente define el tempo del conflicto. Si se intensifica, obliga a Francia–Alemania–Polonia a priorizar el este y a dejar descubiertos otros teatros.
🟧 Frente Interno Europeo (híbrido: sabotaje, migración, terrorismo, ciber, desinfo)
- Infraestructura crítica. Cables submarinos, oleoductos/gasoductos, redes eléctricas y ferroviarias son objetivos de bajo costo y alto impacto. Un ataque bien escogido rinde rédito geopolítico sin cruzar líneas rojas convencionales.
- Presión migratoria como herramienta. Cruces masivos y campañas de tráfico pueden saturar servicios, fracturar coaliciones y alimentar polarización política en elecciones locales y europeas.
- Ciber y desinformación. Ataques a hospitales, administraciones públicas, y bancos; operaciones de influencia que exacerban fracturas (inflación, crisis energética, identidades). Lo híbrido erosiona capacidades sin disparar un artículo 5 “clásico”.
- Terrorismo y radicalización. Brotes puntuales —o su mera amenaza— obligan a desviar recursos del frente exterior al interior.
Lectura estratégica: El frente interno abarata el costo de dañar a Europa: por cada euro que un adversario invierte, la UE gasta diez en contención, seguridad y cohesión.
🟨 Frente Nórdico y Ártico (Suecia–Finlandia–Barents–pasos árticos)
- OTAN ampliada al norte. Con Suecia y Finlandia dentro, el flanco ártico adquiere profundidad estratégica, pero también líneas de suministro más extensas que proteger.
- Ártico militarizado. Bases, puertos de aguas cálidas relativas, rompehielos y vigilancia. El Mar de Barents se vuelve escenario naval sensible por rutas, recursos y sensores.
- Ventana de oportunidad invernal. Clima extremo que favorece a quien domina logística fría; cualquier desequilibrio logístico allí impacta comunicaciones atlánticas.
Lectura estratégica: Es el frente que estira a Europa: obliga a dividir defensa aérea y antisubmarina entre Báltico y Ártico.
🟩 Frente Balcánico (Serbia–Kosovo–Bosnia–Montenegro–Macedonia)
- Fricciones históricas activables. Serbia (pro-rusa) puede abrir un “mini-conflicto” en Kosovo que drene atención y legitimidad a la UE.
- Bosnia y el riesgo de bloqueo institucional. Tensiones etnopolíticas pueden paralizar misiones civiles y de seguridad de la UE.
- Efecto dominó. Un repunte balcánico erosiona la narrativa europea de garante de estabilidad y consume capital político en Bruselas.
Lectura estratégica: Es el frente “barato” para desestabilizar a Europa: máximo ruido, costo moderado, desangra diplomacia y gendarmes.
🟦 Frente Magreb–Sahel (Norte y África occidental)
- Retirada francesa, avance ajeno. La expulsión/retirada de misiones europeas abrió espacio para actores competidores (militares, mercenarios, acuerdos minerales/energéticos).
- Rutas migratorias y yihadismo. Sahel y Magreb pueden multiplicar presiones sobre el sur de Europa (Canarias, Italia, Grecia), obligando a gastar más en fronteras.
- Dimensión turca. Ankara compite por influencia militar y contratos (drones, asesoría, puertos, energía) y condiciona corredores mediterráneos.
Lectura estratégica: Si el Sahel se inflama y el Magreb gira fuera del eje europeo, el sur queda en “modo bombero”, restando recursos a la defensa del este.
En síntesis, Europa encara un tablero de cinco frentes donde cada chispa reordena prioridades. El diseño adversario es claro: dispersión, fatiga y costes asimétricos. Por eso Francia–Alemania–Polonia planifican no una guerra, sino varias a la vez.

6. La deuda imperial: Europa contra el califato (memoria larga de Turquía)
Para entender a Turquía hoy hay que leer su memoria estratégica:
- Humillación y reconfiguración (1918–1924). La caída del Imperio Otomano, los tratados que lo desmembraron y la abolición del califato dejaron una narrativa de pérdida. La República kemalista modernizó, sí, pero cercenó la proyección religiosa-imperial que articulaba su influencia.
- El retorno simbólico bajo Erdogan. Ankara reintroduce signos imperiales: restauraciones, retórica neo-otomana, política exterior más audaz. No es folklore: es legitimación interna y herramienta externa.
- Doctrina “Mavi Vatan” (Patria Azul). Reivindica un perímetro marítimo ampliado en Egeo y Mediterráneo oriental, colisionando con Grecia y Chipre, y conectando con la pugna por gas y rutas. La proyección naval encaja con la tesis de potencia regional autosuficiente.
- Capacidades autóctonas. Drones (familia Bayraktar), industria de defensa, bases y acuerdos en el Mediterráneo y África. Resultado: autonomía táctica y exportación de influencia.
- Bisagra con múltiples llaves. Control de los estrechos (Bósforo/Dardanelos), llave del Mar Negro; presencia en Siria (variable kurda), Libia (apoyo a facciones), Cáucaso (vínculo con Azerbaiyán), Mediterráneo oriental y Sahel. Cada teatro le da fichas de negociación frente a Europa, Rusia y EE.UU.
Qué significa para Europa (y para Francia-Alemania-Polonia):
- Turquía no olvida 1918-1924 y no regala su posición. Si Europa presiona sin ofrecer intercambio real (energía, industria, migración, reconocimiento de zonas de interés), Ankara ajusta: cierra o abre válvulas (migración, paso naval, cooperación en Siria, Libia, Cáucaso).
- En un escenario de guerra europea, Turquía puede encarecer la logística hacia el Mar Negro, modular la presión migratoria, o condicionar rutas energéticas. No actúa como “aliado fiel”, sino como jugador soberano que maximiza rentas estratégicas.
- Para París/Berlín/Varsovia, la única estrategia viable con Ankara es transaccional: ofertas claras por comportamientos verificables (corredores, coordinación naval, límites de exportaciones sensibles). Moralizar a Turquía no funciona; negociar sí.
La “deuda imperial” no es revancha romántica: es palanca moderna. Erdogan convierte la memoria del califato en poder de negociación. Europa, si quiere estabilidad, debe tratar a Turquía como potencia bisagra con costos y beneficios explícitos, no como aliado automático.

7. El regreso del lobo: Alemania y el “nuevo Reich” silencioso
Alemania vuelve a hablar el lenguaje de la capacidad, no el de la culpa. El viraje empezó como respuesta a la presión externa (Rusia al este, Trump al otro lado del Atlántico exigiendo gastos reales), pero ya se transformó en una conversación interna sobre quién quiere ser Alemania en una Europa en guerra híbrida permanente.
Tres capas definen el momento alemán:
- Capa material (rearme con propósito).
No es solo presupuesto: es arquitectura de poder. Berlín acelera modernización de defensa aérea, movilidad blindada, munición y mantenimiento; impulsa consorcios industriales europeos y busca soberanía logística (desde cadenas de suministro de defensa hasta energía). La pregunta ya no es si debe rearmarse, sino cómo asegurarse de que ese gasto genera efectos disuasivos tangibles en el flanco oriental. - Capa doctrinal (fin del tabú).
El “nunca más” pos-1945 se está reinterpretando: nunca más indefensos. Alemania discute abiertamente su papel como centro de gravedad militar de Europa central. Esto desplaza el foco desde la “dependencia benigna” de EE.UU. hacia la autonomía operativa coordinada con París y Varsovia. - Capa política (la ventana nacional-soberanista).
El auge de fuerzas que explotan el malestar social, el costo energético y la erosión de certezas (AfD y satélites) instala una tentación: soberanía sin ataduras. Bajo presión, una parte del electorado ve con buenos ojos priorizar industria y fronteras por encima de compromisos colectivos.
El riesgo no es un revival folclórico del Reich, sino un Reich administrativo, silencioso: un país que, sin romper nada de golpe, acumula palancas de veto, músculo industrial y control logístico hasta volver imprescindible (y, por tanto, dominante) su decisión en cada crisis.
Qué significa para Europa:
Si Alemania completa su giro, el liderazgo ya no se definirá por comunicados de Bruselas, sino por capacidades alemana-francesas enmarcadas por la geografía polaca. Y si ese liderazgo se contamina con impulsos nacional-soberanistas, la coordinación puede fracturarse justo cuando más se necesita. En el mejor escenario, Berlín será el motor técnico-logístico de la defensa europea. En el peor, un primus inter pares que impone ritmos y vetos con la economía como arma.

8. Europa dividida, defensa parcial, OTAN en ruinas (o en renegociación perpetua)
Europa llega al punto crítico con tres fracturas simultáneas: estratégica, institucional y social.
- Fractura estratégica: mapas distintos para una misma guerra.
- París mira el Sahel, el Mediterráneo oriental y la autonomía nuclear como seguro último.
- Berlín prioriza cadenas de valor, defensa aérea en capas y sostenimiento logístico.
- Varsovia solo piensa en disuasión dura contra Rusia, profundidad defensiva y artillería.
Estos mapas no son incompatibles, pero compiten por recursos, tiempo político y narrativa. Mientras no se unifiquen en un plan operativo común, cada frente abrirá su propio agujero.
- Fractura institucional: OTAN y UE desalineadas.
- OTAN vive una renegociación perpetua bajo Trump: apoyo condicionado, exigencia de gasto real y reparto de cargas sin anestesia. Es una alianza más transaccional y, por tanto, más impredecible.
- UE mantiene capacidades civiles, financieras y regulatorias, pero carece de mando y control militar. Cuando hay que decidir dónde van baterías, brigadas y combustible, Bruselas no manda.
Resultado: la defensa europea depende de coaliciones ad hoc (París-Berlín-Varsovia y socios), difíciles de sostener sin un estado mayor común.
- Fractura social: fatiga y economía de guerra sin discurso.
Europa requiere munición, reservas, resiliencia energética, protección de infraestructuras… y todo eso cuesta. Si no se explica por qué hay que pagar hoy para no sangrar mañana, la opinión pública penaliza. Los adversarios lo saben y golpean con inflación, energía, ciber y desinformación para romper el consentimiento social a la defensa.
¿OTAN en ruinas? No exactamente.
La alianza no colapsa: se encarece. Bajo Trump, la cláusula de defensa colectiva ya no se percibe como seguro ilimitado, sino como póliza con franquicia: si Europa no paga y no demuestra capacidad, la cobertura puede no aplicarse como antes. Esto obliga a un doble movimiento:
- Corto plazo: coaliciones operativas (Francia-Alemania-Polonia + Bálticos + nórdicos) con objetivos concretos: defensa aérea en capas, munición estandarizada, corredores logísticos y protección de infraestructura crítica.
- Medio plazo: mando europeo de crisis interoperable con OTAN, pero con plan de continuidad si Washington dosifica su compromiso.
Europa sí tiene cómo defenderse, pero todavía no tiene quién la mande. Si París, Berlín y Varsovia sincronizan calendario industrial, doctrina y logística, la defensa europea pasa de eslogan a capacidad. Si no, la dispersión convertirá cada frente en una fuga de recursos y la OTAN en un árbitro caro de desacuerdos.
9. Esto no es geopolítica; es el ensayo general de la historia
Europa ha dejado de vivir bajo un paraguas automático. Con Trump en Washington, la seguridad vuelve a ser condicional y transaccional. El continente encara cinco frentes simultáneos, una bisagra turca que cobra en efectivo cada concesión, y una Alemania que reescribe su papel entre la capacidad y la tentación soberanista. En ese tablero, Francia–Alemania–Polonia no son solo países: son el sistema nervioso de la defensa europea. Si ese sistema se descoordina, Europa no perderá por una gran batalla, sino por mil cortes: sabotajes, fatiga social, costos logísticos, desinformación y fracturas institucionales.
La historia no se repite, pero rima. Y la rima de hoy suena a guerra híbrida larga donde el que gana no es quien más discursos pronuncia, sino quien produce, repara, protege y sostiene. La victoria —o la supervivencia— no se decide en cumbres, sino en fábricas de munición, corredores ferroviarios, capas de defensa aérea y hospitales listos para recibir heridos.
Qué debe hacer Europa ya (prioridades operativas mínimas):
- Unificar el plan operativo París–Berlín–Varsovia (estado mayor de crisis interoperable con OTAN) con objetivos trimestrales verificables.
- Escalar la industria de defensa (munición estándar, repuestos, MRO) con contratos plurianuales y cláusulas de entrega rápida.
- Blindar infraestructura crítica (energía, cables, puertos, ferrocarril) y desplegar defensa aérea en capas en el Este y el Norte.
- Logística profunda: reservas de combustible y munición + corredores “verde-ámbar” para mover brigadas en 72–96 horas.
- Frontera interior: contra-híbrida integrada (ciber, desinfo, migración instrumentalizada, antiterrorismo) para evitar el desgaste doméstico.
- Relación transaccional con Turquía: corredores y cooperación a cambio de beneficios explícitos y verificables (no moralinas).
Si Europa hace esto, pasa del miedo a la capacidad. Si no, cada frente abierto será una válvula de sangrado.
NOTA
Este texto es un resumen de un análisis geopolítico elaborado por el equipo de ANWO. Nuestra intención es ofrecer un marco operativo y verificable —no retórico— para comprender por qué Francia, Alemania y Polonia son hoy la única muralla real; por qué Turquía juega a dos bandas, y por qué, bajo Trump, las alianzas solo valen si se pagan y se demuestran.
Fuentes de información
How France and Turkey can renew their ties in a shifting strategic order (abril 2025)
atlanticcouncil.org
Financial Times
Poland backs Donald Trump on raising Nato spending to 5% of GDP
ft.com
(Confirma el alineamiento polaco con la presión de Trump para subir gasto militar).
The Guardian
Europeans back higher defence spending amid Russia threat, poll finds (23 junio 2025)
theguardian.com
(Encuestas sobre el cambio de mentalidad europea ante la amenaza rusa y la fatiga de EE.UU.).
Carnegie Europe / Carnegie Endowment
Pierini, Marc & Siccardi, Francesco. Turkey’s Ambivalence Is a Threat to European Security (abril 2025)
carnegieendowment.org
Germany’s Reaction to Trump Is Another Paradigm Shift (abril 2025)
carnegieendowment.org
ECFR – European Council on Foreign Relations
Trump’s European Revolution (mayo 2025)
ecfr.eu
Bridging the Bosphorus: How Europe and Turkey can turn tiffs into tactics in the Black Sea (abril 2025)
ecfr.eu
Atlantic Council
Europe needs to keep up the momentum for Ukraine after its White House show of force (junio 2025)
atlanticcouncil.org
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Mundo
¿Es posible la invasión a Venezuela?
Publicado
hace 2 mesesel
2 de septiembre de 2025Por
ANWO
Por: Ricard Darinosi
Estados Unidos ha vuelto a colocar al Caribe en el centro de la geopolítica mundial. El reciente despliegue de buques de guerra, un submarino nuclear y miles de marines frente a las costas de Venezuela encendió las alarmas en toda la región. Washington insiste en que se trata de una operación para combatir el narcotráfico, pero en Caracas el mensaje se interpreta como una amenaza directa a la soberanía nacional.
La respuesta de Nicolás Maduro fue inmediata: movilización de millones de milicianos y un discurso desafiante en el que declaró que Venezuela es “impenetrable”. El choque de narrativas refleja algo más profundo: el viejo fantasma de la intervención estadounidense en América Latina ha regresado, pero ahora en un tablero donde también juegan Rusia, Irán y China.
La pregunta inevitable es si estamos frente a una simple demostración de fuerza o ante la antesala de una invasión.
La demostración de fuerza en el Caribe
El despliegue estadounidense no es menor. En aguas cercanas a Venezuela operan ya siete buques de guerra, entre ellos tres destructores Aegis con misiles guiados, un submarino nuclear y parte del grupo anfibio Iwo Jima con unos 4,500 marines a bordo. A ello se suman aeronaves de vigilancia, helicópteros y apoyo logístico, conformando una presencia militar que recuerda las viejas prácticas de “diplomacia del cañonero”.
La Casa Blanca insiste en que la misión se limita a combatir el narcotráfico en la región, un argumento que se ha repetido en otras operaciones similares en el pasado. Sin embargo, para Caracas el mensaje es inequívoco: se trata de un acto de intimidación directa en la frontera marítima del país.
La reacción venezolana buscó mostrar músculo propio. Maduro ordenó la movilización de entre cuatro y cuatro millones y medio de milicianos, además de fortalecer posiciones en zonas estratégicas. En sus discursos, el presidente repite que Venezuela es “impenetrable” y que Estados Unidos jamás podrá invadirla.
Más allá de la retórica, lo cierto es que la presencia militar de Washington reconfigura el equilibrio regional: el Caribe se ha convertido en un escenario de advertencias mutuas, donde cualquier movimiento mal calculado podría escalar a un conflicto de consecuencias imprevisibles.
Lo que tendría que ocurrir para una invasión real
Aunque el despliegue estadounidense es impresionante en términos de presencia, aún está lejos de constituir una operación de invasión. Para que Washington decidiera cruzar esa línea roja, tendrían que alinearse varios factores clave:
- Un casus belli creíble.
Estados Unidos necesitaría un detonante que justifique el uso de la fuerza. Podría ser un incidente naval con las fuerzas venezolanas, un ataque contra unidades estadounidenses en la región o incluso la construcción de un argumento humanitario que permita vender la acción como “intervención por necesidad”. La historia muestra que la narrativa importa tanto como la logística: de Vietnam a Irak, siempre hubo un pretexto.
- Apoyo interno en Washington
Aunque el presidente puede ordenar despliegues, una operación de invasión requeriría al menos el aval tácito del Congreso y un clima favorable en la opinión pública. Sin ese consenso, cualquier acción militar sostenida se volvería políticamente insostenible en pocos meses.
- Respaldo regional o internacional
Una invasión unilateral en el “patio trasero” de la Doctrina Monroe tendría un altísimo costo diplomático. Washington buscaría, como mínimo, apoyo de países vecinos o una resolución en la OEA que le dé cierta legitimidad. La ausencia de ese respaldo complicaría el escenario, sobre todo ante la reacción de México, Brasil y otros actores latinoamericanos.
- Preparativos logísticos en tierra
Lo actual es una demostración de fuerza marítima y aérea. Para hablar de invasión real se requerirían decenas de miles de tropas, blindados, artillería y bases de apoyo en países aliados o islas cercanas. Hasta ahora, no hay evidencia de que se estén moviendo recursos a esa escala.
En resumen, lo que hoy se observa es un escenario de intimidación estratégica más que una antesala inmediata de guerra. Para que la invasión sea posible, tendría que aparecer el pretexto perfecto y, sobre todo, la infraestructura militar terrestre que aún no existe.
¿Es suficiente lo que hay para invadir?
La imagen de destructores estadounidenses frente a las costas venezolanas genera impacto, pero cuando se analiza en términos operativos, la ecuación cambia. Los siete buques, el submarino nuclear y los 4,500 marines desplegados son suficientes para ejercer presión, intimidar y vigilar, pero no para sostener una invasión terrestre en un país de casi 28 millones de habitantes.
Una invasión de esa magnitud requeriría decenas de miles de soldados adicionales, blindados, artillería pesada y un puente logístico estable en territorio aliado. Hoy no existe ese volumen ni se han reportado movimientos de tropas hacia bases en países vecinos.
Expertos militares coinciden: lo desplegado es más un mensaje geopolítico que una preparación bélica. Los destructores y el submarino ofrecen capacidad de disuasión y, llegado el caso, de ataques puntuales, pero no sustituyen la infraestructura necesaria para ocupar y controlar el territorio venezolano.
En otras palabras, lo que Estados Unidos ha puesto en juego es suficiente para proyectar fuerza y mostrarle a Maduro que la amenaza es real, pero aún no lo suficiente para concretar una invasión. Lo actual sirve para tensar la cuerda, no para cortarla.
El papel de los aliados de Caracas
El factor que complica cualquier cálculo de Washington es que Venezuela no está sola. A diferencia de intervenciones pasadas en América Latina, hoy Caracas cuenta con tres aliados estratégicos —Rusia, Irán y China— que, aunque no enviarían ejércitos completos al Caribe, sí tienen la capacidad de elevar el costo político, diplomático y militar de cualquier ofensiva estadounidense.
Rusia
Moscú ha sido por años el principal proveedor de armas de Venezuela: aviones Sukhoi, helicópteros, sistemas de defensa aérea S-300 y fusiles Kalashnikov forman parte del arsenal chavista. Además, asesores militares rusos se encuentran en territorio venezolano entrenando tropas y ofreciendo soporte técnico.
En caso de escalada, Rusia podría reforzar a Maduro con inteligencia satelital, guerra electrónica y suministro de armas adicionales, además de usar su veto en la ONU para bloquear resoluciones que favorezcan a EE.UU. Sin embargo, con la guerra en Ucrania absorbiendo gran parte de sus recursos, un envío de tropas al Caribe es prácticamente descartado.
Irán
La relación entre Teherán y Caracas es estratégica: ambos países han sorteado sanciones mediante acuerdos energéticos y financieros. Irán ha enviado buques petroleros, combustible y tecnología para refinerías en los momentos de mayor crisis venezolana.
En un escenario de confrontación, Irán podría proveer drones armados, asesoría en guerra asimétrica y ciberataques contra intereses estadounidenses. No desplegaría fuerzas regulares, pero su experiencia en conflictos indirectos —como en Siria, Yemen o Líbano— lo convierte en un actor clave para sostener a Maduro en una guerra híbrida.
China
Pekín es el mayor acreedor de Venezuela y uno de sus principales compradores de petróleo. Más allá del plano económico, China representa un paraguas diplomático: utilizaría su poder en el Consejo de Seguridad de la ONU para bloquear intentos de legitimar una invasión.
Además, podría suministrar tecnología militar, apoyo en telecomunicaciones y financiamiento para resistir un bloqueo prolongado. No arriesgaría tropas en el Caribe, pero sí usaría el conflicto para distractar a EE.UU. de su prioridad en Asia, especialmente en torno a Taiwán y el Mar de China Meridional.
En conjunto, estos tres aliados no garantizan que Venezuela pueda repeler una invasión, pero sí transforman el escenario: convierten lo que podría ser una operación rápida en un conflicto de desgaste con ramificaciones globales.
El riesgo de un conflicto proxy en América Latina
La pregunta que flota sobre el Caribe es si Venezuela podría convertirse en una nueva Siria: un territorio donde potencias rivales se enfrentan de manera indirecta, usando a un país en crisis como campo de batalla geopolítico.
Las similitudes son evidentes. Venezuela atraviesa una profunda crisis económica y social, con un gobierno que resiste el aislamiento internacional gracias al apoyo de aliados externos. Al mismo tiempo, Estados Unidos encabeza un bloque de presión que combina sanciones, operaciones militares en la periferia y respaldo a la oposición política.
Pero también existen diferencias clave. Siria estaba a miles de kilómetros de Washington; Venezuela está a unas pocas horas de vuelo de Miami, en pleno “patio trasero” de la Doctrina Monroe. Esa cercanía multiplica los riesgos de escalada y hace que una intervención abierta tenga un costo político y diplomático aún mayor para EE.UU.
En caso de que la tensión escale, el escenario más probable no sería una invasión clásica, sino un conflicto proxy. Estados Unidos mantendría operaciones militares limitadas desde el mar y el aire, mientras Rusia, Irán y China alimentarían a Caracas con inteligencia, armamento, financiamiento y respaldo diplomático. El resultado: un equilibrio frágil en el que ningún actor busca una guerra total, pero todos usan el territorio venezolano para desgastar al rival.
Venezuela, así, corre el riesgo de transformarse en el próximo punto de atrición global, donde lo que está en juego no es solo su destino interno, sino el pulso entre potencias que disputan el orden internacional.
Pronóstico geopolítico
La tensión actual coloca a Venezuela en el centro de un ajedrez internacional, pero el desenlace inmediato no apunta a una invasión clásica. El panorama, según analistas y la experiencia histórica, puede dividirse en tres horizontes:
Corto plazo (semanas)
El despliegue militar estadounidense seguirá funcionando como una herramienta de presión e intimidación, no como preludio directo de desembarco. Lo más probable es que se mantenga un clima de tensión controlada, con riesgo de incidentes aislados —un choque naval, un sobrevuelo mal calculado— que podrían escalar accidentalmente.
Mediano plazo (meses)
Estados Unidos utilizará la amenaza militar como instrumento de negociación y propaganda interna. Trump y su administración buscarán demostrar firmeza ante su electorado, sin comprometerse en una guerra prolongada que carece de respaldo social y político dentro del país. Maduro, por su parte, continuará usando la narrativa antiimperialista para cohesionar apoyos internos y justificar la militarización.
Aliados y el tablero global
Rusia, Irán y China no permitirán que Venezuela caiga fácilmente, aunque su apoyo será indirecto. Esto garantiza que cualquier operación de EE.UU. tendría un costo desproporcionado en comparación con los beneficios. En este equilibrio, Venezuela se perfila más como un escenario de desgaste geopolítico que como un objetivo de conquista.
En síntesis, lo más probable es que en el corto y mediano plazo predomine una guerra de nervios: maniobras militares, discursos encendidos y movimientos diplomáticos. La invasión total, aunque no imposible, se mantiene como una opción de muy baja probabilidad frente al riesgo de abrir un conflicto regional de consecuencias globales.
Conclusión: presión máxima, guerra improbable (por ahora)
El Caribe se ha convertido en escenario de una de las mayores demostraciones de fuerza militar estadounidense en los últimos años. Venezuela responde con movilización interna y retórica desafiante, mientras sus aliados globales envían señales de respaldo. El resultado es una tensión que no puede ignorarse: el fantasma de la invasión vuelve a rondar América Latina.
Sin embargo, cuando se analiza en frío, las condiciones para una operación de ese tipo aún no existen. Lo desplegado por Estados Unidos alcanza para intimidar y proyectar poder, no para sostener una ocupación prolongada. Para dar ese paso, Washington necesitaría un detonante convincente, apoyo regional y una logística que hoy simplemente no está presente.
Lo que sí está en juego es el papel de Venezuela como tablero de disputa global: una pieza utilizada para medir fuerzas entre Estados Unidos y el eje conformado por Rusia, Irán y China. En ese equilibrio, lo más probable es que el conflicto se mantenga en el terreno de la presión y el simbolismo, con la permanente amenaza de que un error, un incidente o una provocación puedan convertir la intimidación en tragedia.
Por ahora, la invasión a Venezuela no parece inminente. Pero el solo hecho de que la pregunta esté sobre la mesa revela el nuevo nivel de fragilidad en el orden internacional.
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Y recuerda… «No asumas NADA, cuestiona TODO».
Redacción Anwo.life
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Mundo
La invasión silenciosa: ¿Está China preparando un ataque a Estados Unidos?
Publicado
hace 2 añosel
16 de junio de 2023Por
ANWO
En medio de la creciente preocupación por la situación en la frontera sur de Estados Unidos, ha surgido una inquietante sospecha: no solo hay hispanos cruzando ilegalmente, sino también infiltrados chinos que podrían ser miembros del Ejército de Liberación Popular (ELP), el brazo militar del Partido Comunista Chino (PCCH).
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