El lenguaje de programación mental que nos transmiten los noticiarios, no se limita a reducir a las personas a simples cifras estadísticas, sino que también las clasifica de forma lógica según un sistema de valores implícito, y a la vez, crea un sistema paralelo de simulación cuantitativa de empatía hacia los demás, algo parecido a una nueva subrutina de programación mental basada en emociones prefabricadas y parametrizables, cuyo objetivo es sustituir los posibles rastros de empatía real, espontánea y sincera que aún alberguemos y que nos caracteriza como individuos humanos.
Si te perdiste la primera parte de esta interesante serie, te dejamos el link a continuación:
El Lenguaje del Sistema: “Los medios masivos”
Vamos a intentar aclarar lo que acabamos de exponer. Cada día las noticias nos muestran a personas muriendo o sufriendo, pero a todos se nos hace más que obvio que los medios cuantifican sibilinamente la cantidad de empatía que debemos sentir hacia esas personas dependiendo de sus características, porque los medios no las tratan a todas por igual.
Hay diferentes escalafones, determinados por la raza o la proximidad étnica o nacional. Incluso, hay diferentes escalas dependiendo de las clases sociales y las profesiones. Por ejemplo, en un noticiario cualquiera, de forma inadvertida y sutil, se nos transmite la idea de que un policía o un agente de la autoridad siempre tiene más valor que cualquier otro civil.
Cuando las víctimas son policías, siempre se cuentan aparte del resto, como si fueran de una clase superior. ¿Cuántas veces hemos escuchado narraciones del tipo “en el tiroteo, se produjeron 5 víctimas mortales, 2 de las cuales eran policías?”.
Es una distinción continuada que los periodistas ya parecen hacer de forma inconsciente. Pero en muchos casos, este tipo de distinciones no tienen nada de inconsciente, sino que estamos ante una manipulación emocional premeditada de carácter político.
Recordemos al principio de la guerra contra el narco en México, cuando moría un policía o un militar, siempre nos decían cuántos hijos tenía la víctima, con la intención poco disimulada de manipular nuestras emociones y generar una respuesta empática en favor de la víctima (y por lo tanto del gobierno) y de rechazo visceral hacia el crimen organizado.
Como vemos, el lenguaje de programación mental del Sistema que nos transmiten los noticiarios, contiene implícitamente una escala de valoración de las personas dependiendo de su “clasificación” dentro de la sociedad.
Si en una noticia nos dicen que mueren 10 obreros en un accidente laboral, en el remoto caso de que nos hablen de un muerto por esta situación que no lleve uniforme y pistola… ¿alguna vez nos notifican cuántos hijos huérfanos dejan esos trabajadores? Prácticamente nunca.
Y la razón implícita de ello es que, siguiendo la lógica interna del Lenguaje del Sistema, un obrero tiene un valor muy inferior a un policía y por lo tanto no es necesario condicionar una respuesta empática artificial ante su desaparición, básicamente porque el sistema tampoco obtendría ningún beneficio al hacerlo, como sí sucede al tratar de generar empatía con alguien que representa a la autoridad y al poder. Lamentablemente, esa es la cruda realidad.
Pero la perversión implícita en este lenguaje del Sistema, va mucho más allá aún. Este es un razonamiento que a algunas personas les puede incomodar, pero la realidad es que todas las catástrofes o tragedias que nos cuentan en los noticiarios, siguen unas fórmulas implícitas que todos tenemos asumidas de forma inconsciente.
Cualquier tragedia es cuantificable tanto en Magnitud como en Intensidad y dispone de su propia unidad de medida, como la tiene la distancia, el volumen, la fuerza o la corriente eléctrica, es decir, la magnitud de una tragedia se mide en Muertos. Y los heridos, son algo parecido a los decimales.
¿Cuántas veces hemos escuchado en las noticias algo como “el accidente provocó 21 muertos y 37 heridos”? Eso significa que la magnitud de la tragedia, fue de 21.37. Un suceso con 1 muerto y 3 heridos, tiene una magnitud de 1.3 y uno con tan solo 26 heridos, una magnitud de 0.26. Parece un cálculo frío e inhumano de lo que es una tragedia… ¿no lo cree usted? Pues lo es y es completamente inhumano.
Pero este es el lenguaje del Sistema, que inadvertidamente los medios de comunicación inoculan en nuestra psique. Y todos lo tenemos plenamente asumido de forma inconsciente ya que programa nuestra mente como si fuéramos poco más que autómatas. Pero no sólo se cuantifica inconscientemente la magnitud de las tragedias. También se cuantifica la Intensidad de la tragedia, es decir, la carga emocional o empatía condicionada que debe provocar en el espectador.
Y para cuantificar la intensidad de la tragedia, existe otra unidad de medida: el “Niño muerto”.
¿Cuántas veces hemos escuchado en las noticias algo así como “el accidente provocó 200 muertos, 75 de los cuales eran niños”? ¿Qué nos transmite una noticia redactada de esta manera? Pues que la tragedia tuvo una magnitud de 200 y una Intensidad de 75.
La función final de la cuantificación de la Intensidad de la tragedia, midiéndola en niños muertos, es condicionar la cantidad de empatía que el suceso debe despertar en nosotros. Es un mecanismo que busca programar y cuantificar nuestra respuesta emocional, convirtiéndola en algo fácilmente parametrizable, como si fuéramos solo unas máquinas.
Puede parecer una exposición muy dura y descarnada, pero esa es la auténtica realidad y la podemos constatar cada día cuando encendemos la televisión, escuchamos la radio o leemos las noticias en un diario o en Internet. Y puesto que todos hemos aceptado funcionar según estos parámetros de programación.
Lo anterior, es como añadir a estas unidades de cálculo de tragedia a las múltiples unidades de medida en el Sistema Internacional. En determinado momento, pondremos al Muerto y al Niño muerto al lado del Metro, el Kilogramo, el Amperio, el Newton o el Joule, etc.
Lamentablemente, la realidad es que hemos sido programados con el frio e insensible lenguaje del sistema.
Parámetros adicionales
De acuerdo a lo anterior, dichos cálculos se ven alterados por un conjunto de parámetros adicionales que no podemos ignorar. Y es que como ya indicábamos antes, no todos los muertos cuentan igual. Para calcular el valor de un muerto, también se aplica algo parecido a una fórmula matemática implícita, que incluye una serie de factores correctores.
La cantidad de valor que tiene un muerto también depende de su profesión, es decir, un político cuenta más que un policía y un policía más que un barrendero o un camionero. Por su posición social, un empresario rico vale más que un obrero; por su nivel de celebridad, un jugador de fútbol famoso vale más que un maestro de escuela, etc.
Y a ello, debemos añadir los importantes factores correctores referentes a la raza, la cultura o la procedencia. En occidente, por ejemplo, un blanco vale por 1, un oriental vale por 0.3 y un africano negro o un indígena, valen por 0.1; un hindú, un musulmán o un budista, valen menos que un cristiano; un alemán vale más que un rumano y un norteamericano vale mucho más que un bengalí (Bangladés); esto por poner solo un ejemplo.
Además, si la víctima habla tu idioma vale más que si lo hace en otro idioma; y podríamos decir que el valor dado a la víctima de una tragedia, también es inversamente proporcional a la distancia entre su lugar de origen y el tuyo. A ello debemos añadir un factor adicional de corrección referente a la forma en que se han producido las víctimas. Por ejemplo, a un muerto en accidente de avión se le otorga un valor de tragedia superior a un muerto por hambruna, a causa del impacto visual y psicológico del suceso; y así, con un largo etcétera de condicionantes diversos.
Todos estos elementos configuran algo parecido a una fórmula matemática que aplicamos de forma inconsciente a cada víctima cuando en las noticias nos hablan de cualquier tragedia o suceso. Es este conjunto de rutinas lógicas, instaladas inadvertidamente en nuestra mente, las que provocan que sintamos un mayor impacto emocional por 4 muertos por un accidente de avioneta en nuestro país, que por 5,000 muertos en Etiopía a causa del hambre o de la guerra.
Si habláramos solo de “magnitud nominal” de la tragedia, la tragedia de Etiopía tendría una magnitud de 5,000 respecto a la de 4 en México o Estados Unidos, pero los factores correctores reducen enormemente el valor de la unidad de magnitud de tragedia, el “Muerto”, en el caso de los etíopes, de manera que cada muerto etíope queda reducido a apenas unas milésimas de “muerto occidental”.
Sí, es muy cruel hablar en estos términos, pero así es el lenguaje del sistema instalado en nuestra mente, y actualizado y reforzado cada día por los medios de comunicación. Lo increíble, es que lo aplicamos constantemente, como si fuera la cosa más natural y lógica del mundo, sin embargo, estamos empeñados en negar el hecho de que nuestro cerebro está programado para utilizar estas unidades de medida.
*No te pierdas la siguiente semana, la segunda parte de esta interesante serie: “El Lenguaje del Sistema: El fanatismo por el sistema”.
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Y recuerda… «No asumas NADA, cuestiona TODO».
Redacción Anwo.life